Educación
Estudiantes aferrados a Cataluña
Los universitarios catalanes, de los que más se resisten a estudiar en otras comunidades. Un 86% de los estudiantes españoles permanece en su comunidad de origen
España es el país que mayor número de alumnos envía al resto de Europa dentro del programa Erasmus: ni más ni menos que 37.432 alumnos este año, superando en casi 10.000 estudiantes a Francia (27.721) y en 13.000 a Alemania (24.734). «Algo habitual», como dijo Androulla Vassiliou, comisaria europea de Educación y Juventud, cuando dio a conocer los datos. Ahora bien, ¿qué ocurre con los que se quedan? ¿Existen los «erasmus autonómicos»? Los últimos datos que maneja el Ministerio de Educación son reveladores. Al año 2010, y haciendo la media entre las comunidades autónomas, un 86% del alumnado opta por su región a la hora de estudiar una carrera. Los expertos lo tienen claro: una mayor movilidad nacional de los estudiantes no sólo les favorece a ellos; también a las propias universidades.
«Cuanto más se muevan, mejor», opina Antonio Cabrales, catedrático de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid. «De esta forma, los estudiantes conocen mercados laborales distintos al de su comunidad, otras bolsas de trabajo, otras empresas... Sobre todo teniendo en cuenta que las diferencias de las tasas de desempleo entre una región y otra son gigantescas», añade. ¿Y los centros? «Las universidades competirían mejor entre ellas. Con vistas a tener a los mejores estudiantes, nos obligaría a cada centro a ofrecer una mejor educación y a contar con los mejores profesores», responde. Con todo, los jóvenes «no cuentan con información a la hora de moverse: saben que aprender una lengua es útil, pero no saben, por ejemplo, qué centro es mejor, si la Universidad Autónoma de Madrid o la de Barcelona».
Por su percepción, la movilidad nacional es «escasa». ¿Los motivos? Cierto es que hay becas disponibles, como el programa de intercambio Sicue-Séneca. Sin embargo, «en Reino Unido se lo ponen más fácil a los estudiantes para obtener la movilidad, con préstamos garantizados, por ejemplo».
Llama la atención un dato: mientras la comunidad de Madrid es una de las que cuenta con menos universitarios autóctonos –73,9%, sólo superada por Navarra, La Rioja, Ceuta y Melilla–, Cataluña es la sexta comunidad con más alumnos de su región –92,9%–. «La lectura es sencilla», explica Emilio López-Barajas, catedrático de la UNED. «Madrid es una de las ciudades más abiertas del mundo. Nos acoge a todos de forma sorprendente, porque los madrileños son gente muy culta y generosa. Cataluña debería ser abierta; lo fue en el pasado, ya que se asoma al Mediterráneo, donde todos los países que son bañados por sus aguas tienen una mentalidad universal... La inmersión lingüística en su caso fue un error para los propios catalanes». Así, los datos universitarios se pueden interpretar desde el punto de vista opuesto: mientras Madrid es elegida por un 26% de los universitarios españoles, en Cataluña el porcentaje se reduce a un 7%.
Para explicar el poco «atractivo» que encuentran los universitarios a la hora de «moverse» por España, también se da el hecho de que «el número de universidades, profesores y alumnos ha crecido demasiado rápidamente, mientras que los recursos de nuestro país han sido escasos», dice López-Barajas. Así, «el presupuesto de I+D es muy insuficiente» para las más de 50 universidades que existen en España. Y repartir ese presupuesto provoca que los medios que llegan a los grupos de investigación sean, igualmente, «escasos». Por ello, considera que «las universidades en España deberían ser tantas en cuanto los recursos de este país lo permitan: ni una más, ni una menos».
El catedrático apunta a que «los estudios que los alumnos universitarios puedan realizar fuera de su comunidad siempre serán muy enriquecedores», sobre todo si se desplazan a «universidades de gran tradición, como la de Granada o la de Salamanca». Sin embargo, el atractivo de aprender otro idioma es demasiado tentador. «Los jóvenes tienen una concepción muy nítida de la importancia de la globalización», asegura.
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