Historia
La cultura, víctima colateral de la guerra
«La noche temática» estrena hoy dos documentales sobre la desaparición de monumentos y el tráfico ilegal de obras de arte.
«La noche temática» estrena hoy dos documentales sobre la desaparición de monumentos y el tráfico ilegal de obras de arte.
E l precio más alto de la guerra es el coste de vidas humanas, pero uno de los botines más codiciados es despojar al pueblo sometido, al mundo y a las futuras generaciones de su patrimonio artístico. Son numerosos los ejemplos. En el siglo XIX, en Estados Unidos se extendió un lema: «Mata al indio, salva al hombre», con el que se pretendió «civilizar» a los apaches, navajos y al resto de tribus y de paso aniquilar sus tradiciones. En el XX, Hitler y sus secuaces, en especial Goering, intentaron arrastrar al agujero negro de la Historia a los representantes de los que ellos llamaron «arte degenerado», algunos cuyos máximos exponentes son figuras como Max Ernst, Chagall, Klee y Kandinsky. La actuación más execrable fue el genocidio judío y la quema de numerosas sinagogas en el Frente Oriental de la II Guerra Mundial, que también sirvieron de crematorios improvisados al encerrar dentro a los judíos de la zona para, posteriormente, quemarlas. Estos son algunos de los antecedentes que se han perpetuado en los años y que se han convertido en una estratégica bélica y propagandística que sigue presente en nuestros días.
Para arrojar luz sobre este efecto colateral de las contiendas, «La noche temática» ofrece a partir de las 23:45 horas dos documentales. «La destrucción de la memoria» (2016) es una producción estadounidense dirigida por Tim Slade. Basado en un libro del ensayista Robert Bevan, el narrador, refiriéndose la situación que se vivió en Irak, y que ahora padece Siria, explica que «muchos edificios han caído al estar en camino de los objetivos militares, pero, en esta guerra, no se destruyen porque obstaculizan el frente. Son el objetivo».
Solo hay que remitirse a los hechos. En Siria, la batalla de Homs, aparte de convertirse en una masacre de civiles, dejó en ruinas los tres museos de la ciudad. Similar situación vivió Alepo tras los cruentos enfrentamientos que se vivieron en la ciudad, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1986.
El expolio sirio
Tras «La destrucción de la memoria», se emite «Colecciones robadas» (2014), un documental ruso dirigido por Elia Tuharelli. Después del tráfico de armas y de drogas, el mercado negro de antigüedades es el que mueve más dinero. Según la Interpol entre seis mil y ocho mil millones de dólares anuales. La producción aporta pruebas. En 2003, el ejército estadounidense ocupa Irak y la capital, Bagdad se rinde. En ese período de confusión, el 14 de abril se produce el saqueo de su Museo Nacional. Para sorpresa de su personal los ladrones dejan las reproducciones de las estatuas antiguas y se llevan las piezas originales. En 2011 ocurrió un hecho similar en El Cairo, donde también fue expoliado su museo más importante. Tres años después se reprodujo la situación en Siria. Al estallar la guerra se inició una operación organizada para llevarse al extranjero sus principales obras de arte. Para sorpresa de la comunidad internacional, las piezas iban apareciendo en Alemania, Suiza y Japón. Estas acciones responden a la ley de la oferta y de la demanda, ya que hay coleccionistas sin escrúpulos que compran estas obras para su disfrute personal. En la mayoría de los casos, parte del importe que se cobra es utilizado para financiar el terrorismo.
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