El sucesor de Benedicto XVI
¿Y si estrena nombre?
El nuevo Papa podría marcar distancias eligiendo un apelativo nunca usado hasta ahora. Mateo, Marcos y Lucas, los candidatos
Casi tan misterioso como quién será el cardenal que sustituirá a Benedicto XVI al frente de la Iglesia católica es conocer qué nombre adoptará para su pontificado. No se trata además de un procedimiento carente de sentido, pues para el nuevo Papa, el cambio de nombre significa que ya no es el mismo hombre.
Casi tan misterioso como quién será el cardenal que sustituirá a Benedicto XVI al frente de la Iglesia católica es conocer qué nombre adoptará para su pontificado. No se trata además de un procedimiento carente de sentido, pues para el nuevo Papa, el cambio de nombre significa que ya no es el mismo hombre. «El cambio de apelativo significa que es un cambio importante, porque hay una misión extraordinaria que cumplir», dice Jesús de las Heras, director de la revista «Ecclesia». No obstante, esto no siempre fue así a lo largo de la Historia. Fue después del pontificado de Sergio IV, en el siglo XI, cuando el cambio de nombre papal pasó de ser una elección del Pontífice a convertirse en una regla general. Aunque en la actualidad cada Papa es libre de elegir la denominación que prefiera, lo cierto es que la repetición de nombres es un hecho. Por ello, existen altas probabilidades de que el nuevo Papa siga la senda marcada por alguno de sus antecesores, eligiendo el mismo nombre a modo de homenaje.
Pero, ¿y si el nuevo Papa optase por un giro radical y tomase un nuevo nombre hasta ahora nunca usado por ninguno de los máximos representantes de la Iglesia católica? ¿Que significado tendría tal decisión? Y, en ese caso, ¿qué nombre podría tomar? La respuesta a estas preguntas no deja de ser una mera especulación, pues ni siquiera el futuro Papa sabe aún que lo será. No digamos ya pensar en un nombre. Eso queda, por el momento, en la mente de los 115 cardenales que entrarán en la Capilla Sixtina del Vaticano, en una fecha aún por determinar, y de la que uno de ellos saldrá convertido en Papa acompañado por la fumata blanca. Entre los nombres más empleados hasta la fecha se lleva la palma el de Juan, con 23 papas con ese nombre. Le siguen Benedicto y Gregorio, con 16 pontífices; Clemente, con 14; León e Inocencio, con 13 o Pío, del que hubo 12 papas con el mismo nombre. De vuelta a las quinielas, en el último siglo y medio se han dado casos para todos los gustos: desde papas continuistas que adoptaron el nombre de alguno de sus predecesores hasta otros que hicieron borrón y cuenta nueva, optando por el cambio. En este sentido, De las Heras no descarta en absoluto que el Papa estrene nombre. «Si se decantase por esta opción, creo que los nombres de Mateo, Marcos o Lucas, de los que nunca ha habido un Papa, tienen muchas opciones. Marcaría una nueva etapa para la Iglesia, un punto de no comparación con ningún Papa anterior». Suponiendo que se tratase de un Pontífice continuista, «creo que se llamaría Juan XXIV o Benedicto XVII, pero no Juan Pablo III», asegura De las Heras. Otros nombres en boca de todos son León XIV –símbolo de justicia social– o Pablo VII.
José Luis Mendoza, rector de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM), tiene sus preferencias respecto al nombre que llevará el sucesor de Benedicto XVI. «Me gustaría que adoptase el nombre de Pío XIII, pues Pío XII fue un gran Papa», afirma. Asimismo, opina que no sería raro que el nuevo obispo de Roma continuase la obra de Karol Wojtyla. «Podría ser que se llamase Juan Pablo III», vaticina. Lo que sí descarta es que mantenga el nombre adoptado por Joseph Ratzinger. «Hemos tenido grandes papas y elegir el nombre de alguno de ellos sería una manera de honrarlos. No creo que estrene nombre», concluye.
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