Opinión

30 años de compromiso con la salud global

Inaugurado en 1992, el centro de I+D de GSK en Tres Cantos está focalizado en exclusiva en las llamadas enfermedades olvidadas

Unos científicos trabajan con equipos de protección en un laboratorio de investigación especializado en malaria y tuberculosis
Unos científicos trabajan con equipos de protección en un laboratorio de investigación especializado en malaria y tuberculosisAlberto R. RoldánLa Razón

En el último siglo, la esperanza de vida del ser humano no ha dejado de crecer en los países desarrollados. La investigación biomédica ha sido una carrera de éxitos en este tiempo. Las vacunas, los antibióticos o los avances quirúrgicos han logrado que enfermedades incurables hace 100 años se puedan tratar o incluso no lleguen a desarrollarse. Sin embargo, aún hoy en día, la simple picadura del mosquito vector dela malaria acaba con la vida de más de medio millón de personas en el mundo cada año.Parásitos como el que provoca la Leishmaniasis afectan a cerca de un millón. Y las bacterias, aunque microscópicas, amenazan no solo con agravar enfermedades que parecían controladas hace pocas décadas, como la tuberculosis, sino con hacerse resistentes a los tratamientos y acabar con años de avances médicos. La humanidad es extremadamente frágil aún hoy: la pandemia de Covid-19 nos lo recordó hace casi tres años. Y las enfermedades infecciosas no son un vestigio del pasado, sino que están entre las mayores amenazas actuales para la salud global.

El hecho de que muchas de estas enfermedades afecten en mayor medida a las personas que viven en países menos desarrollados hace que, en ocasiones, no se preste atención a lo que constituye un peligro para todo el planeta. Como compañía farmacéutica guiada por la ciencia y la innovación responsable, en GSK hace ahora 30 años vimos claro que, si queríamos adelantarnos a la enfermedad y contribuir a la salud global, debíamos invertir esfuerzo y recursos en hacer frente a enfermedades como la malaria, la tuberculosis u otras causadas por otros parásitos, como los que causan Chagas o la Leishmaniasis. De este convencimiento, y del esfuerzo de investigadores de todo el mundo, nació un centro pionero y único en España: el centro de I+D de GSK en Tres Cantos, que celebra su 30 aniversario este año.

El centro, que inició sus actividades en 1991 y se inauguró de manera oficial en aquel 1992 histórico para España, es distinto a cualquier otra entidad pública o privada en el mundo: está focalizado en exclusiva en las llamadas enfermedades olvidadas, que afectan de manera mayoritaria a personas en los países más vulnerables. La malaria, la tuberculosis, enfermedades producidas por otros parásitos, y otras como la shigelosis, una enfermedad bacteriana que es endémica en países con deficiencias en el tratamiento de aguas, están en el foco de nuestros más de 140 científicos, gran parte de ellos mujeres investigadoras.

También lo hace singular los tres pilares por los que se rige la actividad de nuestro centro: una política de compartir la propiedad intelectual y patentes generadas; la distribución de los productos derivados de nuestra investigación a todo aquel que los necesite; y el eje de nuestra actividad, la innovación abierta. Se trata de la fórmula puesta en marcha por nuestra Fundación Open Lab, adoptada en 2010, que permite a científicos y académicos independientes de entidades de todo el mundo acceder a nuestras instalaciones para realizar sus propios estudios sobre este tipo de enfermedades. De este modo, nuestro centro es el primer «laboratorio abierto» en el mundo para investigar enfermedades desatendidas. Entendemos que abrirnos y compartir conocimiento es la única manera para avanzar en este terreno. Impulsamos una investigación global para una Salud Global.

En esta línea, como fruto del trabajo del centro de I+D de Tres Cantos, en 2010 la prestigiosa revista «Nature» publicó el Tres Cantos Antimalarial Set, un importante punto de partida para el descubrimiento de fármacos orales contra el paludismo. Años más tarde, en 2016 dimos a conocer las llamadas «kineto-boxes», compuestos inhibidores de los parásitos de la leishmaniasis, la enfermedad de Chagas y la enfermedad del sueño.

La misma idea de trabajar por la salud de todos nos llevó a colaborar e involucrarnos también en los peores momentos de la pandemia. Así, en junio de 2020 comenzamos a realizar pruebas PCR de SARS-CoV-2 cuando eran menos accesibles y los hospitales y laboratorios estaban saturados, y también a ofrecer soporte a instituciones españolas para realizar ensayos clínicos de esta patología.

Más allá de la crisis de la Covid-19, en estos últimos tres años, así como en las últimas tres décadas, hemos mantenido nuestro propósito de juntos, unir ciencia, tecnología y talento para adelantarnos a la enfermedad y combatir enfermedades devastadoras en todo el mundo. El mismo que nos llevó a desarrollar el primer medicamento contra el VIH, la primera vacuna preventiva contra la malaria recomendada por la OMS y el primer tratamiento en 60 años frente a la malaria recurrente ocasionada por Plasmodium vivax.

Asimismo, en el centro contamos con uno de los pocos insectarios que existen en la industria de Europa para investigar en malaria y otras enfermedades infecciosas transmitidas por insectos. Durante los últimos años nuestro liderazgo se ha hecho extensivo a otras áreas como el de la tuberculosis, campo en el que desde 2020 lideramos uno de los mayores proyectos científicos para acelerar el desarrollo de antibióticos contra la tuberculosis (ERA4TB y Unite4TB).

En este 30 aniversario, los que formamos parte de este centro tan especial estamos decididos a continuar esta senda. Tal y como se anunció en la reunión de Kigali organizada por la OMS en junio de este año, GSK invertirá más de 1.200 millones de euros durante los próximos diez años en la búsqueda de nuevos tratamientos y vacunas para combatir las enfermedades infecciosas que afectan a la salud global. El descubrimiento de nuevos fármacos que nos llevan a unas terapias más efectivas, de corta duración y sin efectos adversos es una tarea ardua.

Esta misión requiere de un esfuerzo colectivo donde las compañías farmacéuticas, las biotecnológicas y los centros de investigación público privados deben coordinarse para que aquellos pacientes que más necesitan de nuevas soluciones tengan acceso a una mejora de su calidad y expectativa de vida. Innovando y compartiendo conocimientos desde todos los rincones del mundo podremos hacer frente a las mayores amenazas para nuestra salud. La salud de todo el planeta.