Sociedad

Como hace un siglo

Que China esté viviendo ya con normalidad debe servir para aprender algo de ellos

Vista de dos ampollas con muestras de la vacuna contra la Covid-19, hoy, en el laboratorio de BioManguinhos, el instituto de producción de inmunobiológicos de la Fundación Oswaldo Cruz, en Río de Janeiro (Brasil). EFE/ Antonio Lacerda
Vista de dos ampollas con muestras de la vacuna contra la Covid-19, hoy, en el laboratorio de BioManguinhos, el instituto de producción de inmunobiológicos de la Fundación Oswaldo Cruz, en Río de Janeiro (Brasil). EFE/ Antonio LacerdaAntonio LacerdaAgencia EFE

En plena campaña de las elecciones a la Xunta en julio pasado, Sánchez daba por derrotado el coronavirus, y nos invitaba a disfrutar de la «nueva normalidad» conseguida con la tan proclamada unidad que nos permitió la victoria y de la que #saldríamos más fuertes. Dicho y hecho, el Gobierno comenzó dando «ejemplo» yéndose de vacaciones al completo, con D.

Simon surfeando en el Algarve portugués mientras aconsejaba no viajar a los españoles. Ese tiempo no se aprovechó ni siquiera para adecuar nuestro marco normativo, y no tener que volver a dar «palos de ciego» cuando viniera el rebrote otoñal. Así nos encontramos ahora, otra vez amordazados y con toque de queda hasta mayo, en principio.

Si por sus frutos los hemos de conocer y valorar, es evidente que ni hay comité de expertos ni, al parecer, hay nadie al mando con un mínimo de competencia para gestionar esta situación. Que China, país donde parece que nació el virus, esté viviendo ya con normalidad, debería servir para aprender algo de su forma de actuar. Han controlado la situación con una población de más de 1.400 millones de personas, por lo que no debería ser imposible para España con tan solo 47.

Todo mejor que nuestra actual situación, propia de un país a la deriva y sometido a incapaces gobernantes cuya única respuesta, al parecer, es hacernos vivir «acuartelados»: amordazados y sometidos a toque de queda indefinido. Un Gobierno tan progresista, que actúa como se hacía un siglo atrás, con la mal llamada «gripe española».