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El coronavirus cerca al Papa: dos cardenales de la Curia están contagiados

En la antesala de la Nochebuena, Konrad Krajweski y Giuseppe Bertello han dado positivo por covid-19

El Estado más pequeño del mundo ha activado todos los protocolos de rastreo de contactos de ambos colaboradores
El Estado más pequeño del mundo ha activado todos los protocolos de rastreo de contactos de ambos colaboradoresLa RazónLa Razón

El coronavirus se ha colado en el Vaticano. No es la primera vez que el covid-19 acecha a Francisco, pero nunca como ahora en estos meses de pandemia había contagiado a dos colaboradores tan cercanos al Papa. Se trata de los cardenales Konrad Krajweski y Giuseppe Bertello.

Krajewski es el limosnero apostólico, o lo que es lo mismo, el responsable de toda la obra caritativa del Santo Padre y, por tanto, en contacto permanente con quienes reciben la ayuda pontificia en Roma, por lo que está permanentemente expuesto.

Su contagio ha hecho saltar todas las alarmas en tanto que es habitual que mantenga encuentros con Francisco, que supervisa de forma muy directa su trabajo. El cardenal polaco permanece ingresado en el hospital Gemelli y, según ha confirmado la Santa Sede, presenta síntomas iniciales de neumonía.

El otro purpurado que ha dado positivo es el italiano Giuseppe Bertello que, con 78 años, es el presidente del Governatorato de la Ciudad del Vaticano. O dicho de otro modo, la autoridad ejecutiva delegada por el Papa. Hasta el momento no han trascendido detalles sobre su estado de salud.

En paralelo a los positivos, el Estado más pequeño del mundo ha activado todos los protocolos de rastreo de contactos de ambos colaboradores.

Con estos dos contagios, de nuevo se pone la mirada sobre la seguridad de Francisco, teniendo en cuenta que a los 84 años es considerado población de riesgo tanto por su edad como porque tiene extirpada una parte del pulmón derecho.

Ya a comienzos de marzo, cuando la pandemia asaltó Europa, el Papa tuvo que suspender algunas de las actividades de su agenda por un resfriado lo que hizo saltar todas las alarmas. A partir de ahí, el confinamiento llevó al Pontífice a la reclusión. La relajación de las medidas en verano le permitió retomar las audiencias generales con público, en las que se dejó ver sin mascarilla y en contacto con los fieles.

La segunda oleada obligó a dar pasos atrás al Papa, con aforos limitados de las celebraciones y uso de mascarilla. Entre tanto, han tenido lugar varios brotes en el Vaticano que, han llegado incluso, a la Guardia Suiza.