Francisco, nuevo Papa

Una renuncia entre lágrimas

En el cónclave de 2005, Bergoglio pidió al resto de cardenales que no le eligieran para suceder a Juan Pablo II

La Razón
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Siempre han circulado rumores al respecto. Incluso esta misma semana algún vaticanista italiano dejaba caer que en cónclave de 2005 el duelo de votaciones entre Jorge Mario Bergoglio y el entonces cardenal Ratzinger fue algo más que reñido. Se llegó a publicar que en la primera votación, realizada el 18 de abril, Ratzinger, entonces presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, consiguió 47 votos, Bergoglio diez, el cardenal Carlo María Martini nueve, el cardenal Camillo Ruini seis y el Secretario de Estado Angelo Sodano cuatro.

Al parecer, a partir de ahí habría recibido los votos que en principio habría recibido el entonces arzobispo de Milán, Carlo María Martini, cuando éste se descartó por su frágil salud. De hecho, llegó a aquel escrutinio con dificultades para andar, ayudado por un bastón, debido al párkinson. Precisamente habría sido éste el motivo de borrarse de la lista de papables, consciente de sufrir la misma enfermedad de Juan Pablo II. Sin embargo, el que vendría a ser su «delfín» también habría dado un paso atrás. Incluso se llegó a decir que los purpurados le habrían visto con lágrimas en los salones de la residencia de Santa Marta, lo que les llevó a no ir más allá en las votaciones a su favor. Con parte de literatura o de rumores de extramuros, lo cierto es que, según confirmaron ayer a LA RAZÓN fuentes cercanas a la familia, fue el propio cardenal Bergoglio quien renunció a ir más allá cuando los votos con su nombre comenzaban a aumentar en los escrutinios. «Lo hizo porque no se veía preparado en aquel momento. Su integridad e humildad llegan a tal punto que sabe el momento justo en el que tiene que dar el paso adelante», explica a este diario uno de sus colaboradores.

Ha tenido que ser en una segunda vuelta. Ocho años después y cuando, al parecer, ese «vigor» del que hablaba Benedicto XVI, aquellos que no han participado en Santa Marta interpretamos que se daba por hecho que todos aquellos menores de 70 años quedaban descartados. Sin embargo, los purpurados han entendido el vigor en otro sentido bien distinto. Y, sobre todo, han certificado que tienen memoria. Y que aquel que entonces se quedó a las puertas, tenía un derecho a una segunda vuelta. Con esta decisión también se tiran por tierra todas aquellas quinielas que miraban al brasileño Scherer como candidato latinoamericano de referencia y a Scola como el referente de los italianos. Si en la Sixtina hubo duelo, lo cierto es que los «papables» que sonaban en las últimas semanas no se han hecho presentes en tantas papeletas como se esperaba. Es más, incluso se daba por sentado que al igual que Martini fue su guía en el anterior cónclave, él haría lo propio para que el purpurado brasileño tuviera apoyos suficientes para situarse al frente del Ministerio Petrino. Los vaticanistas dan por sentado que Bergoglio habría contando tanto con el apoyo de los estadounidenses, los latinoamericanos –con Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa a la cabeza– y algunos europeos, entre ellos el cardenal Schönborn, con el que comparte la forma de afrontar la pastoral desde la creatividad a la hora de dirigirse a creyentes, pero sobre todo, con los alejados de la Iglesia. Otro de los motivos que le han convertido en Papa con el apoyo del viejo continente han sido sus raíces europeas. «Cuando vayas subiendo saluda a todos. Son los mismos que vas a encontrar cuando vayas bajando». Son las palabras del padre del nuevo Papa antes de que Juan Pablo II le creara cardenal. Aquellos que le vieron entonces como el recién llegado, hoy le ven como aquel que les guía.