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El suicido pasional de Luis Pedro: «No quiero nada, siento haberte perdido»
Un hombre se pega un tiro en Zaragoza tras atrincherarse 20 horas en un bar y después de que le abandonara su novia
Un hombre se pega un tiro en Zaragoza tras atrincherarse 20 horas en un bar y después de que le abandonara su novia
La desesperación pudo con Luis Pedro. Después de 20 horas de encierro en su bar, no quiso darse otra oportunidad y disparó. No pudo soportar que Fátima, su novia guineana, le abandonara después de prestarle unos 40.000 euros para pagar el traspaso del bar Maxi 2, el local que compartían en la calle La Salina de Zaragoza. Con un disparo, acabó con su vida. A las once de la noche se atrincheró en el local, después de haber tenido una fuerte discusión con ella. Ni sus familiares, ni tampoco sus conocidos lograron quitarle la idea de continuar adelante al margen de la decepción sufrida.
Al parecer, y según explicó la propia Fátima, el atrincherado dejó escrito en un papel a la Policía que «no quería nada, que sentía mucho haberme perdido» y por eso pidió que subiera a la parte superior del bar, donde él se encontraba, para hablar. Sin embargo, la Policía le indicó que para que ella subiera, él debía entregar antes el arma, algo a lo que se negó. Fátima también ofreció su versión del origen del encierro: a última hora del lunes, Luis llegó al bar y le exigió hablar con ella. La mujer se negó, indicándole que iba a cerrar el local. Fue entonces cuando él sacó una pistola y los pocos clientes que quedaban en el bar se fueron. Él decidió permanecer y Fátima se fue. «Esto es lo que pasa. Como no denunciamos por cosas pequeñas, ahora ha hecho una tan grande que se le ha escapado de las manos», apuntó ella antes del final desenlace, reivindicándose como única propietaria del bar.
La portavoz de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, María Pilar Forniés, recordó que durante la negociación, Luis Pedro no formuló ninguna petición concreta sino algunas cosas «banales», como cigarrillos o hablar con sus familiares, algo que pudo hacer a través de una ventana. Tras un encierro sin rehenes que se prolongabas los agentes decidieron entrar en el bar en torno a las seis y media de la tarde porque se habían agotado ya «todas las posibilidades de negociación», la situación estaba «estancada» y no se percibían «avances».
Cuando el Grupo de Operaciones Especiales de la Policía accedió al interior, según relata Efe, dispararon dos cargas y varias ráfagas de cargas de gas con el objetivo de aturdir al hombre y conseguir que desistiera. En ningún momento la Policía disparó armas de fuego. Es más, durante veinte minutos, los agentes notaron al hombre «sereno, cansado y agotado» y buscaron evitar el fatal desenlace. «Cuando hemos entrado estaba vivo y hemos intentado que con los gases él se sintiera en la necesidad de salir fuera a respirar, pero lo que ha hecho ha sido dirigirse a otra estancia más pequeña y ahí, hemos continuado conversando con él en todo momento», relató Forniés, que subrayó cómo en esos momentos parecía que «esa ira y furia que tenia al principio no la demostraba». Sin embargo, pasados veinte minutos, Luis Pedro decidió meterse en un altillo del local y fue entonces cuando se escuchó el disparó suicida.
La portavoz policial explicó que «no se ha podido hacer nada» por evitarlo y recalcó que el equipo negociador, formado por miembros del Grupo de Homicidios y del Grupo de Atracos de la Jefatura, tuvo «mucha paciencia» y en ningún momento perdieó la esperanza de que el hombre accediera a abandonar su encierro y «todo terminara felizmente, aunque finalmente no ha podido ser». En estas tareas, se contó con el apoyo de un equipo negociador venido desde la Comisaría General de Policía Judicial de Madrid «para dar relevo y apoyar a los funcionarios de la Jefatura».
Un barrio tomado
No es sólo la situación enComo comentó a LA RAZÓN la dueña de una farmacia cercana al bar donde se produjo el suicidio, «desde el lunes por la noche la calle estaba cortada y varios eran los vecinos que no podían acceder a sus viviendas». A esto, la farmacéutica apuntó que «eran muchas las personas que se acumulaban en la calle al lado de las cintas que acordoban la zona y se preguntaban que ocurría».
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