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Lynch: «Lo que mató “Twin Peaks” fue resolver quién mató a Laura Palmer»
Vuelve a ponerse al frente de uno de sus trabajos más emblemáticos: la serie que le consagró en todo el mundo y que demostró que era capaz de atraer a los cines a los grandes cinéfilos y mantener pegados delante de la pequeña pantalla a las grandes masas.. Su propuesta revolucionó la manera de plantear una serie de televisión y se convirtió en uno de los grandes éxitos, en uno de los títulos más emblemáticos.. Ahora regresa con una secuela de 18 horas.
David Lynch: el pintor que se convirtió en cineasta. Un tipo que hace películas con la parte desconocida del cerebro. Rueda como si estuviera poseído por los fantasmas que acosaban la atormentada conciencia de Francis Bacon, pero, eso sí, con la mastodóntica egolatría de Lucien Freud. El muchacho deslumbró con la inclasificable «Cabeza borradora» y conquistó a los diferentes públicos que frecuentan la taquilla gracias a «El hombre elefante», una fábula de libre combustión que tuteaba el alma humana y demostraba una vez más que los cuentos de Walt Disney son para las carmelitas. El hombre que consiguió que las americanas de piel de serpiente resultaran el apogeo de la rebeldía «kitsch» logró con «Twin Peaks» que, por una vez, la televisión dejara de ser la «caja tonta» y que las series fueran algo más que «Vacaciones en el mar». Cómo se encontró con este artefacto que reventó las audiencias es un asunto que él nos explica en un encuentro: «Mark Frost y yo nos fuimos de vacaciones al campo. Vimos una montaña y la escalamos. Encontramos un gran bosque y lo atravesamos. Seguimos andando y llegamos a un pueblo. Se llamaba Twin Peaks y conocimos a mucha gente allí. Descubrimos que había un misterio y que, dentro de él, se escondían otros muchos y que, detrás de todo eso, había distintos mundos».
wlecciones aprendidas
El producto catódico que emergió de este ¿sueño?, ¿realidad?, dejó la estela de una leyenda y unas cuantas lecciones bien aprendidas: nunca digas lo que espera el público y jamás resuelvas un caso. Ahora David Lynch lanza la segunda parte de esta mítica serie. Aunque ¿es una ficción o una película que los productores han «serializado»?
–Lo único que puedo decir es que son 18 horas y que tiene una estructura y un argumento.
–Pero, ¿pensó en episodios o creía que eso lo solucionaría después edición?
–Es una historia.
–¿La versión que emitió ABC en 1991 era la que usted deseaba?
–Le diré que me encantó el episodio piloto. Para mí, marcó el tono y creó el mundo y los personajes. Es lo que empezó todo y me sentí muy bien. Me enamoré profundamente de ella.
– Ha vuelto a trabajar otra vez en el estado de Washington y grabar fuera de Seattle. ¿Encontró que las cosas seguían iguales o que había cambiado mucho? ¿Hay algo que tuvieran que recrear?
– Había aspectos que seguían iguales y otros, diferentes. Si retrocedes 25 años en cualquier pueblo eso es lo que sucede. Muchas cosas siguen iguales pero se siente un cambio.
–«Twin Peaks» causó un enorme impacto. Ahora estamos en un momento distinto de la televisión. ¿Cómo hace frente al desafío de crear un «Twin Peaks» igual de arrollador cuando se ha aprendido tanto de lo que hizo la última vez? ¿Tiene dudas?
–En realidad, no pienso esas cosas. Siempre es lo mismo; la historia y la forma en que se cuenta. Así que, como digo, estoy feliz en este mundo y en cómo están yendo las cosas. Respecto a la segunda pregunta, yo siempre grabo con muchas dudas.
–Hace casi dos años se apartó brevemente del proyecto. ¿Qué hizo que se retirase en ese momento y qué provocó su vuelta?
–Preferiría no hablar sobre ello. Todo lo que puedo decir es esto: que es un placer trabajar con David Nevins, Gary Levine y Robin Gurney, y tenemos una gran relación laboral. Ha sido increíble trabajar con ellos, así que estoy muy feliz en Showtime.
–¿Habría estado igual de feliz si la primera entrega de «Twin Peaks» se hubiera frenado después de ocho horas para aguardar a este momento en que los programas pueden tener la duración que deseen?
–Es una época increíble para la pantalla pequeña ahora mismo, y la idea de continuar esta historia siempre me gustó. Entrar en ese mundo y observar qué pasa, ver cómo te lleva hacia un lado u otro, las ideas que van llegando en medio del camino. Es hermoso y emocionante a la vez. Pero, creo que una serie, como una película, dependen del argumento y del desarrollo.
–Mark Frost ha dicho que una de las razones por las que existieron problemas en la trama de la segunda temporada fue porque ninguno de ustedes dos pensó continuar la historia más allá de los primeros ocho episodios.
–No, no. Eso no es cierto. Lo que mató «Twin Peaks» originalmente resolver la cuestión de quién mató a Laura Palmer, y esa cuestión ha sido como la gallina que ha ido dejando huevos de oro. Planteamos la pregunta para no responderla jamás. Pero en cierto momento nos dijeron que se tenía que responder.
–¿Siempre quiso que Laura Dern formara parte del regreso de «Twin Peaks»?
–La amo.
–¿Quiso trabajar con otros actores? Algunos de los intérpretes no son profesionales.
–Tratas de conseguir la persona correcta para el papel. Es la regla. Así que conoces a gente. Ves fotos de personas. Ves vídeos de desconocidos. Y te haces una idea si son los adecuados. Es como funciona.
–Estoy pensando en tres actores: Michael Ontkean, Laura Flynn Boyle y Joan Chen. ¿Intentó contactar con ellos y no quisieron volver a formar parte, o es que ya no pertenecían a la historia que quieres contar?
–Hubo un poco de ambas cosas.
–Muchos de los actores de «Twin Peaks» estaban al inicio de sus carreras. ¿Quién ha cambiado más desde entonces?
–Es bastante increíble cómo todos volvimos a llevarnos bien. Son una familia. La gente dice: «Somos como un clan. Estos actores son fantásticos. El equipo es genial». Pero el de «Twin Peaks» es aún más fantástico que cualquier otro. Y los actores son más geniales todavía.
–¿ «Fuego camina conmigo» forma parte de «Twin Peaks» o está en un universo aparte?
–Podría decir que es la historia de la última semana en vida de Laura Palmer.
–Hablando de estándares y prácticas, ¿trabajar con ABC, que emitió «Twin Peaks» en 1990, es muy diferente a hacerlo con Showtime? ¿Cómo afectó eso al universo de «Twin Peaks»?
– Ah, no tuvimos problemas con los estándares hace 25 años. De hecho, no podía creer la libertad que teníamos y las cosas que hicimos. Si ves el programa, es casi increíble. Algunas veces el diálogo tenía que cambiarse, pero esos cambios siempre llevaban a algo más creativo. Teníamos mucha libertad. Fue genial.
–¿Cuales son las mejores y peores partes de dirigir?
–No hay una peor. Y en cuanto a la mejor, me encantan todos los aspectos implicados en este proceso. Hasta la preproducción. Así que es increíble el tener ideas y poder hacerlas realidad. Hay miles de elementos y todos tienen que ser igual de buenos para que funcionen en conjunto. Es un proceso emocionante.
–Dijo antes que no tenía intención de volver con «Twin Peaks». Cuando rodaron el final de la segunda temporada con Cooper mirando al espejo y diciendo «¿Cómo está Annie?», ¿su intención fue dejar esa escena como el final o pensaron que tal vez podrían volver a ella?
–Siempre sentí que, aunque fuera solo de forma mental y emocional, continuaba.
–Ha dicho que la vio como una historia completa y que con respecto a un futuro lejano para «Twin Peaks», por el momento no hay nada. ¿Siente que ha contado ya la historia, o podría volver a ese mundo en algún momento?
–Bueno, antes también dije que nunca volvería, y lo he hecho. Nunca digas jamás. Pero ahora mismo no hay planes.
–¿Recuerda qué le convirtió en un contador de historias?
–No. Yo solo quería ser pintor, y entré en el cine porque quería que las pinturas se movieran, y una cosa llevó a la otra. He tenido mucha suerte. Me dieron luz verde a lo largo de todo el camino.
–¿Ya tiene un nuevo proyecto?
–No tengo planes. Todavía estoy involucrado en la serie.
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