Fotografía
Nick Nichols, memoria de África
El fotógrafo de la vida salvaje visitó España con motivo del 125º aniversario de «National Geographic»
Pasión y carácter. Eso es lo que transmite en las distancias cortas Michael «Nick» Nichols, el editor de fotografía de «National Geographic», que ha visitado España con motivo del 125º aniversario de la revista. Ganador de cuatro premios World Press Photo en la categoría de naturaleza y medio ambiente, en 1982 el Club de Prensa Extranjera de Estados Unidos se puso a sus pies por «informar mucho más allá del sentido del deber», honor que se reserva a los fotógrafos de guerra. Él lo es, aunque de otras contiendas. Concretamente, la de la defensa de los animales en peligro de extinción. «Soy la voz que habla por los elefantes, los leones. Mis fotografías pueden hacer historia, y no lo digo por la calidad que tengan, sino que a través de ellas otras generaciones sepan cómo eran unas especies que quizá estén desapareciendo», dice convencido. Natural de Alabama –«por lo que lo normal es que hubiera terminado siendo carpintero o mecánico»– ,uno de sus últimos trabajos es majestuoso y colosal, ya que se pasó dos años captando instantáneas de los leones del Serengueti. Para captarlos, utilizó cámaras robotizadas con infrarrojos y se las ingenió para crear dispositivos que estaban ensamblados en helicópteros eléctricos. Con todo, su principal arma es la paciencia. «A los animales no se les puede pedir una cita –dice Nichols con una sonrisa–, no se puede planificar lo que se va a hacer. Les observaba de noche, de día... Era como una especie de cortejo. Sé que soy un privilegiado y lo valoro tantísimo...».
Tanto, que la fotografía de la portada de la edición española de «National Geographic» que conmemora el aniversario –en ella sale un cachorro mirando fijamente a su madre– forma parte de una serie de 200.000 instantáneas de las que sólo seleccionó trece. «Estaba muy concentrado, percibí ese amor entre ellos y logré captarlo con la dificultad de que, a esa edad, los cachorros son muy vulnerables». Nichols es muy celoso de su trabajo. Y muy riguroso. Durante meses va desechando instantáneas, algo duro, «porque en ese momento recuerdo las emociones que sentí al hacerlas, pero siempre intento elegir aquellas que hablan por sí solas. ¿Que el proceso es bastante lento? Bueno, vivimos en la época de internet en la que todo es inmediato, lo que no significa que todo sea bueno». Nichols tiene un espíritu muy crítico. Lo mismo critica que la edición americana de «National Geographic» haya elegido una «cupcake» para su portada –«¿quién quiere ver un pastel en esa revista?, es una blasfemia, no dice nada»–, como a quienes inmortalizan a los animales en el zoo. «No se puede sacar una foto de un leopardo allí porque no es un auténtico leopardo. No tiene ningún instinto de caza. Y los gorilas están gordos». Lo dice con autoridad, ya que plasmó un primer plano histórico de la naturalista Jane Goodall mientras un chimpancé le tendía una de sus extremidades.
El romance de Nichols con «National Geographic» viene de lejos. Llamó a sus puertas numerosas veces desde que estudiaba en la universidad. Saturó sus correos con el envío de sus trabajos. Sin embargo, antes ya había llamado llamado la atención de la icónica revista «Rolling Stone» y de la agencia Magnum, que fundaron Henri Cartier Bresson y Robert Capa. Eso sí, nunca se plegó a sus necesidades empresariales. A cambio, les ofreció muchos reportajes que merecían tener sus propias portadas. «Sólo he fotografiado lo que yo quería». Así, para «Rolling Stone» fijó su objetivo en los enormes incendios que devastaban la zona del Amazonas y la vida cotidiana de los veteranos de la Guerra de Vietnam, que, en vez de volver a su país, querían evitar el desarraigo instalándose en algunos países asiáticos como Tailandia.
Intentos de soborno
Nichols también es conocido como el «Indiana Jones de la fotografía», un calificativo que no le incomoda. «Me lo pusieron cuando era joven... Indiana Jones forma parte de nuestra cultura y es verdad que he estado en ríos, montañas y cuevas que nadie ha explorado. Cualquier tipo de fama viene bien, porque puedo seguir viviendo de esto gracias a ''National Geographic'' pero también a los patrocinios», explica.
Eso sí, se pone firme ante los que tienen una visión romántica y aventurera sobre los fotógrafos que inmortalizan la vida salvaje y están continuamente viajando. «No soporto estar en aeropuertos o aviones. Luego llegas a un país donde no te quieren, rebuscan entre mis cosas, me hacen miles de preguntas, todo el mundo me intenta sobornar...», comenta con un gesto de desagrado. ¿Y de la fama entre el gremio? Como recoge en su página web, y verbaliza durante la entrevista, «no me interesa que se conozca mi nombre, quiero que sea conocida la imagen. Prefiero que digan ''conozco la fotografía de una leona con su cachorro'' que ''he visto una instantánea de Nick Nichols». Asegura pensando ya en su próximo destino, el de tantas veces, el de siempre, África.
Publicación de referencia
La conquista del Everest, el descubrimiento de los restos del «Titanic»... En 1888, treinta y tres caballeros crearon una sociedad para divulgar la geografía y la investigación científica. Desde entonces, han conseguido contagiar su pasión por la exploración a millones de personas con portadas como las del reportaje de los leones del Serengueti (en la imagen). La publicación, que tiene 37 ediciones internacionales –España fue el segundo país en el que salió publicadadespués de Japón–, se ha caracterizado siempre por su pasión por la fotografía de gran calidad. En 1926 mostraron las primeras instantáneas submarinas en color y en 1930 las primeras aéreas, aunque en los últimos años es reconocida por sus trabajos de antropología y naturaleza.
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