ERC
«La enfermedad renal crónica se puede detectar y ralentizar»
Entrevista al Dr. Fernando Tornero Molina, nefrólogo del Complejo hospitalario Ruber Juan Bravo (Quirónsalud) en Madrid
-La enfermedad renal crónica (ERC) está creciendo en nuestro país. ¿Cuántas personas sufren hoy esta enfermedad?
-Los estudios más importantes cifran la frecuencia de ERC en un 10-11% de la población. Así, en España existirían entre 4,5 y 5 millones de pacientes con ERC. Sin embargo, esto corresponde a estudios con cierta antigüedad. Teniendo en cuenta que las causas más importantes de ERC en el momento actual son la hipertensión arterial (HTA) y la diabetes mellitus y que la frecuencia de ambas se incrementa de forma significativa, no es descabellado pensar que la frecuencia sea mayor.
-¿Y cuál es la incidencia de ERC en trasplantes o diálisis?
Tenemos datos muy fiables de la frecuencia de ERC en diálisis o trasplante. En este caso existe un aumento progresivo tanto de la incidencia como de la prevalencia de ERC. Según la Sociedad Española de Nefrología, la incidencia de ERC en tratamiento sustitutivo en 2018 es de 147 pacientes por millón de población (pmp), mientras que en 2010 la incidencia era de 121. Lo mismo sucede con la prevalencia. Ha subido desde 1.036 pmp en 2010 a 1.321 en 2018. Esto quiere decir que a finales de 2018 había en España 61.764 pacientes en diálisis o trasplante y que iniciaron tratamiento 6.883 pacientes.
-¿Si seguimos así podría adelantar a las enfermedades cardiovasculares?
La ERC casi se considera ya por muchos como una enfermedad cardiovascular más. Como antes comentábamos sus causas coinciden con las de las enfermedades cardiovasculares. Al igual que en la ERC, HTA y diabetes mellitus son la causa fundamental de la cardiopatía isquémica, enfermedad cerebrovascular y enfermedad vascular periférica. Además de causa, la HTA es un factor fundamental en la progresión de la ERC hacia la enfermedad terminal y la necesidad de diálisis. Por otro lado, la ERC constituye por si sola un factor de riesgo cardiovascular de especial importancia. La presencia de ERC conlleva asociado un riesgo cardiovascular similar al que otorga el haber padecido ya un evento cardiovascular.
-¿Crece a un ritmo similar en Europa?
Sí. La frecuencia de ERC en España se sitúa en la media de los países europeos.
-¿A qué se debe?
El incremento se debe a varios factores. Por un lado, como ya comentamos, al ser cada vez más prevalentes la HTA y la diabetes mellitus, causas fundamentales de ERC, la frecuencia de esta se incrementa. El sedentarismo, la mala dieta y otros factores asociados a nuestra forma de vida hacen que estas patologías sean cada vez más frecuentes. Por otro lado, la ERC se asocia con la edad. El envejecimiento de la población al que estamos asistiendo hace que esta enfermedad sea cada vez más frecuente. Si comentábamos que la incidencia es de 141 pmp en la población general, se incrementa hasta 496 pmp en mayores de 75 años.
-¿Cómo se puede prevenir?
Por un lado, con hábitos de vida saludables que disminuyan la prevalencia de enfermedades como la HTA y la diabetes Mellitus. Por otro lado, el control adecuado de estas patologías, evitando el daño renal. Además es clave el diagnostico precoz de forma que se pueda actuar sobre el daño renal en situaciones en las que es reversible o, al menos, controlable. En la actualidad, disponemos de tratamientos que son capaces de ralentizar la progresión de la ERC. Su aplicación en fases precoces puede disminuir su progresión.
-¿Cuál es la edad media de los enfermos renales crónicos?
La edad media de la ERC se sitúa sobre los 60 años. En los últimos años estamos asistiendo a un aumento de la edad media. Esto se debe a un mejor control de las enfermedades que afectan a personas jóvenes como glomerulonefrits crónicas y enfermedades congénitas. Además, el incremento de la edad de la población hace que cada vez se vea con más frecuencia ERC en tramos avanzados de edad.
-Es una enfermedad asociada al envejecimiento, pero ¿a qué edad pueden aparecer los primeros síntomas?
Es una enfermedad muy poco sintomática. Sin embargo, con métodos adecuados puede detectarse de forma precoz. Sobre los 50-60 años es fácil que podamos detectar algún dato de ERC que nos haga extremar el cuidado de estos pacientes, de forma que no evolucionen hacia situaciones más graves.
-Con una analítica simple de sangre y de orina se puede detectar. ¿En qué medida se hace?
La realización de una analítica de sangre en la que se determinara creatinina y se estimara el filtrado glomerular por fórmulas que sólo precisan sexo, edad, raza y creatinina, unido a la determinación en orina del cociente albumina/creatinina permiten identificar a los pacientes con ERC. Son pruebas sencillas de hacer, poco cruentas y baratas. Afortunadamente, y tras contactos de las sociedades nefrológicas con las de atención primaria y análisis clínicos y bioquímica clínica, se ha conseguido que cada vez sean más los pacientes a los que se les hacen estas pruebas. La detección precoz y la valoración nefrológica permite corregir factores asociados a la ERC, ralentizar la progresión de esta y evitar agentes nefrotóxicos como los antinflamatorios no esteroideos o los medios de contrastes radiológicos.
-¿Cuáles son los pros y contras de la diálisis peritoneal y la hemodiálisis? ¿Cuál recomendaría usted?
Tanto la diálisis peritoneal (DP) como la hemodiálisis (HD) son técnicas de diálisis adecuadas y útiles para los pacientes. Dejando aparte factores médicos que indican o contraindican una de ellas, la gran diferencia es la forma de realizarlas. La DP es una técnica ambulatoria que el paciente se hace en su casa. Por el contrario, la HD es una técnica hospitalaria, en la que el paciente debe desplazarse a un hospital o centro de diálisis para realizarse la técnica. Por lo tanto la gran diferencia es la independencia que la DP ofrece frente a la HD. Así, pacientes que quieran mantenerse de forma ambulatoria, con actividad laboral, mayores que prefieran no tener que desplazarse tres veces por semana al centro de diálisis son los candidatos ideales para la DP. En general, descartadas las indicaciones médicas, la actitud habitual es explicar al paciente las características de ambas técnicas y es él el que elige una u otra.
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