Pablo Motos
Pablo Ibáñez: «España está para experimentos, no para locuras»
Este showman más conocido como El Hombre de Negro, siente debilidad por los niños.
Este showman más conocido como El Hombre de Negro, siente debilidad por los niños.
Nos recibe con una sonrisa, rompiendo el tópico de su temida seriedad. Eso sí, no se quita las gafas de aviador negras. También lleva una chaqueta, un pantalón y unas botas. Negras, por supuesto. Es su seña de identidad. La mayoría de los rasgos de su personaje forman parte de su vida real, por lo que resulta complicado diferenciar unos de otros. Le pregunto si le puede tutear, y me contesta que sí, aunque me advierte, irónicamente, de que tenga cuidado con las preguntas. Apasionado de la fotografía, se siente orgulloso de haber retratado a «celebrities» de la talla de Tom Cruise o Mel Gibson. Pero si tuviera que quedarse con uno, Will Smith, al que plasmó tirándose de las orejas. Tras 30 minutos de conversación, descubrimos el lado «más blanco» de El Hombre de Negro.
–Su personaje ha ido evolucionando hasta convertirse en una de las estrellas de «El Hormiguero»...
–Pablo Motos me encargó la sección de Ciencia y yo empecé sin conocimientos específicos, ni ninguna experiencia. Estaba detrás de la cámara, pero tras un accidente con Boris Izaguirre, al que le quemamos un poco el pelo, decidieron que tenía que estar delante para actuar cuando fuera necesario. La gente me vio y el personaje gustó. Poco después comenzó mi propia sección de Arte a lo Bestia, que también funcionó muy bien. Las frases me ayudaron mucho. Estoy encantado porque la gente me muestra un cariño tremendo.
–¿La frase que más le ha gustado?
–Aunque sea políticamente incorrecta, la de: El Hombre de Negro se pone entre José Tomás y el toro.
–¿Y la que menos?
–No me gusta que cuando hay niños delante me digan frases demasiado bestias.
–¿Nunca se quita las gafas?
–Claro que sí.
–Pero, ¿quién hay detrás de su misterioso personaje?
–Es uno sólo en parte. La mayoría de los elementos son de mi vida real. Decir dónde empieza y dónde acaba es muy complicado. Detrás hay una ambición por ir siempre un paso mas allá y conseguir cosas que en principio parezcan imposibles.
–¿No existen los imposibles?
–Sí, pero la gente confunde el muy difícil con el imposible. Imposible es devolver a alguien la vida. O no... Igual es cuestión de tiempo.
–¿Cuál es la cara más blanca de El Hombre de Negro?
–Soy de tendencia pálida (risas). Mi debilidad son los niños y las personas débiles. No soporto que se maltrate a alguien que se encuentre en posición de inferioridad.
–¿Se viste El Hombre de Negro alguna vez de color?
–Lo he intentado, pero antes de salir de casa me vuelvo y me cambio porque no me encuentro cómodo. Sólo me pongo de color cuando hago deportes acuáticos, donde los fosforescentes son importantes por seguridad.
–¿Qué significa el negro para usted?
–Es una seña de identidad, y no creo que sea positivo. Pero es un color con clase y que tiene cierta relación con el arte. Además, pega con todo. ¿Sabes lo fácil que me resulta combinar la ropa?
–¿Es tan serio como se muestra en la pantalla?
–No, pero las cosas que hago exigen concentración. A veces, los invitados se obsesionan en hacerme reír, aunque no lo consiguen.
–¡Nunca lo hace! y eso que tiene al lado a Pablo Motos...
–Entre la concentración y la tensión de no fallar... No quiero quedar mal. Pablo no suele hacerme bromas. Los dos estamos obsesionados por llevar las cosas lo más lejos posible.
–¿Por qué no vemos más contenidos científicos en los programas de televisión?
–Lo han intentado muchos y no les suele funcionar. No sé si es que la presentación no es adecuada, o los horarios no son oportunos. O quizá falte espectáculo. La ciencia puede ser muy divertida.
–¿Con qué invitados ha tenido una química especial?
–A mí me ganaron Tom Cruise y David Guetta. Vi la ilusión que les hizo lo que les habíamos preparado, y lo contentos que estaban después. Will Smith también es muy colaborador y agradecido.
–¿Trancas o Barrancas?
–Trancas es mi hermano, sangre de mi sangre. Por eso le permito esas cosas. Si no se iba a llevar un guantazo... Y a Damián le conozco desde hace tantos años que es casi como si lo fuera.
–No está España para muchos experimentos...
–España está para experimentos, no para locuras. Hay que apoyar la investigación y a los científicos. En los lugares tecnológicos más impresionantes del mundo están desarrollando proyectos chavales españoles. Calculo que en «El Hormiguero» habremos hecho unos 5.000 experimentos.
–En materia política, ¿se deben hacer con gaseosa?
–Efectivamente, en política las cosas hay que hacerlas bien.
–¿Cuál sería su experimento a realizar más deseado?
–Lo haré dentro de muy poco. La ingravidez llegará a «El Hormiguero», como los astronautas.
–¿Divierte tener famosos como conejillos de indias?
–Muchísimo, porque les sacas de su zona de confort y ves cómo algunos se entregan y se lo pasan genial. Otros se quedan reticentes, se asustan ante la posibilidad de que algo explote. Disfruto y ellos disfrutan.
–¿Pueden ser los juegos una terapia?
–Hay investigaciones sobre lo importante que es para los niños a la hora de conseguir la curación de ciertas enfermedades. Alguien que está más feliz tiene un mejor proceso curativo.
–¿En qué consiste Juegaterapia?
–Es una fundación que ayuda a los niños hospitalizados, principalmente por cáncer. Recogemos videoconsolas para entregárselas. Los ayuda bastante. También creamos jardines en las azoteas de algunos hospitales para que puedan salir al aire libre, jugar con otros o recibir allí visitas de amigos y familiares. Llevamos dos jardines hechos y estamos en proceso de un tercero. La experiencia está siendo brutal. Seguiremos trabajando hasta que haya un jardín en cada azotea de cada hospital.
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