Vacunas

Europa enfría la posibilidad de liberar las patentes

Merkel y Macron consideran que los derechos de propiedad intelectual no son el problema

Después de la sorpresa que supuso el anuncio del presidente de EE UU, Joe Biden, este pasado miércoles en defensa de la liberación de las patentes de las vacunas para ayudar a los países más pobres, la posibilidad de que los Veintisiete sigan el mismo camino se está enfriando. En las cancillerías europeas cunde el escepticismo, con Berlín como la capital que hasta el momento se ha opuesto de manera más contundente a esta posibilidad. Este asunto fue abordado ayer por los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisete en Oporto, en un encuentro que se prolongará hasta el día de hoy.

En Bruselas reina una cierta estupefacción por este anuncio de Biden que llega justo cuándo EE UU ha alcanzado velocidad de crucero en el ritmo de vacunación, tras meses en los que Washington –a diferencia del club comunitario– ha bloqueado cualquier cargamento de viales a terceros países para dar total prioridad el acceso del antídoto a su propia población.

Los portavoces comunitarios reconocen que el Ejecutivo europeo se enteró de esta propuesta de EE UU «poco antes» de que se hiciera pública y que en las últimas horas no se han producido contactos con Washington, a pesar de que fuentes diplomáticas reconocen no saber exactamente en qué consiste la propuesta de EE UU y hasta dónde quiere llegar. Bruselas se muestra constructiva, no quiere quedar como la mala de la película. Pero señala que el problema es más complejo de lo que parece. Según fuentes diplomáticas, la falta de acceso de las vacunas a los países pobres se debe a la lentitud en el modo de producción y recuerdan que los derechos de propiedad intelectual no son el problema y que su supresión o acceso temporal no soluciona casi nada.

Según explican las mismas fuentes, una vacuna de ARN mensajero como la desarrollada por Pfizer y Moderna tiene entre 80 y 90 patentes para su desarrollo y más de 200 ingredientes. No basta con saber su fórmula sino también el denominado «know- how» –los conocimientos sobre cómo se fabrica– y la tecnología y medios para hacerlo, que incluye formar a la mano de obra.

«No es lo mismo tener la receta de un plato que tal y como sale del restaurante, puede que no sea el mismo resultado», explican estas fuentes. Por eso, Bruselas cree que la mejor solución son las licencias voluntarias entre laboratorios para aumentar el nivel de producción en el corto plazo. Actualmente, el laboratorio Sanofi está fabricando la vacuna de Pfizer y el Instituto Serum de India está produciendo antídotos gracias a la transferencia de tecnología de AstraZeneca.

Aunque las primeras declaraciones de Emmanuel Macron tras el anuncio de Biden parecían un respaldo a esta iniciativa, ayer llegaron los matices. El presidente francés manifestó a su entrada a la cumbre su disponibilidad a debatir este tema, pero recordó que han sido los europeos los que han defendido que la vacuna sea un bien público desde hace años y que EE UU no ha exportado ni una sola dosis al resto el mundo durante todo este tiempo. «No nos encontramos ante un problema de propiedad intelectual, podemos dar la propiedad intelectual a laboratorios que no sepan producirla y no la producirán mañana», defendió Macron.

El presidente francés se mostró a favor de la donación de dosis a los países pobres, y transferirles tecnología, en línea con lo que ya propuso la portavoz de Angela Merkel el pasado jueves.