Buenos Aires

Pensamientos con los pies en la tierra

Quienes le conocen bien dicen que es un misionero. No le gustan las certezas inamovibles y prefiere escuchar

El nuevo Papa utilizaba asiduamente el transporte público en Buenos Aires
El nuevo Papa utilizaba asiduamente el transporte público en Buenos Aireslarazon

Jorge Mario Bergoglio, Francisco, no es un teólogo. Nunca lo ha querdio ser. Los que le conocen bien lo definen como un misionero. O al menos no es un teólogo como su antecesor, el Papa emérito Benedicto XVI. Fue profesor de Teología, pero lo fue más como maestro al frente de un seminario, como guía espiritual, que como el erudito que buscaba la revelación en las santas escrituras. Estas palabras explican con claridad su sistema de pensamiento: «Parece una paradoja, pero precisamente porque permanecemos, porque somos fieles, cambiamos. No permanecemos fieles, como los tradicionalistas o los fundamentalistas, a la letra. La fidelidad es siempre un cambio...».

MUNDO LAICO

Sobre la relación con los laicos, dijo: «Los curas clericalizan a los laicos y los laicos nos piden que les clericalicemos... Es una complicidad en el pecado. Y pensar que podría bastar el bautismo. Pienso en aquellas comunidades cristianas de Japón que se quedaron sin sacerdotes durante más de doscientos años. Cuando volvieron las misiones, vieron que todos estaban bautizados, todos válidamente casados con la Iglesia y todos sus difuntos habían tenido un funeral católico. La fe había permanecido intacta por los dones de gracia que alegraban la vida de estos laicos que habían recibido solamente bautismo y habían vivido también su misión apostólica en virtud del bautismo. No hay que tener miedo de depender sólo de su ternura».

La fe no es ciega

«Nuestras certezas pueden convertirse en un muro, en una cárcel que aprisiona al Espíritu Santo. Quien aísla su conciencia del camino del pueblo de Dios no conoce la alegría del Espíritu Santo que sostiene la esperanza. Es el riesgo que corre la conciencia aislada. De aquellos que desde el mundo cerrado de su Tarsis se quejan de todo o, sintiendo su propia identidad amenazada, emprenden batallas para sentirse más ocupados y autorreferenciales.

Compromiso social

Para acercarse a la realidad sociedad, que él conoce muy de cerca y que afrontó incluso en sus momentos más dramáticos, como cuando el «corralito» asoló a la sociedad argentina. ¿Qué hay que hacer?, se preguntababa. Su respuesta es ésta: «Posar nuestra mirada sobre la gente: para no ver lo que queremos ver, sino aquello que es. Sin previsiones ni recetas, sino como apertura generosa. Dios habló para las heridas y la fragilidad. Permitir que el Señor hable... de un modo que nos conseguimos crear interés con las palabra que nosotros decimos, solamente su presencia que nos ama y nos salva puede interesar. El fervor apostólico se renueva cuando somos osados testigos del amor de Aquel que nos amó primero». Su conocimiento de las parroquias, de la labor pastoral, de los problemas de la calle es preciso. Ha salido en defensa de sacerdotes que han sufrido la violencia en barrios en los que la delincuencia quería imponer su ley. Pero nada de paternalismo: se dirigió a los padres para advertirles que ellos están obligados a proteger a sus hijos de esta plaga.

FUTURO DE LA IGLESIA

Ahora está al frente de la Iglesia Católica y puede dar respuesta a algunas de las incógnitas que se plantea. ¿Qué es lo peor que le puede pasar a la Iglesia? Citaba a De Lubac: «La mundanidad espiritual». Éste es el mayor peligro. Y, de nuevo, siguiendo a De Lubac, añade que esa mundanidad es «más desastrosa que la lepra que había desfigurado a la esposa amada en la época de los papas libertinos». El riesgo, según Bergoglio, es que ese proceso de laicidad extrema es poner en el centro a uno mismo. Recuerda, dice el nuevo Papa, lo que Jesús ve en los fariseos: «Vosotros, que aceptáis gloria unos de otros».

MATRIMONIO HOMOSEXUAL

El nuevo Papa fue muy claro y contundente en su oposición a un supesto plan por parte del gobierno de Cristina Kirchner para la legalización del matrimonio homosexual, Francisco I, incluso llegó a hablar con mucho desparpajo de que ese proyecto era una «movida del diablo». Siendo arzobispo de Buenos Aires, envió una carta a las religiosas carmelitas en la que decía: «No se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios. En 2010 llegó el punto más alto del enfrentamiento con el Gobierno de Kirchner. Bergoglio tomó la iniciativa de encabezar la protesta contra esta medida y envió una carta a todos los sacerdotes, en la que pidió que se hablara en todas las misas sobre «el bien inalterable del matrimonio y la familia». Además, Francisco acusó al Gobierno de alimentar la «crispación social» y denunció que «desde hace años el país no se hace cargo de la gente».