Agencia Espacial Europea
Europa no quiere que la NASA esté sola en Marte
La Agencia Espacial Europea (ESA) intenta el día 19 una histórica misión para ser la segunda misión, tras las de los Estados Unidos, en tomar tierra en el planeta rojo. Un complejo paracaídas intentará asegurar el arriesgado aterrizaje
El hombre ha enviado ya 40 misiones a Marte, aunque es consciente de que todas ellas no son más que el aperitivo de la verdaderamente trascendental, aquella que pueda presumir, realmente, de haber colonizado el planeta con la presencia de un ser humano sobre su superficie.
La carrera comenzó con un “gatillazo”, cuando en 1962 la nave soviética Sputnik 24 ni siquiera logró sobrepasar la atmósfera terrestre. En cualquier caso, estaba condenada a fracasar por un error en los parámetros que medían la atmósfera del planeta rojo. Moscú lo intentó también, aunque sin rematar la faena, en la década de los 70, con otras cuatro misiones que acabaron en colisión, en un desvío inoportuno o en un trabajo de recolección de datos de... 20 segundos.
Más suerte tuvo la industria aeroespacial estadounidense, que lograron con dos naves Viking sendos aterrizajes en el planeta en 1976. Lo repetirían en otras cinco ocasiones, un éxito que quiere ahora repetir la Agencia Espacial Europea (ESA), empeñada en convertirse en la segunda agencia espacial, tras la NASA, en posarse en Marte.
La hazaña se intentará el próximo 19 de octubre, dentro de la misión ExoMars. Hace unos días, la ESA presentó una réplica a tamaño real del módulo demostrador de entrada, descenso y aterrizaje Schiaparelli y quedó claro lo que ya se sabía: que el aterrizaje es el momento más delicado de toda la operación.
Con 600 kg de peso, Schiaparelli, desarrollada por la ESA y Roscosmos, demostrará la tecnología europea llevando a cabo un aterrizaje controlado en Marte con ayuda de un paracaídas de 12 m de diámetro.
Su cubierta se desplegará a 1.700 km/h y el aterrizaje durará unos 6 minutos. En menos de 2 minutos, el paracaídas logrará frenar el descenso del módulo hasta los 240 km/h, antes de desprenderse a aproximadamente 1 km de la superficie, según los datos aportados por la ESA.
A continuación se encenderán los propulsores que controlarán la velocidad de la sonda y la superficie de contacto quedará amortiguada por una estructura deformable situada bajo el módulo. El módulo en sí estará alojado dentro de la cápsula de descenso que muestra la fotografía y tanto la cubierta posterior como el escudo térmico se desecharán durante el descenso, detallan los expertos de la agencia europea.
Del éxito de la operación dependerá que los estadounidenses no estén solos en Marte.
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