Brasil
Por un Estado laico que valore la religión
«Diálogo, diálogo, diálogo». Es lo que el Papa recomienda a los líderes políticos o de otros sectores cuando hablan con él y lo que propuso, ayer, como pilar básico sobre el que construir la convivencia pacífica entre los pueblos y dentro de las sociedades y las familias. En su encuentro con la clase dirigente de Brasil en el Teatro Municipal de Río de Janeiro, en el que participaron políticos, diplomáticos, exponentes del mundo de la cultura y de los negocios y representantes de las principales religiones presentes en el país carioca, el Pontífice advirtió de que el futuro exige «una visión humanista de la economía y una política que logre cada vez más y mejor la participación de las personas, evite el elitismo y erradique la pobreza».
Sus palabras iban en la línea de algunas de las reivindicaciones de los colectivos que han protagonizado protestas en Brasil en los últimos meses. El Papa, que ya había manifestado su apoyo a las aspiraciones de los jóvenes, rechazó tanto la «indiferencia egoísta» como la «protesta violenta», apostando en cambio por el diálogo. Por medio de él, deseó que se lleve a cabo la «rehabilitación de la política» que «el futuro exige hoy». «Hay que rehabilitar la política, que es una de las formas más altas de la caridad», comentó en una parte improvisada de su discurso.
Francisco recordó a los poderosos su compromiso social, especialmente con las nuevas generaciones. «Somos responsables de su formación, para que sean capaces en la economía y la política, y firmes en los valores éticos». Deseó que «a nadie le falte lo necesario» y que se asegure a todos «dignidad, fraternidad y solidaridad». Yendo por este camino cesarán los «gritos que hoy continúan pidiendo justicia». En una alocución intensa y cargada de mensajes, el Pontífice propuso «memoria del pasado y utopía hacia el futuro» e invitó a interpretar el momento actual como un «desafío» en el que hay que «recoger sabiduría y saber proyectarla».
Ante los poderosos de Brasil, el Papa les recordó que quien «desempeña un papel de guía debe tener objetivos muy concretos y buscar los medios para alcanzarlos», pero teniendo siempre en el horizonte «el interés por el bien común». «En nuestra responsabilidad, aunque siempre sea limitada, es importante comprender la realidad, observando, sopesando, para tomar decisiones en el momento presente, pero mirando hacia el futuro y reflexionando sobre las consecuencias». Destacó que la «convivencia pacífica» entre las religiones se beneficia cuando el Estado es laico y no asume como propia «ninguna posición confesional» pero «respeta y valora» la presencia del valor religioso. En Brasil, los cristianos desean que crezca la «humanización »y la «cultura del encuentro y de la relación» para promover «el bien y la alegría de vivir». Ante quienes ven en el cristianismo un lastre para el desarrollo en este país, Francisco recalcó que «revitaliza siempre el pensamiento y la vida ante la frustración y el desencanto que invaden el corazón y se propagan por las calles».
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