Ciencias humanas

Los humanos usan feromonas para identificar al otro sexo

Dos hormonas diferentes secretadas en las axilas y los genitales informan del género a hombres y mujeres. El fenómeno también se reproduce pero a la inversa entre los gays aunque no en las lesbianas

Siluetas mostradas a los voluntarios, desde la más femenina (izquierda) a la más masculina
Siluetas mostradas a los voluntarios, desde la más femenina (izquierda) a la más masculinalarazon

Como las abejas, los conejos o los jabalíes, los humanos también pueden estar utilizando feromonas para comunicarse. Tras años de debate científico sobre la emisión de esas señales químicas por el cuerpo humano, un experimento muestra ahora cómo dos hormonas diferentes, una para el hombre y otra para la mujer, son usadas inconscientemente para identificar el sexo del otro. El fenómeno contrario también se produce entre los hombres homosexuales pero no lo han detectado en las mujeres lesbianas.

Las feromonas son señales químicas que emplean muchos animales y plantas para comunicarse, afectando a la fisiología y a la conducta de otros miembros de su misma especie. Estos compuestos se pueden clasificar según su función: su liberación puede ser una señal de alarma ante un ataque, como ocurre entre las abejas; una forma de marcar el territorio, como hacen perros y gatos; para reforzar los lazos familiares, como en los conejos; o las hay sexuales, que preparan al apareamiento, en el caso de los jabalíes.

En los humanos su presencia es muy discutida. A pesar del gran negocio que hay alrededor de las supuestas feromonas sexuales y del propio interés de la industria por encontrarlas, los seres humanos tienen atrofiado el órgano vomeronasal y carecen de un bulbo olfatorio accesorio que, ubicados entre la nariz y la boca en otros mamíferos no primates, permiten a los otros animales captar e interpretar esas señales. Y eso que, por el número y tamaño de nuestras glándulas sebáceas y apocrinas, somos los simios más aromáticos de todos.

Lágrimas antieróticas

Sin embargo, hay estudios que sí indican que los humanos emiten feromonas y que, de forma no consciente, las saben interpretar. En un estudio seminal publicado en la revista Nature en 1988, unos investigadores demostraron cómo la exposición a unos componentes inodoros recogidos de las axilas de mujeres durante la menstruación afectaba al ciclo menstrual de otras féminas. Más recientemente, y publicado en la revista Science, otro trabajo demostraba que los hombres que olían las lágrimas de una mujer veían reducido su apetito sexual.

Ahora, investigadores de la Academia China de Ciencias (ACC) han realizado un original experimento para demostrar que los humanos liberan feromomonas que informan al otro de su sexo. Se centraron en dos esteroides señalados como los mejores candidatos a ser feromonas sexuales. Por un lado la androstadionona, presente en el semen, el vello axilar y en la piel de las axilas. Varias investigaciones han revelado que provoca un aumento de los niveles de cortisol, una hormona que, entre otras cosas, activa el sistema nervioso simpático. Por otro lado está el estratetraenol, un derivado de una hormona sexual presente sobre todo en la orina de las mujeres y en sus genitales. Ambas sustancia parecen provocar una respuesta cerebral diferente en el hipótalamo. Mientras la primera activa el de las mujeres heterosexuales y hombres homosexuales, el segundo reactiva el de los hombres heterosexuales y las mujeres homosexuales. ¿Pero comunican algún tipo de información sobre el género o la orientación sexual?

Para responder a esa pregunta, los investigadores chinos seleccionaron a cuatro grupos de 24 personas cada uno de hombres y mujeres heterosexuales y homosexuales. En varias sesiones y durante tres días, los voluntarios tuvieron que ver un vídeo usado habitualmente en los estudios sobre la locomoción humana. Con las técnicas usadas en los estudios de animación, compusieron una escena de siete siluetas iluminadas por 15 puntos a lo largo del cuerpo mientras caminaban. Sus andares iban desde los más femeninos a los más masculinos, con un estado neutro en el centro de la escala. Para dificultar su juicio, la duración de las imágenes era de apenas 500 milisegundos, la duración estándar del tempo en la música de baile.

Claro efecto

Mientras veían el vídeo, los participantes fueron expuestos de forma aleatoria y consecutiva a 4 mililitros de estratetraenol, otros tantos de androstadionona y a una tercera solución que hacía las veces de control del experimento. Aunque el primero es inodoro, la mayoría de la población sí puede distinguir el olor de la segunda. Por eso, los investigadores enmascararon las tres sustancias diluyéndolas en un aceite de clavo.

En una primera fase, realizada sólo con hombres y mujeres heterosexuales, los científicos chinos comprobaron un claro efecto dimórfico sexual. Expuestas a la androstadionona, las mujeres tendían a calificar las siluetas como más masculinas, pero su puntuación no se veía alterada ante el estratetraenol y era igual que la que realizaban cuando olían la solución neutra. En los hombres, comprobaron el efecto opuesto.

"Creemos que nuestros resultados sostienen la existencia de feromonas humanas", explica en un correo Wen Zhou, psicólogo de la ACC y principal autor del estudio publicado en la revista Current Biology. "Muestran que la nariz puede oler el género en las secreciones corporales incluso cuando pensamos que no estamos oliendo nada a nivel consciente", añade. Sin embargo, reconoce que, antes de afirmar con rotundidad que los humanos emiten y perciben feromonas, "necesitamos entender los mecanismos endocrinos implicados en la comunicación feromónica humana".

Para confirmar sus resultados, los investigadores repitieron los experimentos, pero esta vez con mujeres y hombres homosexuales. Vieron que, en éstos, era la androstadionona y no el estratetraenol la que alteraba su percepción visual, como en las mujeres heterosexuales. En el caso de las féminas lesbianas, en cambio, no se produjo el efecto contrario. La explicación podría estar en la composición de la muestra de mujeres no heterosexuales o en posibles diferencias en su sexualidad.

¿Más feromonas humanas?

"La percepción y descodificación de las señales sexuales probablemente se asocie con la preferencia sexual de una persona. La sexualidad masculina es relativamente constante e innata. Sin embargo, la sexualidad femenina, en particular la de las mujeres no heterosexuales, ha sido descrita como más maleable y mutable", sostiene Zhou. "Este patrón aparece en nuestra muestra de las no heterosexuales", añade. En efecto, entre las mujeres no heterosexuales, habían un gran número que se declararon bisexuales. "Nos dimos cuenta de que el estratetraenol no tenía un efecto significativo en las mujeres bisexuales u homosexuales, probablemente debido a que sus orientaciones sexuales eran naturalmente más ambiguas".

Aunque la conclusión más relevante de este trabajo sea que la androstadionona indica masculinidad a las mujeres heterosexuales y a los hombres homosexuales y el estratetraenol indique feminidad a los hombres heterosexuales, para los investigadores estos resultados son importantes también porque demuestran que la percepción visual del género está mediatizada por señales biológicas de carácter químico subconscientes, algo que no se había planteado hasta ahora.

El trabajo también abre la posibilidad a un nuevo campo para la ciencia. Aunque la androstadionona y el estratetraenol son los mejores candidatos para ser las primeras feromonas humanas, Zhou no descarta que haya otras que aún se desconocen. "Serán necesarios más estudios para identificarlas a ellas y sus funciones", comenta.

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