Profesores
Los alemanes nos copian la caligrafía
Una editorial comercializará en el país de Merkel los populares cuadernos Rubio. La empresa valenciana estudia expandir su método de enseñanza a EE UU
«Meine mutter verhätschelt mich». No suena tan entrañable como «mi mamá me mima», pero la frase ayudará igualmente a los niños a progresar en la escritura. Cuadernos Rubio, la editorial que desde 1956 provee de ejercicios caligráficos a los más pequeños, se expande hasta Alemania. Así, esta empresa valenciana ha firmado un contrato en exclusiva con la firma germana Editono para comercializar en el país, así como en otros territorios de habla alemana –Austria y Suiza– tres gamas de productos: los cuadernos de caligrafía, los «deberes» para Educación Infantil y los ejercicios de estimulación cognitiva, pensados para los mayores que puedan sufrir deterioro cognitivo. La expansión no se quedaría ahí. Como reconoce Enrique Rubio, presidente de la empresa e hijo del fundador, Ramón Rubio, la editorial está estudiando el mercado de EE UU e incluso el asiático. Hasta el acuerdo con los alemanes, la empresa sólo había tenido una experiencia similar con Bulgaria, país al que «exportó» 10 tipos de artículos. Sin embargo, en el caso que nos ocupa la cifra se dispara hasta las 80 referencias.
Pero, ¿qué es lo que ha atraido a los alemanes de unos cuadernillos que en España llevan más de medio siglo utilizándose? «Quizá porque en Alemania habrán visto una falta de un producto como el nuestro. Además, hay un interés creciente en el idioma español», señala Rubio a LA RAZÓN. También, recuerda, está la cada vez más abundante emigración española a Alemania –«les viene bien que el niño trabaje el español», apunta–. Y en lo que se refiere a los ejercicios para personas mayores, puede haber influido el hecho de que «la población alemana, de unos 80 millones de personas, está cada vez está más envejecida».
A la hora de definir el «método Rubio», el presidente de esta empresa familiar lo resume así: «Hacer fácil lo difícil». «A través de la grafomotricidad, y a base de repetir lo fácil y cada vez con mayor dificultad, el niño aprende prácticamente sin darse cuenta. Es una progresión unida a la repetición y a la creatividad. Si pasas a un estado superior sin consolidar las bases previas, el progreso es muy difícil», explica.
Mucho ha cambiado la sociedad desde que se fundara la editorial a mediados de la década de los cincuenta. Desde 2008, la empresa cuenta con una fundación dedicada a aportar su granito de arena en el ámbito educativo de forma altruista.
Problemas «ecológicos»
«Donamos cuadernillos a aquellos sectores sin recursos económicos; investigamos el efecto del alzhéimer en los mayores con el objetivo de mejorar su calidad, celebramos un congreso de dislexia, transmitimos valores a los niños a través de la educación...», resume Rubio. De hecho, esos valores han cambiado con el paso de los años. Los actuales cuadernillos ya no cuentan con frases sexistas –«por ejemplo, que las niñas tengan que jugar con muñecas y los niños, con soldaditos»–. Y ahora, los problemas matemáticos versan sobre cuestiones en las que es necesario concienciar a los niños desde pequeñitos: el ahorro, las energías renovables, el reciclaje... Eso sí, «siempre al margen del sistema político», dice Rubio.
«Sobre todo se utilizan en Primaria más que en Infantil. En ese caso, son los padres los que deciden comprarlos por su cuenta», afirma Esther Martínez, maestra de un colegio madrileño. «Los cuadernillos trabajan muy bien la secuenciación de contenidos. Por ejemplo, van muy paso a paso con los cálculos matemáticos», opina. Así, estos cuadernos de ejercicios pueden llegar a utilizarse hasta 3º de Primaria, posibilitando «una base de la lógica matemática» en la que los niños «van afianzando los contenidos». Y en lo que se refiere a la caligrafía, «trabajan la presión: cómo presionar el lápiz para coger fuerza en los dedos, que el punteado sea preciso, que los niños trabajen la direccionalidad...», opina. Con todo, hay división de opiniones: no pocos profesores consideran que estos cuadernos están más centrados en los resultados directos que en el aprendizaje.
Los resultados económicos de la empresa pertenecientes a 2011 fueron positivos. Dentro de la cuota de mercado de material caligráfico, Rubio posee en torno al 50%, aseguran desde la empresa. Así, la editorial vendió 4,3 millones de ejemplares, 100.000 más que el año anterior. «Durante la década de los ochenta hubo un ''boom'' de nuestros productos, pues éramos los únicos en el mercado. Después surgió la competencia. Y también hay que tener en cuenta que se produjo una bajada de la natalidad que hizo bastante daño a todos los productos relacionados con los niños. Con todo, con la llegada de emigrantes y el aumento de la natalidad, se ha recuperado».
¿Llegaremos a ver los cuadernillos Rubio en EE UU? La empresa está en ello, pero requiere una adaptación. Por ejemplo, en Norteamérica no enlazan las letras que conforman las palabras como hacemos con el castellano, sino que las aprenden individualmente y en cursiva. Lo que es seguro, y más a corto plazo, es que los cuadernos tendrán su «puesta de largo» en Alemania el próximo mes de octubre, cuando se presenten en la Feria del Libro de Fráncfort el mayor punto de encuentro para autores, editores y libreros.
«Cuadernos» para «tablets»
Enrique Rubio pronostica que «habrá un cambio progresivo en el uso de la tecnología» para la caligrafía. No a corto plazo: ahora mismo, podría decirse que el 95% de las ventas de estos productos siguen siendo en papel, y un 5% en digital. Sin embargo, la empresa ya se ha «movilizado» con las nuevas tecnologías. Ahí están por ejemplo los «iCuadernos» diseñados para Apple, centrados en problemas y operaciones matemáticas. Pero además, los niños también pueden practicar caligrafía a través de las «tablets»: es el caso del Stylus de Samsung, el «boli» que trabaja sobre la pantalla como si fuera papel. «El formato digital tiene más ventajas con respecto al papel. El niño se cree que está jugando, aprende mientras juega, y los métodos son más interactivos. La sonrisa le sale más fácilmente si tiene entre sus manos un iPad y no un cuadernillo. E incluso, con el tiempo, puede resultar más económico», asegura Rubio.
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