Investigación científica
¿Por qué unas personas viven más que otras? Éste es el secreto que los «superagers» guardan en su sangre
Su media de edad es de 92 años y son los elegidos para un estudio de la Universidad de La Sapienza en Roma. Tras analizar su fisiología, descubrieron que la microcirculación de la sangre entre sus órganos y sus músculos no envejece.
Su media de edad es de 92 años y son los elegidos para un estudio de la Universidad de La Sapienza en Roma. Tras analizar su fisiología, descubrieron que la microcirculación de la sangre entre sus órganos y sus músculos no envejece.
Los seres humanos tenemos cierta tendencia a no querer envejecer. Quizás porque somos la única especie animal consciente de que lo hacemos. Y dicha consciencia, que nos abruma y nos ata al paso del tiempo, que nos obliga a fabricar herramientas de medición del devenir de las horas y nos enfrenta a las arrugas del espejo, también nos obliga a preguntarnos por las razones de este sino. ¿Qué es lo que nos hace envejecer?
No nos los preguntamos sólo por mera curiosidad intelectual, que también, sino porque conociendo las causas de nuestro deterioro temporal quizás estemos más cerca de aprender a detenerlo. Al menos, a disminuir su insultante velocidad.
La ciencia pretende poner cerco a los factores que influyen en la longevidad humana. Se han encontrado claves genéticas que determinan que unas personas vivan más que otras y que costumbres como el ejercicio físico moderado o ciertas dietas favorecen una vejez más sana. Se ha encontrado una relación entre la ingesta de cantidades menores de calorías y la longevidad y algunos procesos de reparación celular están en la base de un cuerpo más añoso y sano.
Ahora, la ciencia ha sorprendido a propios y extraños con el hallazgo de otro factor, hasta el momento insospechado, que parece determinar biológicamente si una persona va a ser más longeva.
El hallazgo viene de la mano de un estudio piloto realizado por investigadores de la Universidad de La Sapienza en Roma sobre la base de algunas de las personas vivas más longevas del mundo. Tras analizar su fisiología, se ha descubierto que sus cuerpos albergan un secreto hasta ahora poco comprendido: la microcirculación de la sangre entre sus órganos y sus músculos no envejece. De hecho, en personas de más de 100 años de edad, la perfusión sanguínea en las proximidades de los órganos vitales es tan eficaz como la de un individuo de 60 años.
La razón de esa cualidad casi juvenil puede encontrarse en la actividad de una sola hormona: bajos niveles en sangre de un péptido adrenomodulina (ADM) podrían ser un indicador de una microcirculación excepcionalmente buena a edades avanzadas.
El descubrimiento es de gran importancia para la ciencia del envejecimiento, siempre empeñada en encontrar pistas biológicas que permitan medir cuán longevo será un individuo de antemano.
Los autores de esta investigación realizaron varios estudios sobre salud y estilo de vida en dos grupos de habitantes de la región italiana de Cilento, en la provincia meridional de Salerno. Esta área del país presenta una alta proporción de personas excepcionalmente longevas y es un escenario de gran valor a la hora de establecer posibles conexiones entre el estilo de vida mediterráneo y la salud.
Uno de los grupos estudiados estaba formado por 29 personas de alta longevidad cuya edad media era de 92 años. El segundo grupo lo conformaban 52 familiares de las anteriores con edades más jóvenes (una edad media de 60 años). Se esperaba que los segundos, que compartían familia u hábitos con los primeros, fueran tan longevos como ellos. A todos se les tomaron valores biológicos en sangre relacionados con la función cardiaca (MR-ProANP) y el funcionamiento de los riñones. En este último caso, se trazó la presencia del marcador renal penKid. También se analizó la evolución del citado péptido ADM.
Todos estos valores fueron comparados posteriormente con los resultados basales obtenidos del estudio de 194 individuos sanos de 64 años como edad media, monitorizados durante nueve años en la localidad sueca de Malmoe.
Tal como era de esperar, en los dos grupos jóvenes (el italiano y el sueco) los niveles bajos de marcadores penKid y MR-ProANP demostraban que aún no habían padecido un gran deterioro en la función cardiaca y renal. En el grupo de 92 años estos valores ya eran elevados, es decir, en teoría se había empezado a generar tal deterioro. De hecho, muchos de estos pacientes tenían niveles en sangre de esta hormona similares a los enfermos graves del corazón o del riñón. Pero sus órganos parecían no estar demasiado dañados. ¿Por qué? ¿Qué hacía que estos ancianos mantuvieran una función orgánica sana a pesar de los altos niveles de marcadores que indicaban lo contrario? La diferencia está en la otra hormona, la ADM, cuyos niveles seguían siendo tan bajos como en una persona 30 años más joven.
Un nivel bajo de esta sustancia es precursor de una mejor microcirculación endotelial, una mayor irrigación de los órganos vitales y un mejor estado de salud.
La microcirculación consiste en la irrigación de los pequeños capilares donde los nutrientes y el oxígeno son suministrados directamente a las células a la vez que se extraen las toxinas y el CO2 derivados del metabolismo celular. Músculos, órganos y piel se nutren de este intercambio.
Ahora sabemos que en ese minúsculo territorio de la anatomía puede residir una clave oculta para ser más viejos y más sanos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar