Festivales de Música
España protesta por la retirada de una ikurriña
A pesar de estar permitida, tres asistentes tuvieron que entregar sus enseñas a los miembros de seguridad
A pesar de estar permitida, tres asistentes tuvieron que entregar sus enseñas a los miembros de seguridad
La 61º edición del Festival de Eurovisión contó con el logotipo de un diente de león, que en palabras de Richard Holst, director de Arte de ONG internacional (agencia encargada de su diseño), «simboliza una flor mágica cargada de energía positiva cuando la alegría de la música y el poder se unen en este festival». Con esta idea se elaboró el lema de este año: «Come together» (Vamos juntos), con el que Lotta Loosme, gerente de comunicaciones, quería transmitir que «la gente es bienvenida para disfrutar Eurovisión en las instalaciones y en todos los lugares de Estocolmo». Pero, precisamente bueno no fue el recibimiento que tuvo Eder Somoza, un joven de treinta y un años nacido en Bilbao, y sus amigos cuando asistieron a la final celebrada en el estadio Globe Arena.
Lista no actualizada
La embajada española en Suecia se vio obligada a presentar una reclamación formal a la organización del festival, ya que, cuando se cumplía aproximadamente el primer cuarto de hora de la gala, y con la actuación en el escenario de Samra, la representante de Azerbaiyán (tan solo la cuarta de la noche), los encargados de seguridad invitaron a abandonar las instalaciones a Samoza y a sus acompañantes, quienes portaban una ikurriña. Evidentemente, el problema se debió al desconocimiento que tenía el personal del estadio sobre la rectificación en la política de uso de banderas. En su día se incluyó la oficial del País Vasco en una lista de enseñas prohibidas entre las que figuraba la del Estado Islámico. Después de la rectificación pública y las pertinentes disculpas que se hicieron llegar desde la propia Unión Europea de Radiofusión, parecía que el problema había sido solucionado, al menos hasta el pasado sábado, cuando Samoza y sus amigos fueron testigos de esa «energía positiva» del diente de león tras una leve trifulca con el personal de seguridad.
Los portadores de la bandera intentaron explicar, después de ser apartados del resto del público, que el uso de la ikurriña ya había sido aceptado, hecho del que los vigilantes hicieron caso omiso. «Teníamos dos. Primero sólo nos llamaron la atención por la que tenía en el cuello. Se la di porque nos amenazaron con echarnos, pero después regresaron para decirnos que debíamos abandonar el estadio», cuenta Somoza a LA RAZÓN, quien valora de «magnífica» la predisposición y actuación del cónsul español en Suecia. «Contactamos con la embajada, y fue el propio cónsul quien tuvo la idea de presentar la reclamación»; además, quiere aclarar que «en ningún momento nos echaron del estadio. Después de la ayuda de la embajada, nos devolvieron la bandera y volvimos con el resto del público». Las disculpas llegaron vía e-mail, además de la intención de la organización de reunirse con ellos, algo que fue imposible porque «regresábamos a casa al día siguiente».
Otros asistentes, como Imanol Aparicio, colaborador de la radio Gaztea del País Vasco, sí que pudieron presenciar el concurso ataviados con la ikurriña y declararon que el trato de la organización fue «excelente».
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