Recuerdo entrañable
La búsqueda de la Verdad
El Papa Benedicto ha sido la persona que más he admirado y respetado entre todas las que he conocido en la sociedad actual
Vaya por delante una afirmación que me retrata y que no escondo: el Papa Benedicto ha sido la persona que más he admirado y respetado entre todas las que he conocido en la sociedad actual. No soy un teólogo, ni un filósofo, simplemente soy una persona que ha dedicado una gran parte de su vida a la actividad pública, y esa es la razón de mi admiración al pensador que estaba detrás y al frente de su personalidad. Ha significado una luz en la oscuridad, ha sido un referente permanente, en una sociedad asentada en el relativismo, esto es, en la nada.
El hecho de que en el mundo occidental llevamos algunas décadas sin auténticos líderes políticos, sin referencias permanentes, constituye una verdad manifiesta. Una mala administración del bienestar material, un plano inclinado asentado en la comodidad y en la falta de fe nos ha conducido al desnortamiento, al final de una etapa que no somos capaces de diagnosticar correctamente, y por ello, mucho menos de pronosticar.
Benedicto XVI ha significado la expresión de un contraste vivo, entre su incansable búsqueda de la verdad y la realidad de una mayoría de hombres públicos adaptados necesariamente a una moda dominante, cada vez más esclavos por ello de la opinión pública, condición necesaria para ganar elecciones.
La búsqueda de la verdad le significó a Ratzinger la distancia, la perspectiva suficiente para que sus palabras fueran lúcidas y siempre acertadas. Fue la expresión de un contraste entre quienes, como él, buscan la verdad, y quienes están condenados a la utilización de la mentira para alcanzar o mantener el poder.
Fue el mejor diagnosticador de la sociedad en la que vivimos, porque siempre buscó la profundidad y la raíz, que es donde está siempre la verdad. Por ello fue un líder, un referente para el diagnóstico de la sociedad de hoy, especialmente para quienes, como yo, no escondemos nuestra fe y creemos en los fundamentos cristianos de nuestra sociedad.
Su brillantez, cuando se aproximaba al ámbito público era la expresión de la síntesis, o si se quiere decir al revés, su síntesis era el resumen de su brillantez.
Una frase, una palabra; no necesitaba ni muchas frases ni muchas palabras para acertar, para dar en el clavo de lo que nos estaba sucediendo. Por todo ello, a nadie debe extrañar que no fuera «un profeta en su tierra», por ejemplo Alemania, desnortada u desorientada en los fundamentos tras las guerras mundiales. ¡Qué oportunidad histórica perdida la de esta gran nación, que hoy padece además una crisis tan profunda en su Iglesia católica!
Por ello, también la actual moda dominante ha preferido a veces despreciar, otras veces ningunear su personalidad, refiriéndose a él como un «supuesto extremo conservador», o falta de carisma. Que nadie se engañe; lo que perturbaba en un modo y manera de vivir era la fortaleza de sus fundamentos, su inteligencia y sobre todo, su compromiso con la verdad.
En general puede decirse que como Dios escribe con los renglones torcidos, muchos no le han hecho demasiado caso, aunque hoy le elogien.
Tuve el inmenso honor de impulsar y llevar adelante la iniciativa de un libro titulado «Hablando con el Papa; 50 españoles reflexionan sobre el legado de Benedicto XVI», puesto en marcha antes de su renuncia en el año 2013 y editado por Planeta. Releyéndolo estos días, me ratifico más que nunca en el valor de la Verdad, como característica principal de su legado.
Fue para mí también un privilegio saludar al Papa ya emérito, en compañía de mi mujer y de mi hija pequeña en el año 2018, en un banco de piedra en los jardines del Vaticano, con una inolvidable y emocionante conversación. Recordándolo en estos días, me reafirmo en que ha sido una persona providencial en mi vida y en la de muchos hombres y mujeres de fe.
El Papa Benedicto durante su pontificado realizó tres viajes a España inolvidables para todos: el Encuentro Mundial de las Familias (Valencia, 2006), el viaje a Santiago de Compostela y Barcelona en 2010 y por último la Jornada Mundial de la Juventud (Madrid, 2011). El Papa emérito puso el foco en la cultura española y nos animó a buscar el encuentro entra fe y laicidad. «España ha sido siempre un país «originario» de la fe; Figuras como san Ignacio de Loyola, santa Teresa de Ávila y san Juan de Ávila, son figuras que han renovado el catolicismo y conformado la fisonomía del catolicismo moderno».
Sin duda, hemos recogido su testigo. La iniciativa NEOS que estamos impulsando no hubiese existido nunca sin su palabra.
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