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Bryan Cranston: «Acabo de bajarme de una montaña rusa

Brian Cranston, el protagonista de «Breaking Bad», en una escena de la serie
Brian Cranston, el protagonista de «Breaking Bad», en una escena de la serielarazon

Estaba acostumbrado a ser un corredor de fondo de la interpretación, pero, «Breaking Bad» le ha convertido en una estrella. Aún degustando la magnífica audiencia del último capítulo de la serie –que desde ayer emite en España Paramount Comedy– que en Estados Unidos fue seguido por 10,3 millones de espectadores, su protagonista no mira al pasado con nostalgia. Eso sí, Bryan Cranston le agradece a su «alter ego», Walter White, los servicios prestados por vivir «en una montaña rusa».

Transformación moral

Cuando le llegó el proyecto, Cranston tuvo la convicción de que White era singular: «Jamás en la historia de la televisión se había creado un personaje como él. Sabía que durante el desarrollo de la serie iba a pasar de ser Mr. Chips a convertirse en Scarface, un hombre sin escrúpulos». Aparte de la transformación emocional, también experimenta una metamorfosis física que, lejos de echarle para atrás, a Cranston le entusiasmó. «Al principio está con sobrepeso y luego le vemos delgado, algo lógico ya que es producto de la quimioterapia. Además, es un personaje que no tiene tiempo ni para comer ni pensar en el futuro, su vida es el presente. Uno, por cierto, nada acomodaticio, ya que entra en una espiral de aniquilamiento y de autodestrucción al cruzar más de una línea roja. En ningún momento Branston se cuestionó los dilemas morales a los que se enfrentaba su personaje, «no le juzgo, cuando me meto en su piel simplemente lucho para seguir vivo». Eso sí, del curso acelerado que tomó para saber las consecuencias de la metanfetamina –la sustancia ilegal que produce y distribuye– saca la conclusión de que, «es una droga horrible, cuando uno conoce las consecuencias de su consumo lo único que quiere es alejarse de ellas. Te destruye la vida, como a mi personaje le devastan las consecuencias de sus decisiones».

Aunque el actor ha dicho por activa y por pasiva que Walter White es el personaje de su carrera, admite que era el momento de decirle adiós, «de enterrarle», afirma. Tajante, por lealtad a White y a sus seguidores, y para no caer en los estereotipos, también cierra la posibilidad de que en el futuro acepte otro que le exija el mismo registro interpretativo. Ni siquiera por dinero: «¿Para qué?, tengo el suficiente para el resto de mi vida». El único guiño a la nostalgia ha sido quedarse con su legendario sombrero y las gafas. «Es un talismán. Para que Walter White se convierta en Heisenberg es imprescindible ese sombrero. Algunos objetos e indumentarias forman parte de la esencia del personaje. No es la primera vez, incluso diría que, si lo observamos con atención, nos pasa lo mismo a todas las personas. La gente se comporta de forma distinta según como vista: con un traje de gala o de sport», explica. Consciente de que ha cerrado una puerta, ahora sólo espera «encontrar personajes que me asusten».