Almería
El caso sin resolver de «El caso»
La célebre publicación, resucitada ahora en una serie de TVE, publicó muchos crímenes que se quedaron sin resolver. Uno de los más inquietantes fue el del «Jack El Destripador» de Almería, que estranguló al menos a 10 prostitutas
La célebre publicación, resucitada ahora en una serie de TVE, publicó muchos crímenes que se quedaron sin resolver. Uno de los más inquietantes fue el del «Jack El Destripador» de Almería, que estranguló al menos a 10 prostitutas.
Dos pesetas costaban los primeros números de «El Caso». El 11 de mayo de 1952 se lanzó el primero. Este semanario de sucesos, de nuevo de actualidad tras el estreno de la serie «El Caso. Crónica de sucesos» en TVE, abría a toda página con el crimen de Carabanchel Alto. Y con todo detalle. Dos individuos habían matado con un hacha a una mujer. El hijo de María Vázquez, Víctor Gras, narraba su impresión de la tragedia. Se había encontrado el cuerpo de su madre «horriblemente mutilado» al «levantar la alfombra». El texto arrancaba como se hacía antaño. «Ocurrió el miércoles de la semana pasada, 7 de mayo, cuando la primavera descendía sobre el centro de España, cuando los campos, sedientos, se vestían de verde, creciendo la hierba entre las piedras». En otra página explicaban que una niña de 12 años había identificado a uno de los asesinos. Tras este caso, vinieron decenas de miles más.
Pronto se convirtió en el semanario predilecto de muchos españoles «porque este periódico, al que le llamaban ‘‘el de las porteras’’, llegó a vender decenas de miles de ejemplares», recuerda a LA RAZÓN su último director, José Manuel Bretones. Al principio se editaba en Madrid, pero desde 1987 se hizo en Almería. «Hubo multitud de crímenes que llamaban la atención, sobre todo por cómo el ser humano es capaz de cometer atrocidades por cosas nimias». Y, «por aquella época» quedaron muchos crímenes sin resolver».
Uno de ellos es el del estrangulador de prostitutas de Almería. «La muerte de una decena de prostitutas entre 1989 y 1996 dejó siempre en el aire la terrible sospecha de que existía en Almería un asesino en serie». El misterio de que pudiese seguir viviendo hoy en la provincia «sigue presente». Pero ¿qué se sabía y qué se sabe hoy de él? Bretones asegura que existen una serie de coincidencias, admitidas por la Policía y la Guardia Civil, que permiten sostener la teoría de un asesino en serie. De hecho, la Policía Nacional confirmó a este diario que el estrangulador «dejó de matar». Dentro del imaginario colectivo, este «Jack el Destripador» de Almería era un único asesino, aunque, al menos por el momento, se sigue sin poder aseverar.
Sus macabros gustos le hacían elegir «muchachas muy jóvenes de una edad similar, procedentes de un ambiente marginal, que fueron asfixiadas y estranguladas, y en muchos de los casos sus cuerpos se encontraron desnudos, al aire libre, alejado de núcleos urbanos», escribía el citado director. «Comenzó a matar coincidiendo con el centenario de los asesinatos de Jack ‘‘El Destripador’’, recuerda Juan Sánchez Rada, último director de la etapa «histórica» de la revista –hasta 1987– y autor de «60 aniversario de ‘‘El Caso’’. Semanario de sucesos» (Grupo Editorial 33). «Todas medían 1,65 y eran de familias desestructuradas. Las buscaba de noche. Las encontraban a veces sólo con lencería roja o negra. Las estrangulaba, las golpeaba en la cabeza...», relata Rada.
Bretones recuerda que en 1990, 1992 y 1993 hubo dos y tres asesinatos por año ,y entre los restantes, el asesino únicamente estaba tres y seis meses sin matar. El primer crimen fue el de Carmen Heredia, de 26 años, cuyo cadáver fue localizado el 6 de agosto de 1989 en una rambla. Tres semanas después, hallaban a otra víctima, Carmen Sandmaier. Ese mismo año, el 21 de octubre, un pastor se «topó» con el cuerpo de otra joven sin identificar. Estaba en una acequia dentro de una bolsa de plástico en Purchena. Por aquella época, el 14 de julio de 1990, «El Caso» publicaba en portada que se había procedido a la detención de un sujeto que ya había matado previamente en Almería, poniendo en la primera página su foto y la de una de las víctimas, Carmen Sandmaier, según los datos facilitados por Bretones. Falsa alarma. «Detuvieron a un funcionario de prisiones, que tenía antecendentes. Hubo muchas sospechas. Una prostituta había identificado la matrícula del coche. Pero finalmente quedó traspapelado», recuerda Rada, que detalla este caso en «Crónica negra de la prostitución» (Ed. T&B). Dos años después, el 6 de octubre de 1991, hallaron otro cuerpo. Se pensó que podía ser una enfermera británica que había desaparecido, pero finalmente se desestimó.
A pesar de que casi medio centenar de personas fueron investigadas, nunca se dio con el asesino, lo que desencadenó una psicosis entre las prostitutas. «Muchas se retiraron, algunas llevaban ladrillos en los bolsillos...», dice Rada. A esto se suma que, según Bretones, «sólo en 1992, tras el asesinato de María Jesús Muñoz, cuyo cadáver se encontró una mañana con el cuello roto estrangulada sobre un talud», y después de que tres meses más tarde localizaran unos restos calcinados en un vertedero de El Ejido, las autoridades admitieron la posibilidad de que el autor podía ser el mismo individuo.
El siguiente crimen fue en enero de 1993: una mujer en una playa de Aguadulce. Era María Leal. Estaba embarazada. Todo apunta a que la joven, de 22 años, fue recogida en un coche en el parque donde solía ejercer la prostitución. Hubo más casos: Khadija Monsar, Nadia Hach Amar... El último fue el de Aurora Amador. Su cadáver fue hallado en la playa del Palmer. También estrangulada. Desgraciadamente, no se hizo justicia con las víctimas. «Se las consideraba ciudadanas de segunda», afirma Rada.
El «serial killer» de Almería no fue el único caso inquietante al que se enfrentó «El Caso». Otro sin resolver fue el «triple crimen de Macastre, prescrito en 2009 sin que se haya encontrado al autor o autores. Murieron dos chicas y el novio de una de ellas durante una acampada en los montes de Macastre (Valencia) en enero de 1989», recuerda Bretones. En su anecdotario guarda recuerdos de cómo «nuestros redactores se movían por España para cubrir la información que les encargábamos desde Almería en un viejo Seat 127 del gran periodista Antonio Marfil, o cómo llegamos los primeros a Puerto Hurraco en un Seat 131 que no pasaba de 100 km/h. Aquellos hermanos Izquierdo –los culpables– dejaron 21 víctimas entre muertos y heridos, y los fotografiamos como nadie hizo. También recuerdo a una familia que nos entregó la foto del carné de un pariente recién detenido porque la ilusión de su vida era salir en ‘‘El Caso’’... y al final el cabezota salió». Pero este periodismo cambió desde el triple crimen de Alcásser. «Se rompió la complicidad que había entre periodistas, policías, enterradores o forenses. Desde entonces se volvió complicadísimo hacer información de sucesos. Desde Alcásser, todo fue diferente».
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