Irak
El genoma de Kostenki: tras la pista de un linaje desconocido de hace 36.000 años
Un nuevo estudio sobre el ADN recuperado de un fósil de uno de los europeos más antiguos conocidos, un hombre que vivió hace 36.000 años en Kostenki, el oeste de Rusia, ha demostrado que la ascendencia genética de los primeros humanos europeos sobrevivió al Último Máximo Glacial: el punto álgido de la última edad de hielo.
El estudio, cuyos resultados se publican en ‘Science’, también revela un calendario más preciso de cuándo los humanos y los neandertales se cruzaron, y encuentra evidencia de un contacto temprano entre los cazadores-recolectores europeos y los del Medio Oriente, que más tarde desarrollaron la agricultura y se dispersaron en Europa hace unos 8.000 años, cambiando la reserva genética europea.
Los científicos creen ahora que los euroasiáticos se separaron en al menos tres poblaciones antes de hace 36.000 años: eurasiáticos occidentales, asiáticos del este y un tercer linaje misterioso, todos con descendientes que desarrollarían las características únicas de la mayoría de los pueblos no africanos, pero no antes de que se produjera algún cruce con los neandertales.
Liderado por el Centro de Geogenética de la Universidad de Copenhague, Dinamarca, el trabajo fue realizado por un equipo internacional de investigadores de instituciones como los Departamentos de Arqueología y Antropología y Zoología de la Universidad de Cambridge, Reino Unido.
El equipo descubrió una sorprendente “unidad” genética desde los primeros humanos modernos en Europa, lo que sugiere que una ‘metapoblación’ de cazadores-recolectores del Paleolítico con profunda ascendencia compartida logró sobrevivir a través del Último Máximo Glacial y colonizar la masa continental de Europa durante más de 30.000 años.
Aunque las comunidades de esta población general se expandieron, mezclaron y fragmentaron durante profundos cambios culturales y el feroz cambio climático, se trató de una “reorganización de la misma cubierta genética”, dicen los científicos, y las poblaciones europeas en su conjunto mantuvieron el mismo hilo genético de su primer establecimiento fuera de África hasta que las poblaciones de Oriente Medio llegaron en los últimos 8.000 años, llevando la agricultura y un color de piel más suave.
“Durante 30.000 años, las capas de hielo llegaron y se fueron, cubriendo en un momento las dos terceras partes de Europa. Culturas antiguas murieron y otras nuevas surgieron, como la Auriñaciense y la Gravetiense, durante miles de años, y las poblaciones de cazadores-recolectores iban y venían. Pero ahora sabemos que no hay nuevos conjuntos de genes: estos cambios en la supervivencia y culturales se superponen en el mismo fondo biológico”, subraya la doctora Marta Mirazón Lahr, del Centro Leverhulme de Estudios Evolutivos Humanos de Cambridge (LCHES, por sus siglas en inglés).
“La estructura de la población europea cambió de manera significativa sólo cuando llegaron los agricultores desde Oriente Próximo hace unos 8.000 años”, añade esta investigadora del estudio. El genoma de Kostenki contenía también, al igual que toda la población actual de Eurasia, un pequeño porcentaje de los genes de Neanderthal, lo que confirma hallazgos anteriores que muestran que hubo un evento de mezcla a principios de la colonización humana de Eurasia: un periodo en el que los neandertales y los primeros humanos que salieron de África hacia Europa se cruzaron brevemente.
El nuevo estudio permite a los científicos estimar que este “evento” ocurrió hace alrededor de 54.000 años, antes de que la población de Eurasia empezara a separarse. Esto significa que, incluso hoy en día, cualquier persona con una ascendencia euroasiática, desde el chino al escandinavo y al norteamericano, tiene un pequeño elemento de ADN neandertal.
Sin embargo, a pesar de que los euroasiáticos occidentales compartieron la masa continental europea con los neandertales durante otros 10.000 años, no se produjeron nuevos periodos de mestizaje. “Ahora la pregunta es por qué hubo tan poco mestizaje. Es un hallazgo extraordinario que no entendemos todavía”, plantea el profesor Robert Foley, también de LCHES y autor del estudio.
Pistas sobre un linaje desconocido
Único en el genoma de Kostenki es un pequeño elemento que comparte con las personas que viven actualmente en zonas del Medio Oriente y que poseía también la población de agricultores que llegaron a Europa hace unos 8.000 años y se integraron con los cazadores-recolectores indígenas.
Este contacto temprano es sorprendente, según los científicos, y ofrece las primeras pistas de un linaje desconocido que podría ser tan antiguo o más que las otras líneas genéticas principales de Eurasia. Estas dos poblaciones deben haber interactuado brevemente antes de hace 36.000 años y luego mantenerse aisladas una de la otra durante decenas de milenios.
“Este elemento del genoma de Kostenki confirma la presencia de un importante linaje de una población todavía sin identificar en Eurasia. La población se separó muy temprano de antepasados de otros euroasiáticos, tanto de europeos como asiáticos del este”, detalla Andaine Seguin-Orlando, del Centro de Geogenética en Copenhague.
Según Mirazón Lahr, aunque Eurasia occidental estaba ocupada mezclándose como una ‘metapoblación’, no hubo mestizaje con esta misteriosa población durante unos 30.000 años, lo que significa que debe haber habido algún tipo de barrera geográfica durante milenios,a pesar de que Europa y el Medio Oriente parecen, al menos para nosotros, estar muy cerca geográficamente.
Pero el genoma de Kostenki no sólo muestra la existencia de esta población sin determinar, sino que hubo por lo menos un tiempo en el que cualquier barrera existente se convirtió brevemente en permeable. “Esta población misteriosa puede haber sido pequeña durante mucho tiempo, sobreviviendo en refugios en áreas tales como las montañas de Zagros de Irán e Irak, por ejemplo”, propone Mirazón Lahr.
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