Eutanasia
¿Cuándo le viene bien morirse?
Sombras éticas y cálculo económico sobrevuela la decisión del Congreso al dar luz verde a la proposición de ley de despenalización de la eutanasia.
Sombras éticas y cálculo económico sobrevuela la decisión del Congreso al dar luz verde a la proposición de ley de despenalización de la eutanasia.
Hacer ideología con la excepción. Eso es lo que se ha propuesto la izquierda española a propósito de la eutanasia. El Pleno del Congreso de los Diputados dio el pasado jueves el primer paso para iniciar la despenalización de la eutanasia gracias al apoyo expresado por la mayor parte de los grupos a la proposición de ley del Parlamento de Cataluña que pide la reforma del Código Penal en este sentido. Todos los grupos, excepto el PP y UPN, que votaron en contra, y Ciudadanos, que se abstuvo, mostraron su apoyo a la iniciativa. La propuesta aprobada por el Parlamento de Cataluña solicita la reforma del artículo 143.4 del Código Penal para despenalizar la eutanasia y la ayuda al suicidio y exonerar de responsabilidad penal a quien ayude a morir a una persona con una enfermedad terminal o incurable que le provoca sufrimiento físico o psíquico grave. España se hunde en un debate por el que otros países transitaron con desigual fortuna. Sobre todo para sus poblaciones. Hoy por hoy tanto la Sanidad española como la ciudadanía tienen un consenso mayoritario en contra de la «obstinación terapéutica» de los servicios públicos o privados de salud en favor de los enfermos terminales, además de establecer la «sedación paliativa» y la «sedación en fase de agonía» en según qué casos y siempre atendiendo a criterios médicos. Lo que se aprobó el pasado jueves es otra cosa. Se deja a un lado la ciencia y entran en juego sentimientos, opiniones, intereses, cálculos económicos –de todo tipo, tanto para la familia del enfermo como para la institución que le atiende–. Se da un salto asistencial para apostar por la solución más rápida. Los pacientes –todos– merecen que se dote presupuestariamente el Plan Nacional de Cuidados Paliativos para que esta ayuda puedan llegar a todos los enfermos que lo necesitan. La llamada «muerte digna» que preconiza la izquierda palidece a la luz de la experiencia en los países en los que se ha permitido la eutanasia –especialmente lacerante es el caso holandés–, donde se han ido deslizando por una pendiente resbaladiza en la que cada vez se ha ido abriendo más la mano. España se dispone a transitar por una cultura de la muerte que desprecia a la persona.
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