Francia
Los líderes mundiales, ante el abismo del cambio climático
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aseguró hoy que el mundo se encuentra ante "un punto de inflexión", que supone "el momento en el que decidimos firmemente salvar nuestro planeta", en su discurso ante la cumbre del clima (COP21).
En Le Bourget están permitidas todas las esperanzas sobre el alcance de un verdadero acuerdo para hacer frente al cambio climático a nivel planetario. Los discursos de los 150 jefes de Estado y Gobierno que se sucedieron ayer de forma casi ininterrumpida a lo largo del día no decían otra cosa: es imprescindible cerrar un acuerdo sobre la limitación de las emisiones de gases con efecto invernadero, crear controles para verificar que se aplican y fijar las ayudas financiera para los países en vías de desarrollo. Aunque los más pesimistas dirán que todavía quedan once días de negociaciones, en los que todo o nada puede pasar.
El Parque de Exposiciones del Bourget estaba ayer transformado en un auténtico fortín para acoger al presidente estadounidense, Barack Obama; al chino, Xi Jinping, al ruso, Vladimir Putin al canadiense, Justin Trudeau; a todos los líderes europeos, entre ellos Mariano Rajoy; y un sinfín de líderes mundiales que fueron recibidos por el organizador del encuentro, François Hollande y el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, que es el verdadero anfitrión de estas jornadas de negociaciones sobre el cambio climático que se prolongarán hasta el 11 de diciembre.
Ban Ki-moon tomó la palabra al inicio para pedir un minuto de silencio a todos los presentes en memoria de los atentados en París el 13 de noviembre.
El presidente francés inauguró la conferencia haciendo hincapié en la necesidad de que «los países desarrollados asuman su responsabilidad histórica; son ellos los que han emitido durante años la mayor parte de gases de efecto invernadero», y para ello será necesario llegar a un acuerdo en París, un acuerdo «diferenciado, universal y vinculante».
Todos están de acuerdo en que el planeta se calienta bajo el efecto de las emisiones procedentes de la combustión de energías fósiles, y en menor medida de los modos de producción agrícola y de la intensa deforestación, y de un extremo al otro del planeta, regiones enteras sufren los desarreglos del clima. Las reticencias a cambiar de ritmo son muchas, pero comienzan a haber algunas brechas; desde Pekín a Washington –los mayores contribuyentes a la contaminación del planeta–, todos parecen convencidos de que hay que pasar a la acción.
El presidente estadounidense, Barack Obama, admitió la parte de responsabilidad de su país, en la actualidad segundo emisor del mundo de gases de efecto invernadero: «Estados Unidos reconoce que su país en la génesis del problema» del recalentamiento climático, «y asume que su responsabilidad para solucionarlo», aseguró Obama, instando a que se alcance ese acuerdo deseado ahora que es posible y antes de que sea demasiado tarde: «Hemos probado que un crecimiento económico fuerte y un medio ambiente más seguro ya no son contradictorios», afirmó.
Para Xi Jinping, presidente del país que emite más gases de efecto invernadero, los países desarrollados deben «estar a la altura de sus compromisos y movilizar 100.000 millones de dólares por año antes de 2020» para disponer de las fuentes suficientes «para luchar contra los cambios climáticos ». Ante la perspectiva de un acuerdo en la conclusión de esta COP21, el presidente chino insistió en que, después de 2020, los países desarrollados podrían aportar un mayor apoyo financiero a los países en vías de desarrollo. Según él, «para hacer frente a los cambios climáticos, el acuerdo de París «no debería privar» a los países que están en situación de desarrollo, de la necesidad de lograr que «retroceda la pobreza y se mejoren las condiciones de vida de su población».
Vladimir Putin se mostró, por su parte, muy satisfecho de los logros alcanzados por su país. «Hemos superado nuestras obligaciones del protocolo de Kioto», declaró el presidente ruso.
Los países de la Unión Europea, que representan todos juntos el 12% de las emisiones mundiales de CO2, apuestan por un acuerdo vinculante. Para la canciller alemana, Angela Merkel, es necesario «establecer un marco jurídicamente vinculante» porque las promesas de reducción de gas de efecto invernadero son contribuciones voluntarias y «es importante que estemos a la altura de los objetivos que nos fijemos». En la misma línea se expresó el jefe del Gobierno español, para quien es imprescindible lograr un acuerdo «global, ambicioso y jurídicamente vinculante». «Éste es un asunto en el que o estamos implicados todos, o será muy dífícil y complicado luchar contra el cambio climático », concluyó Mariano Rajoy. España, junto al resto de países de la Unión Europea, ha asumido el compromiso de reducir las emisiones en al menos un 40% para 2030 en relación con 1990.
Al margen de la COP21, varios jefes de Estado lanzaron ayer junto Banco Mundial, el FMI, ayuntamientos y empresarios del mundo entero una «coalición de líderes para un impuesto al carbono». La falta de consenso sobre la instauración de un precio mundial de la tonelada de CO2 ha impedido que esta medida figure en el proyecto de acuerdo de los representantes de los 195 estados que se reunieron el pasado mes en Bonn y que figura como base de trabajo para la COP21.
Todos ellos han adoptado un plan de acción común por el que se comprometen a compartir las experiencias políticas que se hayan saldado con éxito, así como a movilizar a las empresas y promover el diálogo para incrementar el uso del precio del carbono, aunque no se trata de fijar un precio único. De esta forma, se persigue que el daño causado por las emisiones de gases de efecto invernadero recaiga en quienes son responsables y tienen la capacidad para reducir esas emisiones.
La COP21 estaba dotada de un fuerte dispositivo de seguridad que se ha visto notablemente incrementado tras los atentados de París. Entre las medidas restrictivas está la prohibición de poder manifestarse como hacen tradicionalmente ONG y movimientos sociales. Esto ha llevado a algunas a agudizar el ingenio, como Brandalism, un colectivo de artistas londinenses que han «pirateado» 600 paneles publicitarios en todo París cubriéndolos con otros tantos carteles con publicidades falsas en los que se podía leer: «Nuestra filosofía: usted no tiene necesidad de conocerla», «Sentimos haber sido pillados en flagrante delito», «Conduzca más limpio, al menos en apariencia». Y todo ello junto a conocidas marcasde empresas de automóviles como Volkswagen o de aerolíneas como Air France. Según este colectivo, el objetivo es denunciar a las multinacionales que son responsables del recalentamiento climático mientras se «visten» de verde esponsorizando la cumbre en defensa del planeta. Tampoco François Hollande se libra, y sobre unos bosques devastados y bajo una foto del presidente francés se puede leer: «Estado de urgencia», en referencia al estado instaurado en Francia tras los atentados.
Ahora quedan once días por delante durante los que, como dijo Hollande ayer, «los buenos sentimientos, y las declaraciones de intenciones no serán suficientes». El 12 de diciembre debe nacer un acuerdo en París.
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