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El estrés de la prostitución: ¿qué cliente me espera?
Cáritas insta a los poderes públicos a no mirar a otro lado ante "la moderna esclavitud de la prostitución"
Cáritas lleva años trabajando en diferentes proyectos en toda España para ayudar a las mujeres que se ven a obligadas a trabajar en la prostitución. Han atendido a más de 2.200 personas, de las que "unas mil acuden a alguno de nuestros centros", afirma Hilde Daems, responsable del Programa de Mujer, Prostitución y Trata de Cáritas. Iría, de 27 años y origen brasileño, es una de ellas. "Cogí el avión a España, llegué al aeropuerto de Bilbao. Allí me esperaba el dueño del club. Nada más llegar te quitan el billete de vuelta". Al llegar al club, "el dueño me bautizó como Cristina. Me dijo que las chicas me iban a enseñar cómo vestirme. Yo nunca había usado maquillaje. Me pusieron una falda corta. Todo el mundo alrededor esnifaba coca y eso me asustó, pensaba que estaba dentro del propio infierno", recuerda la joven.
Como explican desde Cáritas, "el perfil de la mujer que trabaja en prostitución es la de una chica joven, de origen extranjero, con bajo nivel educativo y con menores a su cargo", describe Daems. Llegan a España porque buscan salir de la pobreza y de la exclusión de sus países de origen. "Sobre todo llegan de Nigeria, Colombia, Brasil, República Dominicana o Rumanía", añade. Y, además de su propio aislamiento, "en nuestro país las desplazamos a las zonas de periferia. Las aislamos aún más". Todo ello unido a que, "en el 70 por ciento de los casos han sido víctimas de violencia", comenta la experta. "Es un negocio muy rentable y un debate abierto que nadie quiere abordar", añade. Paco Cristóbal, director del Área de Desarrollo Social de Cáritas.
Y no sólo tienen que luchar con la desigualdad y la pobreza estructural en la que deben sobrevivir, también "tienen situaciones familiares insostenibles y les faltan redes de apoyo", sostiene Daems. Otro de los problemas a los que se tienen que enfrentar y que no se conoce tanto, "son los miedos y el estrés al que están sometidas. No dejan de preguntarse: ¿qué tipo de cliente me espera?; soy irregular, ¿y si llega la Policía?; ¿cómo va a reaccionar el siguiente hombre?, ¿estoy embarazada?, ¿se ha quitado el preservativo?..."Y así un sinfín de miedos con los que tienen que afrontar cada relación.
Por ello, desde Cáritas insisten en que "lo gobernantes y las autoridades públicas no deben hacer oídos sordos, ni mirar para otro lado ante la vergüenza de esta moderna esclavitud que es la prostitución y que está a la vista de todos.
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