Semana Santa
La procesión va por dentro
La piedad popular se desborda, respetando las medidas sanitarias, a las puertas de los templos
No hay tronos en las calles. Pero sí procesiones. Pero pa’dentro. Ante el cerrojazo a las estaciones de penitencia en las calles, las hermandades y cofradías han abierto las puertas de los templos de par en par. Literalmente. Y no solo para que circule el aire y rebajar todo riesgo de contagio. Las imágenes titulares se han expuesto para ser veneradas durante la Semana Santas en todo el país. En los altares. En sus propios pasos. O a ras de suelo. ¿La respuesta? Filas interminables a las puertas de iglesias... Lo mismo en Granada que en Huelva. En Valladolid que en Zamora. Desde el Domingo de Ramos, la piedad popular se ha hecho visible.
Hasta tres horas están esperando en el barrio trinitario de Málaga, por ejemplo, para ver al Cautivo y la Virgen de la Trinidad. Y con tres filas diferenciadas, una más lenta para poder adentrarse en la casa hermandad y otras dos para ver algo más de lejos al Señor de Málaga. “Después de una situación tan difícil y complicada como la del año pasado, estas visitas nos permiten los reencuentros con los titulares, sin abrazos sin demostraciones de cariño”, explica a LA RAZÓN Cari Ledesma, vicepresidenta cuarta de la Agrupación de Cofradías de Málaga, convencida de que esta Semana Santa “es un punto de inflexión, ya no podemos ir atrás”.
Así, se ha cuidado hasta el mínimo detalle para evitar que esta respuesta masiva se traduzca en aglomeraciones ni se vulneren las restricciones sanitarias. Mascarillas, distancias de seguridad, aforos limitados. Persignarse, sí. Besamanos o tocar las imágenes, prohibido. Para la hermana mayor de la Real Cofradía del Santísimo Cristo del Amor y Nuestra Señora de la Caridad, “estamos demostrando que se pueden hacer bien las cosas”. Y no solo en los sanitario: “Todas las cofradías se han volcado en programar cultos extraordinarios y todo tipo de iniciativas litúrgicas, culturales y caritativas que están siendo respaldas por público cofrade y no cofrade”.
Y es que, lejos de desinflarse el fervor por un año de confinamiento y otro sin salir a las calles, la reacción es la contraria. “Yo estoy percibiendo un ‘desbordamiento’ controlado, respetando las indicaciones pertinentes, pero con una piedad popular que echa a la calle, para rezar un avemaría o un padre nuestro ante los titulares, con ríos de gente desde las ocho de la mañana que abren los templos”, comparte con este periódico el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, que agradece tanto la colaboración de las autoridades municipales y de la policía para velar por la seguridad, como la entrega de las cofradías: “Trabajan muchísimo durante todo el año, pero especialmente cuando llega la Cuaresma. Solo se valora de cerca cuando ves que todos son voluntarios, que se entregan ‘gratis et amore’, buscando huecos en su trabajo, su familia, de madrugada…”. Así se lo está transmitiendo personalmente a los hermanos mayores. Uno a uno, se están desplazando a la catedral cordobesa a las doce y media, coincidiendo con el día que tendrían que procesionar, para llevar a cabo una oración común ante el Santísimo. “Así está cumpliendo con su estación de penitencia, en este punto de encuentro que es referencia para todos. Comparado con lo que vivimos el año pasado es mucho, y ahora solo esperamos que el año que viene la alegría sea completa”, desea el pastor.
Fernández aprecia además cómo este cese temporal de las procesiones ha generado un efecto llamada en los jóvenes inesperado. “Están participando de forma muy significativa. Normalmente se suman a las hermandades como costaleros o en las bandas de música”, explica el obispos que, sin embargo, constata cómo “este año que no hay ni lo uno ni lo otro, lejos de marcharse, está siendo un hervidero, se están haciendo presentes en torno a su titular”.
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