Alipio Gutiérrez es responsable de Contenidos de Salud en RTVM@Cipriano Pastrano

«Esto es una guerra de la Humanidad contra un virus nuevo»

Entrevista a Alipio Gutiérrez, periodista y autor del libro «Covid-19, nuestra guerra»

-Acaba de presentar su libro «Covid-19, nuestra guerra», sobre la pandemia. ¿Por qué ese título?

-Después de hablar con muchos sanitarios de cómo estaban viviendo la situación coincidían en que esto era una guerra, que nunca habían estado en una situación tan dramática como esta, hasta el punto de que las urgencias de un hospital se tengan que cerrar porque está bloqueado, y por la gravedad de las patologías. Se veían sobrepasados por completo y tomando decisiones críticas que nunca antes hubieran pasado el tamiz de la Deontología o la Ética profesional. Eso es lo más parecido que hay a una guerra. Esto es una guerra de la Humanidad contra un virus nuevo.

-¿Qué le llevó a hacerlo?

-De eso tuvo la culpa mi mujer, porque yo estaba saturado de trabajo y me decía: «¿Por qué no escribes un libro sobre esto?» Y, a base de insistir, le hice caso y empecé a madurar la idea.

-El libro recoge una faceta suya menos conocida, que es la pintura...

-Me ha encantado desde niño, se me daba bien, soy autodidacta y me sirve para relajarme, pero siempre que he empezado algo y quería verlo terminado, cuando pintaba al óleo me exasperaba, no era capaz de espera a que secara... Hasta que descubrí una aplicación para Ipad (Paper 53) que es como pintar en un lienzo, empiezas de cero y vas mezclando colores y aplicando texturas y me pareció una maravilla. Ahora en navidades todas las felicitaciones que mando las hago yo.

-¿Cómo vivió usted los primeros meses de la pandemia a nivel personal?

-Nunca pensé que llegáramos a esto pero sí que es verdad que empecé a tomar las cosas con mayor seriedad y a extremar medidas como las distancias de seguridad, el lavado de manos. No llegué, como los sanitarios, a cambiarme de ropa al llegar a casa (pero sí desinfectaba el móvil) pero casi... Me preocupaban especialmente mis padres que son muy mayores, tienen 91 y 92 años, y cuando se empezaba a hablar de que posiblemente había que tomar medidas de confinamiento les dije que no salieran absolutamente para nada que yo me encargaba de llevarles lo que necesitaran, y eso sí que lo viví con preocupación porque no era fácil y no eran capaces de ver la dimensión y la gravedad de lo que yo les sugería. Tampoco quería asustarlos, pero costaba mucho trabajo.

-Como periodista especializado en salud, ¿cómo valora la información que se está haciendo al respecto?

-En general bien, hemos cumplido. Pero no lo hemos hecho todo lo bien que deberíamos. Más allá de no verlo, porque nos parecía que esto no iba a llegar ni a afectarnos tanto, yo sostengo en función de los testimonios que recogí, que lo que pasaba no lo estábamos contando con esa crueldad de la que ellos me hablaban. Y la gente, en el siglo XXI, si no tiene imágenes de las consecuencias que puede tener una infección como esta no es consciente de la gravedad y no toma decisiones de comportamiento adecuadas. Y creo que, en ese sentido, nos impusimos una autocensura para no contar algo tan dramático, sobre todo los medios audiovisuales. También porque teníamos censura por parte de las autoridades sanitarias en todas las autonomías porque debíamos haber estado en las urgencias y las residencias no nos dejaron.

-¿Y la gestión de la crisis?

-Partiendo que ningún país estaba preparado y ningún gobernante tenía experiencia de algo similar, nos ha pillado mal y todos los gobiernos han llegado tarde. Más allá de eso, ha habido errores muy importantes: en cómo se contaba la realidad. En una situación de guerra nadie se plantea cuestionar lo que dice el comandante en jefe, o decir «nosotros vamos a atacar este otro flanco en lugar del que usted propone». Tiene que haber un mando único y eso era algo que parecía normal que ocurriera en una situación tan extraordinaria. Pero más allá de eso, el protagonismo que querían tener determinados gobernantes en las comunidades autónomas me parecía que no tenía ningún sentido.