Cecilia García
Trump en España: mujeres, negocios y caprichos
Antena 3 emite hoy a las 00:30 horas un reportaje con testimonios
Antena 3 emite hoy a las 00:30 horas un reportaje con testimonios
Si Obama visitó por primera vez España en calidad de mochilero, no se puede decir lo mismo de Donald Trump. Éste aterrizó en nuestro país en su Boeing 757 de cien millones de dólares para participar en un congreso internacional sobre liderazgo y motivación organizado por la ACN. Se le presentó como «orador invitado especial» y paseó por la ciudad en una limusina Lincoln, toda una premonición ahora que va a engrosar la lista de presidentes de Estados Unidos. En el especial informativo «Trump. Presidente por sorpresa» que Antena 3 emite hoy a las 00:30 horas, se recoge el testimonio del chófer Daniel Salvia, con quien compartió 35 horas y que tiene un buen recuerdo de él. Algo tendrán que ver los cien euros de propina que todavía conserva. «Despertaba entusiasmo entre los asistentes, todos querían saludarles y puso como ejemplo a seguir para los asistentes a Rafa Nadal y a la Selección española», comenta Enric Sumoy, el director del programa, que resume la relación de Trump con España en tres palabras: «Mujeres, negocios y caprichos».
Cuanto más grande, mejor
Los antojos del presidente de Estados Unidos siempre siguieron una máxima: cuanto más grande y ostentoso, mejor. Por eso, en cuanto supo de la existencia de las Cuatro Torres en Madrid, contactó con Ferrán Fontal, que actualmente reside en Perú, y envió a uno de sus hijos para formalizar la primera Torre Trump en Europa. Sin embargo, no cuajó, aunque Fontal afirma en el espacio que podría revelarse un nuevo negocio inmobiliario liderado por sus dos hijos mayores, Donald y Eric, sobre los que descansará la gestión de su imperio.
El episodio más rocambolesco de su relación con España sucedió a principios de los años 90, cuando contactó con la familia Oliver, unos ingenieros navales de Getxo, a los que les encargó el «yate más grande y más bonito del mundo». Y lo iba a ser, ya que iba a tener 128 metros de eslora, además de ser un auténtico palacete flotante al más estilo Trump, prolijo en dorados, mármol y moqueta. La relación no pudo ser más estrecha. Aparte de sus constantes viajes a EE UU, el móvil era su nexo de unión. Con la maqueta del yate finiquitada invitó a Iñaki Oliver al bautizo de su hija Tiffany, que nació en 1993, en su residencia Mar-a-Lago en Palm Beach. Le llevaron como regalo un faldón que compraron en Los Encajeros, una reputada tienda de Bilbao fundada en 1880. En la actualidad no bajan de los 800 euros. Los Trump decidieron que Tiffany lo llevase en el sacramento y salió en la portada de todas las revistas. «Tan satisfechos se quedaron que encargaron varias colecciones de ropa de cama», apunta Sumoy. Finalmente, Trump desistió. «La enésima ruina le acechaba, aunque también pudo influir que por aquella época nació la moda entre los multimillonarios de evidenciar su opulencia con los aviones privados. Eso sí, los pagó a tocateja», comenta Sumoy. Hasta que Trump tome posesión como presidente de EE UU se emitirán piezas del reportaje en los informativos de Antena 3.
La conexión «Puerto Banús»
En 1988, Trump cumplió uno de sus sueños: comprar el yate «Nabila», el emblema de la riqueza de Adnan Khashoggi, que vendió al Sultán de Brunei. Le costó 29 millones de dólares, una ganga. Lo bautizó «Trump Princess» y lo desmontó para trasladarlo de Puerto Banús a EE UU. La Administración americana le obligó a venderlo para saldar sus deudas.
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