Violencia de género

Asesinatos puros y duros

La Razón
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Hace años, cuando sucedía un caso como el de Castelldefels se le denominaba crimen pasional. Tan desafortunado como el nombre de violencia de género cuando de lo que hablamos es de asesinatos puros y duros, los protagonicen hombres o mujeres. Podemos especular todo lo que queramos sobre las causas, pero lamentablemente el resultado no va a cambiar. Podrán hablar de separación, de infidelidades, de celos, de venganzas, de discriminación machista o feminista, de lo que quieran, pero no existe ninguna situación, por desesperada que sea, que justifique semejante barbaridad. Ni es el primer caso ni será el último, a no ser que se empiecen a hacer las cosas bien.

Un acto de locura implica cierta espontaneidad y es difícil de evitar, pero la premeditación de un asesinato no. Que ahora salga el partido político de turno, el que sea, para decir que hay legislar a favor de los menores maltratados porque un padre ha matado a sus hijos roza el espectáculo circense. Sobre todo teniendo en cuenta que todos los grupos políticos representados en el Congreso tardaron once años en aprobar una mediocre y deficiente Ley contra la Violencia de Género con vocación de queso gruyère, que no sólo no impide la muerte de mujeres, sino que asfalta el camino para que este drama sea utilizado por otras personas en beneficio propio en situaciones muy distintas. Y negar esto es tan inútil e hipócrita como refutar la realidad por muy desagradable que sea . Si los políticos legislaran correctamente y no con la mediocridad que lo hacen, los jueces y la Policía lo tendrían mucho más fácil y se evitarían muertes de niños , mujeres y hombres. Quizá convenga empezar a pedir responsabilidades.