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El triple crimen de la Sagrada Familia fue una «venganza salvaje»

La fiscal Elena Contreras ha concluido este lunes, en la lectura de su informe final en el juicio del triple crimen de la Sagrada Familia, que el acusado, Alejandro C., los mató como la "venganza más salvaje"hacia su expareja por no haber sido capaz de recuperar la relación.

La fiscal Elena Contreras ha concluido este lunes, en la lectura de su informe final en el juicio del triple crimen de la Sagrada Familia, que el acusado, Alejandro C., los mató como la "venganza más salvaje"hacia su expareja por no haber sido capaz de recuperar la relación. "Nunca me había enfrentado a unos hechos tan brutales", ha reconocido en la última sesión del juicio, donde ha hecho un minucioso repaso de los hechos para pedir al jurado que declare al acusado culpable de asesinar a los padres de su expareja y a su nieta la mañana del 27 de enero de 2012.

Fiscalía sostiene que Alejandro C. intentó incriminar a su expareja del crimen arrojando "el mayor número de sombras sobre ella"y trató de simular que ella había encargado la masacre a un sicario a través de varios mensajes de móvil con jerga sudamericana, e incluso una carta anónima al juez que instruyó el caso. Pide un total de 81 años y medio de cárcel por tres asesinatos con ensañamiento y alevosía, por violencia psíquica habitual hacia su ex y también por robo con violencia e intimidación, ya que presuntamente se llevó de la casa un teléfono móvil, una tableta y un ordenador portátil, supuestamente para simular el móvil de robo.

La fiscal cree que Alejandro C. controló a su expareja "hasta el día del crimen"para ver sus movimientos, instalando un GPS en el coche de ella sin su consentimiento y controlando sus llamadas telefónicas y con quien se relacionaba, entre otras acciones para acosarla. "No la dejaba seguir con su vida; quería obligarla a que volviera", sostiene la representante del Ministerio Público, que ha insistido en que planteó el crimen como venganza y luego trató de incriminarla con la artimaña del encargo a un sicario.

Es una simulación que para la fiscal está absolutamente desmontada, ya que los mensajes con lenguaje sudamericano fueron enviados desde las localizaciones donde estaba Alejandro C., al que los Mossos d'Esquadra estaban sometiendo a seguimiento tras el crimen; además, ella no recibió ningún SMS cuando estaba con él y dejó de recibirlos cuando fue detenido. "El no tiene coartada", cree la fiscal, que ha insistido en que Alejandro C.no ha podido demostrar durante el juicio dónde estaba entre las 8 y las 10 de la mañana del 27 de enero, a diferencia de su expareja, que a esas horas estaba entrando a su trabajo.

Petición de culpabilidad

Ha recordado también que se encontró en la cinta de las gafas del acusado sangre de la menor, y ha aludido a diversas testificales y periciales para desacreditar su versión de que esta sangre se le transmitió cuando después del crimen los Mossos le entregaron el perro que estaba en el piso. En la misma línea se ha pronunciado el abogado de la acusación Andrés Maluenda, que representa a la expareja: "La única persona con motivos para matar a estas personas era el acusado. Les pido que no les tiemble el pulso", ha dicho a los nueve miembros del jurado, a los que ha pedido un veredicto de culpabilidad.