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Cuando el lince ibérico conquistó Europa
Hoy sólo quedan 300 ejemplares, pero antaño pudo haber dominado el continente
Hoy sólo quedan 300 ejemplares, pero antaño pudo haber dominado el continente
El lince ibérico es la especie de felino más amenazada del planeta. Hoy sólo puede encontrarse en la Península Ibérica, donde residen poco más de 300 ejemplares repartidos en cuatro poblaciones: el entorno de Doñana, el núcleo de Andújar-Cardeña, Guadalmellato en Córdoba y Guarrizas en Jaén. Pero antaño, este animal, al que han llamado el fantasma del bosque mediterráneo, pudo haber vivido ampliamente en toda la Península e, incluso, colonizar el sur de Francia y el norte de Italia para extenderse por todo el suroeste europeo.
Esa es la conclusión que hizo pública ayer un equipo internacional de investigadores liderado por Juan Luis Arsuaga pertenecientes al centro de investigación de la Universidad Complutense de Madrid y al Instituto de Salud Carlos III. El estudio ha analizado ADN mitocondrial de fósiles de lince atribuidos a la especie ibérica y a otras dos tipologías de este felino: el lince euroasiático (que aún existe) y otra especie ya extinguida a la que se denomina lince de las cavernas.
Precisamente éste último es aún hoy objeto de debate. Se pensaba que habitó la franja suroccidental de Europa durante el Pleistoceno. Probablemente se tratara de una modalidad del lince americano original que migró al viejo continente a través del estrecho de Bering y quedó aislado en el sur durante alguna de las glaciaciones. De aquel aislamiento surgió la especie Lynx pardinus espelaea, extinto ancestro directo del actual lince. Era aquel un felino más corpulento que el ibérico pero más pequeño que el euroasiático. Pero el análisis de ADN llevado a cabo ahora por los paleontólogos parece indicar que los fósiles de linces de las cavernas utilizados para el estudio pertenecen, en realidad, a linces ibéricos de mayor tamaño que los actuales.
Cambio en la evolución
Si se tiene en cuenta que también contamos con datos genéticos de otros linces de especie ibérica en el sur de Francia, los expertos consideran que podemos encontrarnos ante un cambio de paradigma en la evolución de este animal. Es posible que el lince ibérico colonizase buena parte del continente durante el Pleistoceno y el Holoceno. ¿Qué es lo que hizo, entonces, que su hábitat se redujera hasta el extremo de quedar confinado a una pequeña franja en Iberia?
Los científicos manejan dos posibilidades: por un lado, puede que la competencia con el lince euroasiático (de mayor tamaño) provocase desplazamientos hacia el sur. Allí, y también por competencia, los ancestros del lince ibérico se superespecializaron en el consumo primario de un solo alimento: el conejo. Es sabido que nuestra Península era rica en ese animal y, por lo tanto, la salida ideal como nicho ecológico para el lince pequeño europeo. Esa superespecialización puede estar en la base también de otra característica del lince ibérico: su pobre diversidad genética. A lo largo de 50.000 años, su ADN apenas se ha modificado. No está claro si esta pobreza es la culpable del descenso drástico de la población en los últimos milenios (algunos autores creen que poblaciones pequeñas y poco diversas genéticamente no tienen por qué desaparecer), pero sí es evidente que hoy es un handicap para el desarrollo y la recuperación de la especie.
En 2014 fallecieron 28 linces, la mayoría por atropello. Fue uno de los peores años en la historia reciente para la especie y la merma ha supuesto que en 2015 esté en peligro el mantenimiento de las tasas de reproducción del animal. Por eso es importante conocer todo lo posible sobre su origen genético y ofrecer a los conservadores suficientes herramientas para buscar una mejora en la reproducción.
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