Lenguaje

Cómo mentir a un jurado popular

El lenguaje no verbal puede indicar cuándo el acusado o los testigos no dicen la verdad

Cómo mentir a un jurado popular
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En un juicio el acusado y los testigos sólo deben decir toda la verdad. Pero esto es en la teoría, en la práctica lo cierto es que no siempre es así. El problema es que cuando alguien dice algo y su cuerpo transmite lo contrario, el jurado tiende a seguir las señales del lenguaje no verbal. Al mentir, entran en conflicto las emociones del sistema límbico y el razonamiento de la neocorteza, alterando el patrón de la respiración, la presión sanguínea, el lenguaje corporal y la voz (estrés, frecuencia, silencios...). Pero ¿cómo detectar que un testigo o un acusado está mintiendo?

La voz dice muchas más cosas que las palabras que emite el interrogado. La velocidad en la respuesta es una de las señales. El acusado se expresa con más calma y aporta más detalles cuando afirma lo que le interesa. En cambio, agiliza su relato ante lo que no quiere afirmar o no le parece importante, según «La técnica del interrogatorio», un manual para abogados escrito por letrados.

Los silencios son otra señal. Una pausa amplia tiende a poner nervioso al receptor. En cambio, si ésta es breve no se produce esa sensación. Cuando el silencio lo genera el interrogado, puede ser un indicio de que el sujeto está intentando medir lo que afirma, reduciendo así la posibilidad de decir algo que no quiere afirmar. Los adjetivos, adverbios, reprobaciones que emplean los testimonios también los han de tener en cuenta el jurado, ya que estos elementos distorsionan la realidad a analizar. Si el testigo se refiere a la mujer de su hermano en vez de utilizar su nombre, refleja un alejamiento emocional que afecta a las afirmaciones que asevera, máxime si esa persona es cercana.

En el caso del lenguaje corporal, éste dice mucho más de lo que se piensa. Así, cruzar los brazos y las piernas y acercarlos al cuerpo desvela un intento de protegerse. El jurado, al igual que las partes, puede observar cuándo sucede esto para analizar qué partes de sus afirmaciones le afectan más.

Otra señal es la mirada, ya que los ojos pueden revelar si el interrogado especula o describe la realidad. Así, la mayoría de las personas diestras giran los ojos a su izquierda (memoria) al rememorar un recuerdo, y a la derecha cuando están inventando lo que dicen.

El jurado también puede apreciar en la cara del interrogado o del testigo indicios de tensión. Así, en situaciones de agobio, la persona se puede tocar inconscientemente la nariz y para tratar de disimular tocarse otras partes de la cabeza. Si el jurado está lo suficientemente cerca también podrá apreciar signos de tensión en la boca. Si el sujeto está inseguro, se mojará más los labios. Ante situaciones peligrosas el sistema simpático paraliza la salivación. Si el interrogado sonríe se pueden apreciar diferencias entre una sonrisa nerviosa de otra forzada. En la fingida no se apreciará toda la dentadura ni las arrugas de debajo de los párpados. También se nota porque en ella no participan los músculos de los ojos ni la boca conjuntamente.

Pero todas estas señales que uno puede detectar si se fija, de nada sirven si no se acota cuándo ocurre cada gesto, porque pueden desvelar connotaciones distintas. Así, rascarse la cabeza puede significar que no entiende lo que se está afirmando, pero lo lo hace mientras se habla puede indicar que duda de lo que se está diciendo o que trata de ocultar algo.