Semana Santa
Vía Crucis: Las nuevas estaciones de Francisco
Elaboradas por la biblista francesa, Anne-Marie Pelletier, las meditaciones hacen referencia a algunas de las problemáticas que preocupan al Papa, como la guerra y la crisis humanitaria de los refugiados
Elaboradas por la biblista francesa, Anne-Marie Pelletier, las meditaciones hacen referencia a algunas de las problemáticas que preocupan al Papa, como la guerra y la crisis humanitaria de los refugiados
Francisco ha defendido siempre una Iglesia que se renueva y que está en continuo movimiento. La Semana Santa no es una excepción. Entre las novedades de este año destacan las diferentes estaciones del tradicional Vía Crucis que presidirá en la noche del viernes en las inmediaciones del Coliseo de Roma y que recordará también a los más desfavorecidos.
La encargada de elaborarlas este año es la biblista francesa Anne-Marie Pelletier y el Vaticano las publicó en diferentes idiomas. De nuevo, el Vaticano demuestra así la importancia que realmente tiene la mujer en la Iglesia, como en varias ocasiones ha subrayado el Papa Francisco. Será esta la segunda vez que una mujer escriba las meditaciones, ya que en 2012 Benedicto XVI se lo encargó a Danilo y Ana María Zanzucchi, un matrimonio que acababan de cumplir 60 años de casados y pertenecían al movimiento de los Focolares.
La novedad de este año es que la biblista francesa ha elegido estaciones distintas respecto a otros Viernes Santo. Las más destacadas son la segunda titulada «Jesús es negado por Pedro», la tercera «Jesús y Pilato», la séptima «Jesús y las Hijas de Jerusalén», y la decimocuarta «Jesús en el sepulcro y las mujeres».
Anne-Marie Pelletier ganó además el Premio Joseph Ratzinger en el año 2014, un prestigioso galardón que concede la Fundación Ratzinger a estudiosos que sobresalen por sus actividades de investigación científica en el ámbito teológico. Y es que esta teóloga francesa ha investigado el lugar de la mujer en el cristianismo y en la Iglesia, de ahí que en parte de las meditaciones del Vía Crucis del viernes que presidirá el Papa cuiden este aspecto.
Las meditaciones nombran algunas problemáticas concretas que preocupan al Papa Francisco. En la introducción, por ejemplo, se hace alusión a las guerras o los refugiados: «Precisamente bajo esa cruz, se trata de nuestro mundo, con todas sus caídas y dolores, sus demandas y sus rebeliones, todo lo que hoy clama a Dios desde las tierras de miseria o de guerra, en las familias desgarradas, en las cárceles, en las embarcaciones sobrecargadas de emigrantes».
Cada reflexión se compone también de una oración. «No nos abandones a nuestra violencia. Que tu paciencia con nosotros no se agote. Líbranos del mal», se rezará en la primera estación.
Pelletier no ha querido dejar de hacer un guiño a los judíos, a quienes por muchos años la Iglesia acusó directamente de la muerte de Jesús. «Durante mucho tiempo los cristianos hemos cargado sobre tu pueblo Israel el peso de tu condena a muerte. Durante mucho tiempo hemos ignorado que todos debíamos reconocernos cómplices en el pecado, para poder ser salvados por la sangre de Jesús crucificado». Sin embargo, gracias al documento del Concilio Vaticano II «Nostra aetate», cuyo contenido trata sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, la relación entre la Iglesia y el pueblo hebrero cambió.
«El Vía Crucis tiene distintas referencias y no tiene un esquema obligatorio. He elegido aquellos momentos que me parecían particularmente significativos», explicó Anne-Marie Pelletier a Radio Vaticana.
La cuarta estación, por ejemplo, hace mención a la «banalidad del mal», y en la meditación se explica que «son innumerables los hombres, las mujeres, incluso los niños violentados, humillados, torturados, asesinados, por todas partes y en todas las épocas de la historia». «Señor, Dios nuestro, te pedimos que en este día santo en el que se cumple tu designio destruyas nuestros ídolos y los del mundo. Tú que conoces su poder sobre nuestras mentes y nuestros corazones. Destruye nuestras falsas figuras del éxito y de la gloria», pide al final la oración.
La Séptima estación, llamada «Jesús y las hijas de Jerusalén», menciona el «llanto de los niños aterrorizados, de los heridos en el campo de batalla que llaman a su madre, el llanto solitario de los enfermos y moribundos en el umbral de lo desconocido». Y, por ello, la biblista francesa invita a todos los católicos a «no despreciar las lágrimas de los pobres que claman a ti y que nos piden ayuda». «Enséñanos a no pasar indiferentes junto a ellos. Enséñanos a tener el valor de llorar con ellos», pide en la oración.
Cada año, miles de personas asisten al Vía Crucis, que este año se desarrollará bajo extremas medidas de seguridad. Por este motivo, desde la mañana del viernes la estación de metro del Coliseo y las más cercanas permanecerán cerradas. Además, las autoridades ya han comenzado a supervisar la zona.
Sobre lo que le sirvió de inspiración para sus meditaciones, Pelletier explicó que se basó «fundamentalmente en mi experiencia de creyente, en la experiencia de la lucha de la fe. Porque cuando nos encontramos –como en el caso de la Pasión de Jesús– ante este extremo del pensamiento de Dios, cada uno de nosotros se siente perdido y tiene dificultades para entrar en la lógica de las Escrituras, del «debía ser así».
En su opinión, «es muy importante volver a tomar consciencia del hecho de que ser cristianos es lo opuesto de este chantaje de la violencia, de la muerte, y de que el amor es más fuerte. El amor que viene de Dios tiene la victoria sobre todo. Es tarea de los cristianos de hoy ser testimonio de esto», añadió la encargada de la elaboración de los textos.
Pero para la prestigiosa biblista, el Vía Crucis de este año será también «un momento femenino, que nos muestra a las mujeres que sufren la prueba de la muerte de Jesús, pero que al mismo tiempo siguen teniendo una actitud de vida: preparan las toallas con las que honrarán el cuerpo de Cristo y tienen un comportamiento muy distinto al de los discípulos de Emaús», concluye.
El lavatorio de pies del Papa, a puerta cerrada
Francisco lavará hoy los pies de los presos en una cárcel en las afueras de Roma, en un rito de Semana Santa en el que el Pontífice demuestra su disposición a servir a los elementos más marginales de la sociedad. El Vaticano ya avisó de que la misa en la cárcel de Paliano, en Frosinone, sería «estrictamente privada». Desde que fue elegido, Francisco decidió continuar la tradición que mantenía cuando era arzobispo de Buenos Aires y, en el primer año de su pontificado, lavó los pies de doce menores en una cárcel romana.
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