Psiquiatría

La cara oculta de los antihistamínicos

Varios medicamentos para combatir la ansiedad, antihistamínicos y antigripales aumentan el riesgo de demencia y dañan el cerebro de personas mayores.

La cara oculta de los antihistamínicos
La cara oculta de los antihistamínicoslarazon

Varios medicamentos para combatir la ansiedad, antihistamínicos y antigripales aumentan el riesgo de demencia y dañan el cerebro de personas mayores.

Antihistamínicos, antidepresivos, antipsicóticos, antigripales, medicamentos para la acidez estomacal, fármacos para el control de la vejiga... y así, hasta completar una larga lista de principios activos, algunos de ellos disponibles en farmacia sin necesidad de receta, que podrían tener una cara oculta que hasta ahora no se había contemplado. Un estudio realizado por la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana (EE UU), y publicado en la revista «JAMA Neurology» ha analizado los efectos en personas mayores de una serie de fármacos considerados anticolinérgicos. ¿Los resultados? Aquellos que los tomaban con regularidad vieron empeorada su cognición, mostraban un incremento de la atrofia cerebral –tejidos y células destruidas–, sufrieron una reducción de ciertas áreas del cerebro y un aumento del riesgo de la demencia.

¿Qué son los anticolinérgicos? Son sustancias que se oponen a la acción de la acetilcolina, una molécula que actúa como neurotransmisor y que permite la comunicación nerviosa entre dos neuronas. Así, la acetilcolina resulta determinante para la actividad de la memoria y el aprendizaje y la actividad muscular.

El equipo de la Universidad de Indiana analizó los historiales de 451 personas, entre 70 y 75 años, que presentaban un estado cerebral normal antes de ingerir estos medicamentos. Examinó los tests de memoria así como imágenes a través de resonancia magnética y otras técnicas de neuroimagen. Tras la ingesta regular de los fármacos, además de la pérdida de la memoria inmediata, estas personas vieron reducidas algunas zonas cerebrales como el lóbulo temporal. «El uso de los anticolinérgicos entre personas adultas debería rechazarse si hay terapias alternativas disponibles», concluye el texto.

Como explica José Luis Poveda, presidente de la Comisión Nacional Especialidad de Farmacia Hospitalaria y Atención Primaria, la administración de anticolinérgicos en personas mayores «pueden producir una pérdida orientación, pero no un deterioro cognitivo de futuro. Nada irreversible». Además, señala que los antidepresivos no son anticolinérgicos, aunque sí pueden presentar «reacciones colaterales» en este sentido.

Shannon Risacher, autora principal del estudio, aclaró a LA RAZÓN que «sólo algunos antidepresivos son anticolinérgicos, como los llamados tricíclicos». Entre ellos, cita el Paxil, cuyo principio activo es la paroxetina, utilizado en pacientes con depresión, ansiedad o trastornos obsesivo-compulsivos. De hecho, en el listado elaborado por la Universidad de Indiana aparece con una puntuación de tres sobre tres en lo que a estos efectos secundarios se refiere. Otros más populares, como el diazepam –comercializado como Valium– «muestran unos efectos anticolinérgicos más bajos». En todo caso, la lista incluye fármacos de venta libre, como son Benadryl, Tylenol y Advil, utilizados para aliviar los síntomas de alergias y resfriados.

Estos deterioros puestos de relieve en el estudio, ¿podrían afectar también a gente joven? Según Risacher, «los adultos jóvenes pueden no ser tan susceptibles a estos efectos, debido a que el neurotransmisor bloqueado por estos fármacos, la acetilcolina, disminuye con el envejecimiento y sobre todo con la demencia». Sin embargo, según la investigadora, «se necesitan estudios adicionales para descartar de forma concluyente los efectos sobre los individuos más jóvenes, especialmente aquellos que toman la medicación en dosis altas o durante largos períodos de tiempo».

Risacher cree que se necesitan «más estudios en modelos animales y muestras más grandes de individuos, con registros médicos bien controlados, para apoyar nuestros hallazgos». Ahora bien, los pacientes también «deben ser conscientes de los posibles efectos secundarios de todos los medicamentos de venta libre y también de los recetados. Deben hablar con sus médicos acerca de alternativas eficaces», concluye.