Cataluña
Emilio Contreras: «El sistema no es el que ha fallado, los hombres, sí»
El periodista publica su primer ensayo en forma de pregunta que deja abierta a la esperanza: «España, ¿un éxito efímero?»
Habla rápido y no titubea en sus respuestas. Curtido en unas cuantas batallas periodísticas (su carrera está ligada al diario «ABC» y a la Cadena SER) y políticas, Emilio Contreras, casi devorador compulsivo de libros, es un apasionado de la historia de España: a la reciente le toma el pulso, y de la pasada se muestra conocedor y amante. En su ensayo «España, ¿un éxito efímero? De lo que ha costado conseguir el progreso y la estabilidad y del riesgo de perderlos» (Biblioteca Nueva), escribe con los datos en la mano sobre lo que hemos conseguido con el esfuerzo de siglos y años y que ahora podrían estar en la cuerda floja. Pero con la ventana abierta a la esperanza.
-¿Es el de España un éxito efímero que tiene fecha de caducidad?
-Partamos de la base de que dejo la puerta bien abierta a la esperanza. Con motivo de la crisis, los grupos extremos sitúan la causa de la misma en el sistema, al que quieren descalificar y al que consideran obsoleto sin darse cuenta de que es similar al que poseen las naciones más desarrolladas de Occidente, las que nos circundan. Lo más importante es que nos hemos reintegrado a la modernidad que abandonamos hace cuatro siglos. No puede ser un éxito efímero.
-¿En qué hemos fallado?
-En el sistema de democracia representativa y parlamentaria, no; en los hombres que lo han desarrollado –algunos–, sí y en el uso que han hecho del mismo. Lo que tiene que quedar claro de este ensayo es que se trata de una reflexión sobre lo que los españoles han sido para poder entender lo que somos y admitir lo que podemos llegar a ser.
-Se refiere, por tanto, a la necesidad de reflexionar, de pensar, de conocernos.
-La acción sin reflexión constituye siempre un fracaso. Sin un conocimiento de nuestras raíces y de lo que somos, sin ese bagaje se corre el riesgo de conducir al país al marasmo. Evaluemos, sopesemos y después tomemos decisiones.
-¿Y les pedimos responsabilidades a los políticos?
-El problema no está tanto en la clase política como en los ciudadanos que los apoyan y los votan. Ahora mismo hay 1.661 casos abiertos de corrupción en España. Es una minoría, pero que desacredita al sistema. Pídamosles cuentas a los políticos, pero seamos coherentes entre lo que decimos en las encuentas y lo que se vota después. Lo que no se puede hacer es enfadarse y seguir votándolos después. El pueblo español tiene que reflexionar. Ya veríamos el cambio que daban los gobernantes si se ajustaran cuentas con ellos.
-Usted recorre los últimos 400 años de nuestro país para dar con las razones que nos llevaron a desgajarnos de la corriente modernizadora que en Europa condujo a la aparición de la burguesía y al desarrollo del sistema democrático y para mostrarnos cómo conseguimos reintegrarnos en esa modernidad. La historia es cíclica y en ella hemos demostrado falta de previsión.
-La ha habido y la sigue habiendo. Teníamos que haber mantenido lo que poseíamos y mejorar lo que tenemos, que es bastante. Gracias al sistema que tenemos las consecuencias de esta crisis no han sido más lacerantes, ya que el sistema de bienestar aporta calidad de vida. Miremos cómo han sido estos 37 años últimos, en los que hemos disfrutado de mayores libertades, de estabilidad social, progreso económico y homogeneidad social. Nunca hemos estado como ahora. Veo el futuro con preocupación pero con esperanza, con gran esperanza porque hay razones objetivas para tenerla, como una sólida trama empresarial y un sistema financiero saneado. Miremos la sanidad pública que tenemos, el sistema educativo y lo que hemos avanzado. Lo que no podemos consentir es echar por tierra las conquistas obtenidas o que un paso mal dado pueda poner en peligro los cimientos del sistema.
-¿Hemos pecado de vivir tiempos de demasiado alegría?
-Vivimos una euforia desmedida entre 1997 y 2008 en España con un precio de la vivienda, por ejemplo, que se multiplica por trescientos. Desde que España está en la Unión Europea ha recibido 148.000 millones de euros. A nuestra economía llegaron ríos de dinero. ¿Se ha actuado bien? Está claro que no y que parte de esa responsabilidad es de un sector del empresariado que no ha sabido administrarlo. Ahora está claro que quien pensó que crisis no podríamos sufriri se equivocó absolutamente. Nos ha faltado también cautela: pensamos que a la manguera nunca se le acabaría el agua. Una parte de lo recibido ha sido mal invertido y peor gastado.
-El paro ha bajado en 69.000 personas en 2013. ¿La recuperación está en marcha?
-Se están tomando medidas dramáticas, pero son imprescindibles. Cualquier Gobierno no tendría más remedio que hacerlo. Aunque se están criticando las políticas de Merkel, nadie ha demostrado tener un programa alternativo al actual en Europa. Miremos los recortes recientes de Hollande, ahí están. Nadie ha descubierto un programa alternativo. ¿Lo ha ofrecido la izquierda? No. Se está viendo que España es un país que puede pagar y que se está saneando. ¿Cuándo podremos decir que ha pasado todo? No me atrevo a dar fechas porque me parecería una irresponsabilidad.
-¿Es importante la confianza?
-Mucho, no es un elemento cuantificable ni fácilmente mensurable. Si se percibe falta de confianza, el consumo se contrae y la gente no compra, se abastece con lo imprescindible. En el momento en que se observan síntomas positivos se empieza a animar. Hemos tapado la hemorragia que teníamos en cuanto al paro. Y quien no lo reconozca es un sectario.
-Lo que ha sucedido en el barrio burgalés de Gamonal, ¿es un hecho aislado o se le puede dar otra interpretación?
-Hasta ahora, las manifestaciones de descontento social legítimas se han caracterizado por ser pacíficas, aunque en ellas una minoría se ha manifestado de manera violenta. Los cimientos estaban bien asentados y han dotado al sistema de estabilidad suficiente para amortiguar estos golpes.
-El ministro Margallo decía ayer que «la campaña soberanista lesiona la imagen exterior de España». ¿Qué opina?
-Los separatistas históricamente han aprovechado los periodos de debilidad para intentar separar a España. Fijémonos en los años 30 del siglo pasado, cuando se intentó con violencia. Hoy tratan de hacer lo mismo, no mediante ésta, sino a través de los medios de comunicación y eso es malo tanto para Cataluña como para España porque están infringiendo la legalidad.
-¿Se siente más cómodo en la redacción de un periódico o delante de un micrófono?
-En ambos. La radio supuso para mí un modo distinto de hacer periodismo, que es la inmediatez. A la radio hay que acudir con madurez, un trasfondo de cultura y formación suficientes para reaccionar.
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