La Coruña

Alfonso Basterra: la sombra de una duda

Tras examinar el sumario a fondo, las pruebas sólo implican a Rosario Porto, mientras al padre sólo le inculpa su conducta

Alfonso Basterra: la sombra de una duda
Alfonso Basterra: la sombra de una dudalarazon

Al magistrado encargado del «caso Asunta» le han entrado las prisas. Desde hace bastantes semanas sabe que se va a trasladar de Santiago de Compostela a un juzgado de La Coruña, pero antes debe dejar bien cerrada la instrucción.

Al magistrado encargado del «caso Asunta» le han entrado las prisas. Desde hace bastantes semanas sabe que se va a trasladar de Santiago de Compostela a un juzgado de La Coruña, pero antes debe dejar bien cerrada la instrucción. A eso se ha comprometido. Probablemente, fruto de esta urgencia, el pasado 3 de junio dictó un auto en el que daba plazo a la Fiscalía y a la asociación Clara Campoamor para que presentasen su escrito de conclusiones provisionales. Al día siguiente tuvo que morderse la lengua y rectificar. Había olvidado que la Ley establece que antes se debe preguntar a los abogados si desean pedir que se realice alguna prueba más. Corrigió y les preguntó.

Finalmente, el pasado miércoles volvió a dar plazo al Ministerio Público para que relate cómo cree que sucedieron los hechos, enumere las pruebas y los testigos a los que va a llamar a declarar en el juicio y diga cuántos años de cárcel solicita para Rosario Porto y Alfonso Basterra. Pero olvidó el magistrado Vázquez Taín que tiene sobre la mesa un recurso de reforma que resolver y que debería haberlo hecho antes de dar otro paso. En ese recurso, el abogado de Rosario Porto, Gutiérrez Aranguren, denuncia que no puede ver muchos de los vídeos de las cámaras de seguridad del día del crimen. El programa exige una clave para acceder al contenido, clave que el juzgado no ha facilitado. Incluso, cuando reproduce algunos de los que no le piden contraseña, la imagen sale velada o totalmente negra, por lo que pide que le entreguen imágenes que no den problemas. «La lógica indica que lo desestimará, pero Aranguren puede apelar luego a la Audiencia Provincial», dicen fuentes jurídicas. «Se puede estar vulnerando el sagrado derecho de defensa y, en puridad, implica una nulidad de las actuaciones, con lo que eso significa». Sin embargo, nadie duda en Santiago de Compostela de que Rosario Porto y Alfonso Basterra serán condenados por asesinato a los veinte años que va a pedir el Ministerio Público para cada uno de ellos.

La duda se plantea en torno a Alfonso Basterra. ¿Se podrá demostrar que participó directamente en la muerte de su hija? Vázquez Taín lo tiene claro: «Técnicamente existen indicios que han sido analizados y enumerados hasta la saciedad y que indican fundadamente que el imputado Alfonso Basterra participó activamente en la adquisición reiterada y prolongada en el tiempo de Loracepan, que suministró a la asesinada Asunta Yong. Que igualmente adquirió y participó en la suministración de Loracepan a Asunta para anular su voluntad y así facilitar su asesinato. Que presuntamente participó también en la inmovilización con cuerdas y asfixia mecánica de la menor». La lectura del sumario no avala que Basterra atara y asfixiara a su hija. ¿Cómo llegó de Santiago de Compostela al chalé de Montouto? Nadie sabe cómo, si es que lo hizo, porque ni hay testigos que le vieran allí ni ninguna cámara de seguridad le graba a él o a su coche la tarde-noche del asesinato. Pero es que, además, no existen indicios directos o indirectos que sostengan que participase en las acciones de atar y colaborar en la asfixia de su hija. «Probablemente, Su Señoría ha expresado en el auto su convencimiento personal más que lo que sugieren las pruebas. Es obvio que el comportamiento del padre no es el de un inocente, pero, en realidad, lo que hay que hacer es valorar las evidencias», apuntan fuentes jurídicas.

Todo sugiere que el juicio se celebrará a la vuelta del verano. Un jurado popular analizará las pruebas y escuchará a los testigos, que según cree la Fiscalía demostrarán que el 21 de septiembre, probablemente en un plan preconcebido, Asunta Basterra fue drogada con una gran cantidad de Orfidal, lo que le impedía defenderse. Fue trasladada por su madre hasta el chalé que tienen en Montouto y allí acabó con su vida. Más tarde colocó el cuerpo de su hija en la parte de atrás de su vehículo y se desplazó en el coche hasta una pista forestal cercana donde, a pesar de su escasa corpulencia, sacó el cuerpo y lo depositó sobre la tierra. Después regresó a Santiago, y tras dar la voz de alarma de que su hija no estaba en el domicilio, donde en un primer momento dijo haberla dejado, ambos, padre y madre, se dirigieron a comisaría a presentar una denuncia. Esa misma noche, dos jóvenes encontraron el cuerpo de la menor y llamaron a la Guardia Civil. Mientras se realizaba el levantamiento del cadáver, dos agentes acompañaron a los padres a la casa de Montouto en busca de evidencias. Los guardias describen un comportamiento altamente sospechoso por parte de ambos, con afirmaciones contradictorias e incluso, en el caso de Rosario, tratando de eliminar alguna evidencia que había en el domicilio.

Según unos, hay pruebas más que suficientes para sostener ambas condenas; otros creen que no. Lo que realmente no está claro, ni ha quedado reflejado en los miles de folios que acumula la causa, es el móvil. Nunca antes en nuestro país dos padres se habían puesto de acuerdo en matar a su hija. ¿Por qué presuntamente lo hicieron?

JARAMILLO, DESIMPUTADO

El que no se sentará en el banquillo de los acusados será Ramiro Cerón Jaramillo, el joven cuyo semen se detectó en la camiseta de Asunta cuando se analizaron cada una de las pruebas en los laboratorios de Madrid. El juez está convencido de que estos fluidos llegaron a la prenda porque hubo una contaminación en los laboratorios de la Guardia Civil y que no hay indicios que apunten a que participó en el crimen. Su abogado, Alberto Martín, se muestra muy satisfecho con la decisión de Vázquez Taín: «Lo dijimos desde el principio y nos han acabado dando la razón. Ramiro es inocente. Han sido meses de lucha, pero hemos aportado pruebas y testimonios que demuestran que el día del crimen estuvo en Madrid y no en Santiago de Compostela y, por tanto, que no participó en el asesinato de Asunta. Estamos muy satisfechos porque se ha hecho justicia». Durante varios meses, la vida de Ramiro se ha convertido en un calvario, pero tras la decisión del juez podrá retomar su vida.