Dos papas santos
«Son santos por su humanidad»
Cardenal Saraiva Martins / Prefecto Emérito de la Congregación para las Causas de los Santos. «Canonizándolos a los dos juntos se consigue que se estime aún más a Juan XXIII»
El cardenal portugués José Saraiva Martins fue testigo directo de la primera parte del proceso que culminará con la proclamación como santo de Juan Pablo II el próximo domingo.
Darío Menor - Ciudad del Vaticano
El cardenal portugués José Saraiva Martins fue testigo directo de la primera parte del proceso que culminará con la proclamación como santo de Juan Pablo II el próximo domingo. Prefecto hasta 2009 de la Congregación para las Causas de los Santos, el «ministerio» de la Santa Sede que se encarga de las beatificaciones y canonizaciones, a él le tocó dirigir los trabajos después de que en mayo de 2005, el entonces Pontífice, Benedicto XVI, se hiciera eco del grito de «Santo subito» que se escuchó en la plaza de San Pedro tras el fallecimiento del Papa polaco. Lo hizo al anunciar, con un decreto firmado por el cardenal Saraiva Martins, el inicio de la causa sin esperar a los cinco años pasados tras la muerte, como marca el derecho canónico. El purpurado portugués está igualmente ligado a Juan XXIII, quien será canonizado junto a Karol Wojtyla, pues fue beatificado durante su época como prefecto. Defiende que se proclame a los dos santos al mismo tiempo y destaca la gran «humanidad» de Giovanni Battista Roncalli y de Wojtla como el principal motivo para ser elevados a los altares.
–¿Por qué se canonizará en la misma ceremonia a Juan Pablo II y a Juan XXIII?
–Antes de nada, debo decir que los procesos de canonización de ambos significan mucho para mí por mi participación en la beatificación de los dos. Estoy muy contento de que se hayan unido las dos canonizaciones. Me resulta normal, creo que el Papa Francisco ha tomado una decisión muy sabia y, en cierto sentido, muy eclesial también. De hecho, no debemos olvidar nunca que Juan XXIII fue el que proclamó el Concilio Vaticano II. Estamos celebrando su 50 aniversario. Juan Pablo II fue quien aplicó de manera muy concreta el Concilio. Él anunció sus frutos por todo el mundo; sus viajes apostólicos no eran de turismo, sino momentos de misión para anunciar el papel de la Iglesia y su doctrina, reformulada de acuerdo al mundo de hoy con el Concilio Vaticano II. Mostró los valores éticos y morales programados por esta asamblea. Los dos estaban muy cerca, sus pontificados se complementan. Por eso creo que es algo muy bueno para la Iglesia que sean canonizados a la vez.
–¿No cree que hay un riesgo de que la figura de Juan XXIII quede un poco tapada por la de Juan Pablo II con la canonización conjunta, dado que el recuerdo del Papa polaco está mucho más reciente?
–Se trata de un riesgo evidente, presente en todos los campos, pero, por otra parte, canonizándolos a los dos juntos se consigue que se estime aún más a Juan XXIII.
-–Algunos fieles no acaban de entender que se dispense la necesidad del segundo milagro para la canonización de Juan XXIII. ¿Qué les responde?
–La cosa está muy clara. Según las normas actuales, hace falta un milagro para la beatificación y otro milagro para la canonización. Es también verdad que estas normas jurídicas no son de derecho divino, sino eclesiástico, por lo que el Papa puede dispensar de su cumplimiento si lo considera oportuno en algunos casos. El Papa ha pensado que sería bueno canonizarlos a la vez. No se trata de ninguna infracción de una norma existente dentro de la vida de la Iglesia.
–La mayoría de los últimos Papas han sido beatificados o incluso canonizados. ¿Es el Espíritu Santo, que elige muy bien dónde posarse en la Capilla Sixtina, o es el propio ejercicio del papado, que hace que las personas sean santas?
–Santo se puede ser como Papa, como obispo, como sacerdote o como laico. No cambia nada. Cada uno tiene que ver cómo es su entorno, cómo es su trabajo y santificarse partiendo de ellos. Todos nosotros debemos aspirar a la santidad, tratando de perfeccionar nuestra vida cristiana en el trabajo cotidiano. Los Papas que están en camino de ser beatificados o canonizados han trabajado muy bien. Su trabajo les respalda para lograr ese reconocimiento de la santidad a la que todos los bautizados estamos llamados.
–Usted conoce bien los procesos de beatificación y canonización de Juan Pablo II y de Juan XXIII. ¿Por qué el Papa polaco es santo?
–Porque ha vivido el Evangelio hasta el fondo con todas las consecuencias. En eso consiste precisamente la santidad. Hay que vivir el Evangelio no sólo teóricamente, sino en la vida cotidiana, de forma práctica. Juan Pablo II es santo porque tenía una humanidad profunda. El santo es el que vive con total plenitud su humanidad. No hay una contraposición entre santidad y humanidad. No hay dudas de que Juan Pablo II tenía una humanidad extraordinaria. Buena parte de su pontificado lo dedicó precisamente al hombre. Él defendió al hombre y subrayó sus valores que no son negociables.
–¿Y Juan XXIII?
–También por su humanidad, que estaba a la vista de todos. Por algo se le llamaba el «Papa Bueno». Era muy popular y estaba muy cerca de la gente.
–¿Cree que su intuición al convocar el Concilio Vaticano II tiene algo que ver con su santidad?
–Claro que sí, pero hay que tener en cuenta una cosa, que muchas veces se olvida. La idea de un Concilio Vaticano la tenía ya Pío XII, el antecesor de Juan XXIII. Había incluso nombrado una comisión para resolver el problema. Luego enfermó y murió y su sucesor hizo algo óptimo al retomar esa idea y ponerla en marcha. La Iglesia es una institución también humana, compuesta de hombres, por lo que necesita ir renovándose. Es algo normal. El Concilio Vaticano II trató de impulsar los cambios necesarios en la Iglesia a la luz de los tiempos en que ésta vivía.
–¿Cómo debería vivirse esa llamada a la santidad a la luz del pontificado de Francisco, que nos deja tantas imágenes impactantes?
–El Papa Francisco está siguiendo la línea de sus predecesores. Obviamente con su propio estilo, pues cada uno tiene su forma de actuar. Todos somos diferentes. Por eso los pontificados se van completando los unos a los otros, aunque a veces se lleven a cabo de manera diferente. Es inevitable y necesario, porque cada uno actúa según su modo de ser. En ningún sitio está escrito que un Papa deba ser la fotocopia de su predecesor. Habrá diferencias, pero el mensaje es siempre el mismo. Francisco está utilizando su lenguaje de cercanía al pueblo para comunicar este mensaje. Es un Papa cercano al pueblo, como debe ser un pastor.
Cómo se forja un santo
- Siervo de Dios y venerable
Para lo primero, ha de inspirar devoción privada. Después el obispo local inicia el proceso y la Santa Sede decreta que nada lo impide. Para ser venerable, hay que probar sus virtudes y su ortodoxia.
- Beato
Para que un venerable sea beatificado es necesario probar su fama de santidad y que haya producido un milagro. Éste debe ser probado a través de una instrucción canónica destinada a esta función.
- Santo
Para la canonización es necesario que se pruebe un segundo milagro. Éste debe ser posterior a la beatificación. En el caso de los mártires, requieren la probación de un solo milagro.
✕
Accede a tu cuenta para comentar