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«¡A mí qué carajo me importan esos papeles!»

LA RAZÓN ACCEDE A LAS ESCUCHAS EN CASA DEL PRESUNTO LADRÓN DEL CÓDICE CALIXTINO

El electricista gallego José Manuel Fernández Castiñeiras, acusado de haber sustraído el Códice Calixtino
El electricista gallego José Manuel Fernández Castiñeiras, acusado de haber sustraído el Códice Calixtinolarazon

Acaba de anochecer. Varios agentes embozados completamente en prendas negras, desde la cabeza hasta los pies, se cuelan a hurtadillas en casa de Manuel Castiñeiras, por entonces uno de los sospechosos de haber robado el Códice Calixtino. Sin hacer casi ruido entran, una por una, en todas las habitaciones del domicilio y colocan varios micrófonos. Cuando acaban, salen de la casa como fantasmas, sin que nadie los detecte. Ocurrió el sábado 9 de junio de 2012.

Los policías no se colaron porque sí, sino que obedecían la orden del mediático juez Vázquez Taín, que, después de casi un año buscando el Códice, no había conseguido recuperarlo y ni si quiera aventuraba su paradero. En un auto, fechado el 28 de mayo, el popular magistrado decreta «la instalación y utilización de dispositivos electrónicos que posibiliten la captación del audio y grabación de las conversaciones en el domicilio de José Manuel Fernández Castiñeiras». Taín intuía que el electricista había robado el manuscrito, pero no lo podía probar. También sabía que colocar micrófonos en una casa era una decisión muy grave y que tal intromisión en la vida privada del sospechoso y de su familia tenía que estar soportada en indicios de peso. Los solventó en menos de 20 líneas, un tercio de una página, de un total de nueve folios de auto. Entre los indicios abrumadores, el magistrado alude a que conocía la colocación de las cámaras; que tenía razones para vengarse de los responsables de la catedral; que su comportamiento era sospechoso, y que tenía llaves para entrar en el despacho donde se guardaba el Códice. Además, para él estaba claro: «Únicamente con la colaboración de la familia el sospechoso pudo haber cometido el delito. Nadie puede esconder nada en su casa sin que se entere su familia». No había más que hablar.

Hasta ahora, esas grabaciones habían permanecido ocultas. Sólo el juez y la Policía las habían escuchado. LA RAZÓN ha tenido acceso a los audios que este lunes por la mañana se podrán escuchar por primera vez en el programa «Espejo Público».

Comienzan con el sonido de una puerta. Son Manuel y su mujer Remedios. Da la sensación de que llegan a casa después de haber pasado el fin de semana fuera. Es el domingo 10 de junio de 2012. Manuel va inmediatamente a su rincón secreto, ése al que no permite que pase nadie. Se le escucha farfullar. Alguien ha movido sus cosas. Entra en cólera y le pregunta a su mujer si ha sido ella. Remedios lo niega y él la cree. Han pasado el fin de semana juntos sin separarse. La descarta. Vuelve a la habitación secreta a revisarla bien. En la grabación se le oye mascullar y quejarse de que le han cambiado de lugar sus objetos. Sospecha de su hijo Jesús. Está tan nervioso que la madre llama por teléfono al hijo: «Hola, llegamos. Mira, mira una cosa, ¿tú viniste aquí al escritorio de tu padre?». Se deduce que él lo niega porque a continuación Remedios le reprocha: «Pues él dice que sí viniste aquí». Minutos después, Jesús llega a la casa.

-Jesús: Hola.

-Remedios: Venga vete hablar con él, yo ya estoy hasta la coronilla.

-J: Pero, a ver, ¿qué pasó?

-R: Dice que estuviste aquí y venga, grita como un loco, así que hablad, pero no gritéis, ¿eh?

-J: ¿Qué pasó?

-Manolo: ¿tú viniste aquí el fin de semana, ¿no?

-J: Este fin de semana vine a la entrada, cogí una bolsa...

-M: Pero ¿viniste a esta habitación? (se deduce que niega con la cabeza). Vale, pues entonces hay que mirar eso, porque aquí vinieron, fuera quien fuera, aquí vinieron. Tu madre no fue, yo no fui, tú tienes llave, por lo tanto... Hay que mirar eso, te voy a dar una oportunidad, no sé. Yo sólo te digo que ahí vinieron, fuera quien fuera.

-R: (Dirigiéndose a su hijo) Hasta llega a pensar que le dejaste las llaves a...

-M: ¡Fuera quien fuera!, yo te digo que ahí, en esa habitación, estuvieron.

-J: Yo no le dejé la llave a nadie.

-M: Bien, ¡me parece muy bien!

-J: ¿Quieres ver más? Yo tengo la llave de su casa.

-M: Bien, pero a mí no me importa lo que hagas tú, yo solamente te digo que a esa habitación fuisteis, quien fuera, tu madre creo que no fue porque anduvo siempre conmigo.

-J: ¡Manda carajo! (...).

-M: Me cago en la vida, yo estoy paranoico, yo estoy paranoico, por eso, estoy paranoico de ese día, yo no sé el que fuera, a partir del jueves por la tarde.

(...)

-J: Sinceramente, ¿qué fue lo que notaste cambiado?

-M: Yo noté cambiado porque siempre dejo...

-J: Pero ¿qué fue lo que notaste cambiado?

-M: Ayyyyy. Eso es lo que quieres saber. Para otra vez... para otra vez... ¡Ah claro!

-J: ¿Que eso es lo que quiero saber?

-M: ¡Eso es lo que quieres saber, claro!

-R: (llorando) A ver si, pero que dice que...

-J: ¿Te falta algo?

-M: Yo solamente te estoy diciendo que ahí anduvisteis, fuera quien fuera. ¡Y en mis cosas no anda nadie! Y con eso lo doy por terminado.

-J: Escucha una cosa, pero te voy a preguntar, ¿te falta algo?, ¿te robaron algo? Lo que sea, no me digas el qué, ¿te falta algo?

-M: Yo solamente...

-J: Te falta, ¿sí o no?

-M: En mis cosas no quiero que ande nadie.

-R: Él dice que tocaste allí.

-J: Pero, a ver, ¿te falta algo? Si te falta algo voy a poner una denuncia: «señor guardia civil, tengo yo unas llaves, investígueme todo lo que quiera».

La discusión acaba así. Manuel se retira, pero Remedios y Jesús siguen hablando entre ellos.

-R: Carajo, a ver si revienta de una puta vez, es que hacer eso con un hijo, y además el hijo que saliste, joder, si llegas a ser un delincuente o que andas con la droga, ya te mata.

-J: A mí qué carajo me interesan los papeles que tiene ahí.

-R: ¿Qué tiene ahí? ¡No tiene más que mierda! Yo ya le dije no sé si andaría un ratón ahí, no sé si habrá ratones, lo que tiene ahí es mierda nada más, pero debe de pensar que le van a mirar allí. ¿Qué carajo le van a mirar allí? Ya se sabe lo que hay ahí, mierda.

Jesús se va de la casa. Su madre no para de llorar. Escucharla en las grabaciones, además de duro, produce una honda pena. La mujer del electricista llega incluso a vomitar de los nervios. Llama de nuevo a su hijo y le pide que regrese. Los siguientes minutos de grabación son impactantes y ponen la piel de gallina, pero el resumen es que los audios demuestran que Jesús y Remedios desconocían qué escondía Manuel en su habitación secreta. No sabían ni que guardaba millones, ni que había documentos robados de la catedral de Santiago. No hay mayor prueba de la inocencia de ambos que la propia grabación hecha por la Policía. El juez Vázquez Taín conocía su contenido, pero a pesar de ello, envió a prisión provisional tanto a Remedios como a Jesús. En el juicio que se está celebrando en la Audiencia Provincial, las escuchas fueron declaradas nulas el primer día. La sala dictaminó que el juez se excedió gravemente al dar su autorización para colocar los micros y no es la primera vez que le pasa. Lo rocambolesco es que un magistrado pusiera escuchas para cazar al ladrón y que hayan sido anuladas cuando lo que ponen sobre la mesa es la inocencia de dos de los tres acusados. Los próximos días prometen ser movidos en la Audiencia.

LAS CONVERSACIONES

Lloros y gritos en el domicilio

-Manolo: Yo solamente te estoy diciendo que ahí anduvisteis...

-Jesús: Dale...

-M: ¡Y en mis cosas no anda nadie! Y con eso lo doy por terminado.

-J: Escucha una cosa: ¿te falta algo? ¿Te robaron algo? Lo que sea, no me digas el qué, ¿te falta algo?

-M: Yo solamente...

-J: ¿Te falta sí o no?

-M: En mis cosas no quiero que ande nadie.

-Remedios: Él dice que tocaste allí.

-J:Pero, a ver, ¿te falta algo? Si te falta algo voy a poner una denuncia: «Señor guardia civil, tengo yo unas llaves, investígueme todo lo que quiera».

-R: (llorando) Jesús, por favor, calla, los de calo tienen el mismo problema con su padre.

-J: ¡Toma las llaves!

-M: No, que le cambio la cerradura y te quedas sin llaves si quiero.

-J: ¡Vale! Pues ¡venga! ¡Cámbiala! ¿A mí qué me importa? Yo no tengo necesidad de ellas.

-R: (llorando) Pero, Dios mío, no podrá venir mi hijo a casa... es que no se qué hacer con él, joder... Cada 15 días arma un escándalo y ahora dice que fuiste tú y luego que fui yo.

-J:¿Qué quieres? ¿Que marche para otro país y así no puedes echarme la culpa? Pues marcho, joder, marcho.

-R: (llorando) Manolo...