Mataró
El Supremo ratifica la condena de 44 años a la panadera que asesinó a dos ancianas
El Tribunal Supremo (TS) ha ratificado la condena de la Audiencia de Barcelona de 44 años y siete meses de cárcel a la panadera Ana María A., que en mayo de 2012 asesinó a dos ancianas de Mataró (Barcelona) a las que también robó en sus domicilios, aunque cumplirá una pena máxima de 30 años de prisión. Según la sentencia, consultada por Europa Press, la Sala de lo Penal desestima el recurso de casación interpuesto por la defensa contra el fallo que le impuso la pena por dos delitos de asesinato y otros dos de robo con violencia en casa habitada, así como el pago de una indemnización de 109.905 euros a los familiares de las víctimas.
El Supremo destaca que la acusada conocía a ambas víctimas, que en uno de los domicilios aparecieron huellas con sangre de unas zapatillas como las suyas y que al día siguiente del primer delito vendió en un local unos engarces de oro de unos pendientes, donde se halló ADN de una de las víctimas. Ana María A. se presentó la mañana del 17 de mayo de 2012 en casa de una de las víctimas, de 86 años, sabiendo que estaba sola y que la iba a dejar entrar porque era amiga de su hija; estando en la cocina le golpeó la cabeza y le hizo una herida en el cuello y, una vez la mató, registró armarios y cajones hasta robar 4.000 euros, anillos y otras joyas.
Al día siguiente vendió los engarces de un par de pendientes en un establecimiento de compra de oro de Mataró a cambio de 156 euros.
El 22 de mayo la mujer fue a casa de la otra anciana, de 81 años, a quien conocía porque iba a su panadería-cafetería y, también en la cocina, le atacó golpeándole la cabeza con un objeto contundente y clavándole un arma blanca en la cabeza y tórax; una vez muerta la víctima, registró la casa y se llevó un 'nomeolvides'.
En el juicio, que se celebró en la Audiencia de Barcelona en marzo de este año, la panadera negó haber matado a las dos ancianas pero sí reconoció que esas dos mañanas en que se produjeron los asesinatos ella había salido del establecimiento que regentaba un rato para "tomar el aire y hacer unos recados".
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