Cáncer
Diego, el niño que tuvo leucemia y no sabe lo que es
El viaje al que se enfrentan unos padres desde que a su hijo le diagnostican cáncer es un constante tira y afloja entre pediatras y tratamientos con una duración que ningún médico se atreve a aventurar. Diego juega en su habitación como cualquier otro niño, tiene que pasarse todos los videojuegos que le han regalado para Navidad. Es consciente de que tuvo leucemia aunque no sepa qué es el cáncer, pero comienza a darse cuenta de que muchas personas mueren por su causa.
Carlos e Isabel son unos de tantos padres a los que el cáncer les dio el susto de su vida cuando a su hijo Diego le diagnosticaron leucemia linfoplástica aguda a los dos años y medio. En España se diagnostican cada año 1.500 nuevos casos de cáncer infantil y adolescente, según datos de la Federación Española de Padres de Niños con Cáncer. El número de casos es muy bajo si se compara con el número de adultos que lo padecen, pero por mucho que se hable de probabilidades, cuando una familia se encuentra en esta situación los números no importan.
Al enterarse de que Diego tenía cáncer, la vida de su familia cambió radicalmente, «no es que tengas que aprender a vivir, te ves caer al agua y tienes que hacer lo posible para no ahogarte, no te planteas por qué te has caído, sólo piensas en cómo salir», explica Carlos. Cuando comenzó a enfermar, los padres de Diego no imaginaban que podía ser cáncer lo que estaba provocando que su hijo cada día se encontrase peor. Pero llegó el día de los resultados de las pruebas y recibieron esa noticia que «a la vez te alivia porque te estabas dando cuenta de que tu hijo se va y necesitas saber qué le pasa. Luego lo interiorizas y llega el golpe, te dan el diagnóstico y es entonces cuando escuchas por primera vez la palabra que todos tememos que salga de la boca de un médico».
Ahora Diego tiene ocho años, vive en Zaragoza y va a tercero de primaria. Sólo tiene que visitar el hospital cada seis meses para comprobar que todo marcha correctamente. De mayor quiere «ser científico y pintor porque me gustan todas las asignaturas del colegio, pero la que más, plástica, y también hacer pócimas».
Diego no se acuerda prácticamente de nada del tratamiento por la edad a la que le diagnosticaron leucemia, a sus padres les cuesta más olvidarlo. El mayor recuerdo para Diego está en la cicatriz que le dejó el reservorio que le coloraron para administrarle la quimio. En los últimos 25 años las muertes por cáncer en menores han caído un 47%, lo que sitúa la supervivencia a cinco años en alrededor del 80%.
Los tratamientos que Diego tuvo que soportar fueron largos, pero las estancias en el hospital fueron cortas, como mucho de una semana, si no se producían complicaciones. Su padre recuerda especialmente uno de los sustos en los que más temieron por la vida de Diego, «por mucho que te hablen de porcentajes de supervivencia, cualquier complicación o problema puede hacer que se vaya. Hubo una vez en que los médicos no sabían si el cáncer de Diego se estaba expandiendo y, por tanto, estaba teniendo una recaída o se trataba de un simple virus, que en niños que están siendo tratados con quimioterapia puede complicarlo todo. Estuvimos en vilo durante dos semanas sin saber si era un obstáculo más o Diego se nos iba».
Con Diego, a diferencia que con otros niños que sufrieron cáncer, sólo hubo que lamentar que se perdiera su primer año de colegio. Su padre está convencido de que «incluso de la peor experiencia se saca un lado positivo. Una característica que tiene Diego es que cada vez que encuentra un obstáculo, busca cómo superarlo. Si no puede pasar por un sitio, da media vuelta y busca otro camino para poder hacerlo». Un ejemplo.
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