Familia

El reto del mejor paralímpico: cruzar el Estrecho a nado

Con su proeza, el deportista prevé ayudar a la ONG Kubuka y servir como referente a otros.

Enhmaned Enhamed
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Con su proeza, el deportista prevé ayudar a la ONG Kubuka y servir como referente a otros.

Sal ahí fuera y pruébalo, ¡muévete! Ése es el consejo que Enhmaned Enhamed, el atleta considerado el mejor paralímpico de la historia, lanza al mundo. Nació con un glaucoma congénito y a los a los ocho años sufrió un desprendimiento de retina. Su vida cambió por completo: se despertó y no podía ver. Desde ese momento, la lucha de su familia para que fuera un niño autónomo fue esencial. «Mi madre me dijo que tenía que aprender a hacer las cosas por mí mismo porque ella algún día no podría estar a mi lado para ayudarme. No puedo estar más de acuerdo, sobreproteger es un error», afirma Enhamed.

A los diez años aprendió a nadar y descubrió un entorno en el cual se sentía realmente cómodo. «Podía moverme sin reestricciones, sin que nadie me dijera: «ten cuidado». Lo que comenzó como un hobbie, cambió el rumbo de la vida del «Michael Phelps español». Tiene 27 años y acumula 11 oros, 8 platas y 11 bronces. Y no sólo eso, su actitud ante los obstáculos le ha llevado a ejercer como coach para deportistas, ejecutivos, opositores y que imparta conferencias como ejemplo de superación y motivación. «Mi objetivo es ayudar a gente a autogestionarse, a que una persona reestructure su forma de pensar».

En 2007, a la vuelta del mundial de Suráfrica, Enhamed tocó fondo. Había logrado varias medallas, pero se sentía vacío. «En la natación vales tanto como tu última prueba. Si estás en las mejores instalaciones y haces las mismas marcas que hace tres años, algo estás haciendo mal. Empecé a pensar en quién me tenía que convertir y cambié todo, empecé a trabajar mi cabeza y mi corazón», explica.

Si tuviera que elegir un momento de todos los que ha tenido de gloria, Enhamed dice que sería el oro conseguido en los 100 mariposa en Pekín en 2008. «Fue mi primer oro olímpico y recuerdo de forma nítida todo lo que pasó», cuenta con cierta nostalgia. En ese momento empezó su entrenamiento de fondo. Se pasó 22 meses pensando en la prueba, trabajó cómo mejorar y cómo gestionar sus emociones día a día para obtener el resultado soñado. «La viví al detalle. Lo trabajé todo. Desde qué música tenía que escuchar para estar emocionalmente bien, hasta qué libros tenía que leer, qué películas tenía que ver, con qué personas tenía que hablar, o incluso cómo tenía que hablarme a mí mismo». Y fue después de los Juegos Paralímpicos de Pekín cuando decidió darle un giro a su carrera y ejercer como orientador deportivo. Ahora Enhamed se enfrentará a un nuevo reto: cruzar el Estrecho a nado. Lo llevará a cabo en los próximos días, si las condiciones meteorológicas lo permiten. El desafío supone un duro entrenamiento que lleva a cabo desde hace meses. «Son sesiones muy largas, entre 5.000 y 6.000 metros», dice. Tiene dos objetivos: el solidario, ayudar al proyecto Más Por Ellos, desarrollado por la ONG Kubuka para construir instalaciones deportivas en Zambia y, por otro, «servir como referente a otros, porque podemos llegar lejos, aunque seamos ciegos o enfermos... La verdadera discapacidad es no confiar en nosotros mismos».