
Corrupción en el PSOE
El PSOE teme ya por el procesamiento de Sánchez
Los caídos por la espada del "sanchismo" buscan un liderazgo que organice la disidencia.

Lo que más preocupa hoy al PSOE no es lo que ya se sabe, si no lo que está por saberse. Sobre todo, después de que el exministro José Luis Ábalos confirmara la información, adelantada en exclusiva por este medio, sobre que, en ese disco, incautado por la Guardia Civil durante el registro de su casa, están grabadas conversaciones con el presidente del Gobierno.
Esto ya andaba dando que hablar en el PSOE porque Ábalos, que no destaca por su discreción, había ido soltando pistas sobre su «bomba» en algunos ambientes socialistas. Quizás sea esto lo que explica que haya sido el presidente de la Junta de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, el que haya verbalizado este temor que cunde por las filas socialistas sobre lo que falta por conocerse respecto a las tramas, subtramas y demás andanzas «de puteros y ladrones». Las penas socialistas se dividen en dos barrios.
En uno, están aquellos que constituyen el esqueleto socialista, esas bases, cargos intermedios, y dirigentes municipales, provinciales y autonómicos que se quedaron en las raspas en el reparto de cargos en las elecciones autonómicas y municipales de 2023 y que hoy buscan, a la desesperada, encontrar un líder, no ya para sustituir a Pedro Sánchez, que se antoja un imposible por las dificultades estatutarias y de controles fácticos del aparato, sino para que al menos organice la crítica y la ordene en una dirección coherente.
Un problema es que los notables ejecutados por el sanchismo, a los que todavía se les reconoce una legitimidad dentro del socialismo pese a su condición de proscritos, van por libre. Disparan a veces al aire; reciben llamadas, pero no son ellos los que llevan la iniciativa de manera ordenada para cubrir la sensación de vacío y de orfandad en la que se mueve el partido. Una de las explicaciones que se escucha es que están igual que el líder de la oposición, a la espera de que el presidente siga achicharrándose para meter el mordisco justo cuando esté ya totalmente calcinado por la situación.
En el otro barrio están los que viven de la moqueta de Pedro Sánchez y que lo que empiezan a dar por seguro es que se está precipitando una caída para la que no son capaces de encontrar una red de seguridad en la que protegerse. De hecho, es ahí donde resuenan más los temores a la posibilidad de que la mancha que extiende la UCO y la Justicia llegue a afectar directamente al presidente del Gobierno.
La «corrupción» la delimitan a la «banda de los tres», y en todo lo demás ven un organizado plan dirigido a ejecutar el encausamiento del jefe del Ejecutivo. Palabras mayores, pero que cada vez tiene más peso en la baraja de escenarios con la que trabajan en el equipo del presidente. Los sumarios abiertos se multiplican y con ello el riesgo de que algún juez considere necesario llamar a quien está al frente del partido. Por eso, junto con los que hablan de dimisión, e incluso animan a que esa sea la salida a la crisis, también están los que animan a resistir a toda costa no vaya a ser que esos «jueces que trabajan para la derecha» se lleven también por delante la cabeza del presidente. Un curioso argumentario conspiratorio que cada vez convence menos a los más creyentes en Sánchez.
La crisis institucional es de dimensiones inauditas. Sobre todo, porque en Moncloa lo que más pesa en estos momentos no es el interés del partido, sino el interés personal de Sánchez y de su guardia de corps. «Las estrategias no se cuentan», repiten como un mantra en los salones de Moncloa. Aquellos mismos que levantaban el muro político y mediático a todos los que no aceptaran colaborar con los mantras oficiales elaborados en la cocina monclovita.
Por cierto, una de las últimas incorporaciones al argumentario oficial, que deben repetir ministros y portavoces del «sanchismo», políticos y mediáticos, es este que dice que los corruptos hoy señalados dentro del PSOE «no son de izquierdas», como si también fueran infiltrados de la derecha, traidores que trabajan para tumbar al jefe del Ejecutivo.
Es interesante escuchar estos días a uno de esos «fontaneros» que hoy ya no está en Moncloa, pero que conoce cómo se trabaja y cuál ha sido el principal pilar del sanchismo. Según lo que explica, la crisis no tiene salida por la fuerza de los hechos y de los mensajes que están saltando a la opinión pública. Porque no se trata de un caso aislado ni de una figura secundaria, sino que los escándalos tocan la estructura del partido y la personal del presidente del Gobierno. «Esto activa la memoria colectiva sobre casos del pasado y convierte en un engaño el discurso de la regeneración».
Añade que esta crisis llega, además, en un momento en el que Sánchez ya estaba muy desgastado por lo que no hay ningún incentivo que ponga sordina al clima de fin de ciclo. «Tampoco tiene un cortafuegos ni un cabeza de turco que le libere de la carga de ser el máximo responsable de toda la podredumbre que se ha ido solidificando por debajo».
El triángulo de «la corrupción, la impunidad y el nerviosismo» es un cóctel molotov que hace absolutamente imposible que se pueda recuperar la iniciativa política, exfontanero dixit.
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