Madrid
«Better Call Saul», el origen del abogado criminal
AMC estrena hoy el esperado «spin-off» de «Breaking Bad», que emitirá Movistar mañana.
Han pasado cinco años, nueve meses y ocho días desde que debutase en la pequeña pantalla Saul Goodman, uno de los abogados más peculiares de la ficción televisiva de los últimos años. Por aquel entonces «Breaking Bad», la serie que le dio vida, era una producción prácticamente minoritaria, y el abogado deslenguado, un personaje más, sobre el que se hacían bromas acerca de crear una serie propia. En la actualidad, la ficción que le vio nacer se encuentra en el olimpo de las producciones televisivas, y Saul Goodman regresa para contarnos su propia historia con «Better Call Saul», el mismo título que el del episodio en el que debutó. Y lo hace esta noche en AMC y el lunes en Movistar Series, que respectivamente emitirán tan sólo un día después el segundo episodio.
A pesar de que los «spin-off», o series derivadas de otras series, son productos muy arriesgados que tienden a fracasar más que a convencer, AMC ha apostado muy fuerte por la creación de Vince Gilligan y Peter Gould, convirtiéndola en uno de sus estrenos más importantes de 2015. No en vano son muchos los que desean que, como sea, regrese el universo «Breaking Bad», y este «spin-off» es una excusa como cualquier otra. Pero «Better Call Saul» quiere ser algo más que una producción nacida para satisfacer a fieles «breakingbadianos», y en su primer episodio lo deja claro.
«Mi nombre real es McGill. Lo de ser judío es sólo para los lugareños. Todos ellos quieren un matón de la tribu, por así decirlo». Estas palabras forman parte de la conversación que Goodman y Walter White mantienen en su primer encuentro, en el octavo episodio de la segunda temporada de «Breaking Bad». Lo que Goodman no le contó entonces a White fue que, en la época en la que todavía usaba su nombre de pila, era un hombre gris cuya vida consistía en sobrevivir al precio que fuese. Y trabajaba por una miseria, conduciendo un destartalado coche y atrapado por la continua necesidad de encontrar un cliente para poder abonar alguna de sus numerosas facturas impagadas.
Así, el espectador se aleja de Saul Goodman, el tipo charlatán y seguro de sí mismo, aquel que se atrevió a hacer negocios con los que ya parecían unos peligrosos traficantes de metanfetamina, Walter y Jesse. Y se encuentra con Jimmy McGill, un abogado que todavía debe encontrar su lugar en el sistema judicial, ensaya sus alegatos finales en los baños del juzgado y ofrece sus servicios no a quienes le llaman, sino a aquellos que él mismo encuentra. La mediocridad hecha persona en el cuerpo de un hombre que viste trajes desproporcionados y tiene como bien más preciado su pelo.
Para llegar hasta ahí Bob Odenkirk, el actor que da vida a Goodman, describe su experiencia como un viaje en el tiempo en la vida de una persona que todos conocemos. «El Saul del futuro tiene mucha confianza en sí mismo, y por eso gusta tanto a la gente. Sabe quién es. Jimmy McGill no está seguro de lo que se le da bien, o cómo utilizar su talento para llegar a ser alguien importante. (...) Es un personaje que te gana desde el principio, con buenas intenciones y con el que puedes empatizar, pero también está por hacer, es como un cachorro».
El mayor contraste al que se enfrenta el espectador conocedor del Goodman original es encontrarse con que el componente cómico de la serie primigenia es, en sus inicios, un hombre inseguro y temeroso. A pesar de que en un principio el «spin-off» se planteó como una comedia, el ambiente en el que se movía el personaje, y el tono propio de la serie original, lo situaron en el género dramático. Pero, como comenta Odenkirk, también hay lugar para la comedia: «Cuando terminé de rodar la primera temporada estaba preocupado por el dramatismo de algunas escenas y tenía la sensación de que la serie iba a ser un gran drama. Y lo es, es una escritura muy seria, pero también hay mucho humor».
Lucha contra las expectativas
Para Peter Gould, uno de sus creadores, «Better Call Saul» no está condicionada por la serie original, sino que es una respuesta a las preguntas que cualquier espectador podía hacerse sobre el personaje. «Nunca le hemos visto en su casa, no sabemos nada de su familia, no sabemos mucho de él, excepto que parece terriblemente bueno en su trabajo. Pero no sabemos por qué se convirtió en un abogado criminal». «Better Call Saul» no es una serie de abogados, es una serie de criminales. ¿Cómo terminó Saul en ese camino? Para descubrirlo, el próximo estreno de AMC, en el que ha trabajado el 80% del equipo de «Breaking Bad», cuenta con otras caras conocidas de la serie original como Jonathan Banks, que interpretó al temible matón Mike Ehrmantraut. Junto a ellos también participan en la primera temporada, que estará compuesta por diez episodios, Rhea Seehorn, Patrick Fabian y Michael McKean, que interpreta al hermano mayor de Saul/Jimmy, Chuck McGill.
Tanto los creadores como el protagonista de la ficción saben de las expectativas de sus seguidores. «Las tenemos muy presentes (...) ‘‘Breaking Bad’’ fue una gran serie y ahora tenemos ‘‘Better Call Saul’’, que tiene elementos y personajes comunes, pero también su propio estilo, su propio ritmo y merece la pena», señaló Odenkirk, que tras dos décadas trabajando en el cine y la televisión afronta a sus 51 años su reto interpretativo más importante.
Un arriesgado recorrido
Cuando Saul visitó a Walter White en su clase de química, hace ya unos años, el abogado le comentó lo fácil que era encontrarle y lo mucho que necesitaba un abogado. Entonces Walter le pregunta qué es lo que le está ofreciendo, el picapleitos le contesta con otra pregunta: «¿Qué hacía Tom Hagen para Vito Corleone?». En ese momento el profesor le replica que él no es el mafioso de orígenes italianos, pero Saul le contesta «Ahora mismo es usted Fredo. Pero con algunos consejos y presentaciones, quién sabe». Puesto que ya sabemos cuál de los Corleone terminó siendo White (y cómo), la vida del abogado más criminal de la pequeña pantalla se presenta como un apasionante, interesante y seguramente arriesgado recorrido del que conocemos su meta, pero no las paradas que ha hecho para llegar a ella. ¡Que comience el viaje!
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