Barcelona
Estimulación psicológica para poner freno a la demencia
Trabajar con y para personas mayores no consiste sólo en asistirles, sino que tiene un importante componente psicológico mediante el cual se debe potenciar su bienestar emocional a través de la estimulación y la superación. Y es precisamente en esta premisa en la que se fundamenta el trabajo de la Fundación Vizcaína de Caridad-Residencia «Conde de Aresti». Esta entidad gestiona un comedor social con capacidad para 30 personas y una residencia para gente mayor, a partir de los 60 años, que cuenta con 177 plazas y ofrece todos los servicios hoteleros básicos, así como otros sociosanitarios. Además, paralelamente cuenta con programas destinados a trabajar las capacidades de los residentes, como el taller de costura, que desarrolla semanalmente un grupo de voluntarios y cuyo objetivo es el de promover que sus participantes recuperen y recuerden actividades que habían hecho en el pasado. «Aparte de desarrollar la psicomotricidad fina, potenciar la atención y trabajar el tema de las relaciones sociales, este taller demuestra a las personas mayores que pueden volver a hacer cosas que habían hecho con anterioridad, lo cual les resulta muy gratificante», explica Elena Cartón, responsable de los servicios psicológicos de la fundación, quien destaca que «el tema emocional es nuestra base». «Conseguir que las personas se sientan bien, sobre todo en los casos de personas que en los últimos años sus vivencias han sido de fracaso –demencia, dependencia, incapacidad...– es básico, y por ello promovemos y trabajamos para que se fijen en lo que hacen bien y se den cuenta que aún son capaces de hacer cosas bien», explica Elena, para a continuación asegurar que «mediante el éxito y el logro se consigue un estado emocional que contribuye al bienestar de las personas». En este sentido, la fundación desarrolla también, en colaboración de nuevo con la Obra Social La Caixa, el proyecto Montessori, dirigido a personas con demencia moderada o grave.
«Se trata de un programa de psicoestimulación en el que se realizan actividades tres días a la semana, las cuales consisten en llevar a cabo rutinas del día a día pero adaptadas al nivel y grado de dificultad que la persona mayor afectada por demencia es capaz de realizar», explica la psicóloga, para a continuación constatar que «si la persona lo hace bien se va a sentir más motivada y a base de repetir con éxito la experiencia, quienes se encuentran en un estadio avanzado de demencia senil logran aprender y mantener sus capacidades más tiempo».
Gracias a este tipo de actividades, «lo que hacemos es ralentizar el proceso de deterioro propio de la demencia senil y contribuir a que estas personas no sufran malestar y a hacer más llevadero ese deterioro».
En este tipo de programas resulta especialmente útil conocer las vivencias del pasado que tuvieron las personas mayores tratadas, ya que saber sus historias de vida ayuda a la hora de llevar a cabo una estimulación individualizada. En este sentido, Elena recuerda que «es gente que apenas se comunica y un día, a uno de ellos, escuchando su música preferida de juventud, se le llegaron incluso a caer las lágrimas».
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