Estados Unidos
Marcando el ritmo de la ficción nacional
Series Atresmedia: Un fenómeno televisivo
El televisor ya no es el centro de la casa, sus contenidos transitan por otras pantallas, la audiencia se atomiza y el público dicta sentencia a golpe de pulgar, pero, por más que los tiempos cambien, lo que permanece inmutable es la necesidad del ser humano de sentirse narrado, intrigado, emocionado y transportado por historias. Una necesidad del espectador que Antena 3 ha sabido interpretar y comprender muy bien desde sus orígenes.
La serie que cambió la historia
Con su primera serie de producción propia, «Farmacia de guardia», no sólo consiguieron marcar un antes y un después en el panorama televisivo español, también lograron perpetuarse en el imaginario colectivo. El simple tintineo de la puerta –ésa que Romerales nunca atinaba a abrir correctamente– a través de la que se accedía al establecimiento de Lourdes Cano fue una de las evidencias del cambio en la ficción nacional: sorprendía a la audiencia en un escenario familiar y reconocible, que podría ser la farmacia de su propio barrio.
«Ofrecía un entorno con el que por primera vez la gente se podía identificar, con unos personajes cercanos y en el que se mezclaba la comedia con las emociones», comenta Sonia Martínez, directora de Ficción de Atresmedia TV. Personajes sólidos y entrañables, las vicisitudes diarias de una familia española y tramas secundarias aderezadas con esa variopinta fauna que conformaban la clientela de la farmacia fueron algunas de las claves del éxito.
Desde su estreno en marzo de 1991, la naturalidad con la que Concha Cuetos y Carlos Larrañaga interpretaron a este original matrimonio que conformaban Lourdes Cano y Adolfo Segura –ella, cabal y equilibrada; él, un donjuán derrochador, irremediablemente inmaduro y divertido– consiguió ganarse el favor de un público entregado a esta serie moderna que también abordaba temas inusitados en las ficciones del momento como el sida y el uso del preservativo. La fórmula funcionó tan bien que acabó resquebrajando la supremacía de la pública, hasta entonces líder de audiencia.
Liderazgo mensual
Así, en abril de 1994, Antena 3 se convirtió en la primera cadena privada en superar el «share» mensual de TVE, obteniendo un 27,3% de cuota de pantalla (a 0,7 puntos de la primera cadena) gracias al tirón de la telecomedia. Pero no fue el único hito que ostentaría la emblemática ficción de Antonio Mercero, que continúa siendo la serie más vista de la televisión en España. Su despedida el 28 de diciembre de 1995 pulverizó todos los registros con 11.527.000 espectadores y un 62,8% de «share». «Transmitía muy bien la calidad profesional de Mercero y también su bondad. Creó un ambiente propio, amable, divertido, simpático, donde cualquiera se sentía cómodo. Los personajes eran, además, esa cuadrilla de amigos que a todo el mundo le gustaría tener», explica Mikel Lejarza, director de Atresmedia Cine y coautor del libro «Televisores cuadrados, ideas redondas».
La comedia para toda la familia siguió constituyendo uno de los bastiones de la cadena, que funcionó a golpe de picaresca y timos frustrados en la torpe banda que orquestaba Fernando Fernán Gómez en «Los ladrones van a la oficina» –emitida entre 1993 y 1996– y que prosiguió en producciones como «Ay, Señor, Señor», en la que Andrés Pajares se enfundaba la sotana para remozar nuestra idea del párroco de barrio junto a Javier Cámara, que alcanzó la popularidad a través de esta serie.
Del fenómeno "ñapas"al de "Compañeros"
Pero si hubo un personaje que hizo desternillarse a la audiencia fue sin duda Benito, el «inventor» del gotelé, un albañil perezoso y remolón, tan hábil en las conversaciones como obtuso para las chapuzas domésticas. Junto a su compañero y contrapunto, Manolo, convirtieron «Manos a la obra» en una de las telecomedias más apreciadas por la audiencia entre 1998 y 2001, ya que sobrepasó los 5.300.000 espectadores en su primera temporada y fue la opción predilecta e imbatible durante el «prime time» de los jueves.
Sin renunciar al formato de la telecomedia, Antena 3 siguió innovando en la ficción y apostó en marzo de 1998 por «Compañeros», una serie de corte adolescente que le permitió fidelizar al público más joven narrando las pasiones, aflicciones y conflictos de Valle (interpretada por Eva Santolaria), Quimi (Antonio Hortelano) y el resto de la pandilla. A pesar del enfoque inicial, las tramas del instituto Azcona fueron ganando adeptos y acabaron atrapando también, gracias a un veterano reparto encabezado por Beatriz Carvajal, Miguel Rellán, María Garralón y Francis Lorenzo, a espectadores de franjas de edades superiores.
Los embarazos no deseados, los problemas de comunicación entre padres e hijos, el consumo de drogas, la marginación, la orientación sexual y la violencia de género fueron algunos de los temas que se abordaron a lo largo de sus más de 120 episodios y con los que la audiencia pudo identificarse y purgar sus pequeños conflictos domésticos. El éxito de esta ficción traspasó la pequeña pantalla y acabó convirtiéndose en un fenómeno social hasta el punto de que ostenta el hito de ser la primera serie española que se llevó al cine. Dirigida por Manuel Ríos San Martín, «No te fallaré» –título que hacía alusión al tema principal de la banda sonora de la serie, que se convirtió en todo un himno entre los «teenagers» del momento–, se confirmó como una de las películas más taquilleras de 2001.
El concepto de serie adolescente, que en Estados Unidos ya se había consolidado en torno a las «high schools», garantizó varios éxitos de audiencia a Antena 3. La influencia de «Compañeros» se reflejó en series como «Un paso adelante», que se emitió entre 2002 y 2005 y retrataba el clima hostil, infectado de rivalidades y envidias, al que tenía que enfrentarse un grupo de talentosos jóvenes que comenzaban sus estudios en una escuela de artes escénicas.
Pero, como recuerda la directora de Ficción, Atresmedia siempre ha sido consciente de que «la valentía forma parte de este negocio. Intentamos que nuestra oferta siempre aporte algo nuevo, que tenga un aroma fresco». Por eso a esta nueva producción se añadía un elemento original: las tramas se mezclaban con actuaciones y números musicales que hicieron que toda una generación de jóvenes sacasen al pequeño Billy Elliot que llevaban dentro.
UPA Dance
Al igual que ocurrió con otras series del género, el fenómeno fan que arrastró esta ficción de Daniel Écija fue incuestionable: incluso se llegó a crear un grupo musical llamado UPA Dance, integrado por los protagonistas Miguel Ángel Muñoz, Pablo Puyol, Beatriz Luengo, Mónica Cruz y Silvia Marty que copó los primeros puestos de las listas en la radiofórmula. La serie se exportó con éxito a países como Italia, Alemania, Francia, Portugal, Grecia e incluso Serbia e Irak. El siguiente éxito en este género llegaría con «Física o Química», que en 2008 recuperó el escenario del instituto para seducir a una nueva cohorte generacional –su emisión más vista rozó los cuatro millones de fieles y un «share» del 22,1%– y descubrir, asimismo, nuevos talentos interpretativos para la pequeña pantalla.
Pocos se atrevieron a ver que, incluso detrás del uniforme de los cuerpos de seguridad, se podía esconder una buena dosis de humor. Tras el éxito de ficciones que trasladaban la comedia a escenarios insólitos, como esa desquiciante comunidad de vecinos de «Aquí no hay quien viva» en la que el portero suplicaba cordura con su popular frase «un poquito de por favor» –que promedió casi 7 millones y más de un 37% de cuota de pantalla en su mejor temporada–, Antena 3 lanzó, en 2005, «Los hombres de Paco», una serie protagonizada por Paco Tous, Hugo Silva y Pepón Nieto, tres policías con una irrefrenable tendencia a la hipérbole que lograron hacer reír a la audiencia durante nueve temporadas.
Además de las delirantes aventuras en las que se embarcaban los miembros de esta comisaría –la captura de Bin Laden o la descongelación de Walt Disney, entre otras–, las tramas también incluían los diferentes conflictos que asolaban a la familia del inspector Paco Miranda, cuya hija adolescente, Sara, interpretada por Michelle Jenner, bebía los vientos por el compañero de su padre, Lucas, un atractivo pero inmaduro agente que a su vez era el ex marido de su tía Silvia. Todo un cóctel de emociones a punto de estallar que lanzó al estrellato al grupo Pignoise –responsable del tema principal de la serie y de algunas de las canciones que pusieron melodía al afligido corazón de Sara–, popularizó las torpezas del entregado agente Povedilla y que eternizó los descomunales cabreos de Juan Diego dando vida a Don Lorenzo, el exigente suegro y jefe de Paco.
"El internado", otro punto de inflexión
Pero la verdadera metamorfosis de la ficción de la cadena –y del panorama televisivo español– se produjo con el lanzamiento de «El internado», en mayo de 2007. «Supuso un punto de inflexión en el que hicimos un verdadero esfuerzo de aproximación al género, reunimos una serie de tendencias y trabajamos con unos estándares de calidad muy por encima de lo que se venía haciendo», explica Sonia Martínez.
Un grupo de adolescentes desamparados, protagonistas colmados de secretos, sibilinos secundarios y una serie de acontecimientos extraños integraron las tramas del internado La Laguna Negra. Tensiones, recelos, pasiones y toques de humor y ternura acabaron de atrapar a la audiencia en las redes de esta ficción que también descubrió al gran público una nueva generación de intérpretes como Martín Rivas, Yon González, Blanca Suárez y Elena Furiase, junto a veteranos como Luis Merlo y Amparo Baró.
«En la historia de la televisión, como en todo, siempre hay escalones, momentos en los que se evoluciona y se sube un peldaño. ‘‘El internado’’ fue uno de ellos», explica Mikel Lejarza, quien explica el éxito de la serie por su original planteamiento: «Se salía del concepto de serie familiar, mezclaba elementos de thriller, misterio y comedia adolescente. Fue, sin duda, una de las mejores series que se han hecho en España».
Además de asegurarse el éxito en el horario estelar, Antena 3 también quiso apostar por la ficción nacional en la sobremesa, disputándole el liderazgo a la pública, que tradicionalmente había mantenido esta franja como uno de sus valuartes. Para los seriales diarios, el planteamiento no distó mucho de las producciones de «prime time»: emociones, calidad y entretenimiento. Así, el lanzamiento a comienzos de 2011 de series como «Bandolera» y «El secreto de Puente Viejo», que todavía sigue en parrilla como líder de la tarde, fueron elevando y consolidando a la cadena como una de las opciones preferentes en las tardes.
Las dos heroínas de las series, Sara Reeves (interpretada por Marta Hazas) y la partera Pepa Aguirre (Megan Montaner), conquistaron a los espectadores desde los decorados de época –tan de moda en el panorama televisivo internacional– con amores eternos, pasiones frustradas, tesón y valentía. La posterior adquisición de la exitosa «Amar es para siempre» puso el broche de oro a una franja ya consolidada para la cadena, que no se plantea acomodarse: «Seguimos luchando por no defraudar y mantener el interés de la audiencia con buenos contenidos», explica Martínez.
Las producciones de los últimos años («El barco», «Hispania», «Gran hotel», «Sin identidad» y «El tiempo entre costuras», entre otras) han venido a confirmar que Antena 3 se ha erigido como la gran factoría de ficción nacional y ha sido una de las responsables de que la pequeña pantalla pueda mirar sin complejos al cine. «Consiguió hacer que las series pasasen de ser hechos puntuales en la programación de las cadenas a integrarlas en el ADN de Atresmedia», explica Sonia Martínez.
No existen fórmulas infalibles para el éxito, pero sí compromisos con el espectador, que son, al fin y al cabo, los responsables últimos de que un producto se convierta en líder: «Cuando acostumbras a la gente a cierta calidad, no se puede vender humo ni retroceder en el compromiso con la audiencia». Una máxima que da confianza en el futuro: seguirá siendo una cadena de éxitos en serie.
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