Rebajas
Internet se come a las rebajas
Los frecuentes periodos de descuentos y las promociones del «e-commerce» han desinflado el fenómeno. El «business» por excelencia podría empezar a tener los días contados.
Los frecuentes periodos de descuentos y las promociones del «e-commerce» han desinflado el fenómeno. El «business» por excelencia podría empezar a tener los días contados.
Los consumidores sentíamos cierto picorcillo los días antes de las rebajas. Íbamos pensado en lo que nos hacía falta y separando billetes en la cartera. Luego, nos lanzábamos a las tiendas en busca de gangas sin pasarse del presupuesto. Esa emoción y esa aventura están perdiendo sentido. Ya no hay que esperar al 7 de enero o al 1 de julio para encontrar ofertas atractivas. Ahora, en cada momento, se puede acceder a descuentos y sin salir de casa.
Con un ordenador o un móvil es suficiente. Basta con entrar en la página web de una gran superficie y «clickar» en la pestaña de las promociones. Si se quiere se recoge en tienda o te lo mandan a casa. Así de fácil, sin colas, sin prisas, sin aglomeraciones y sin pisar ropa por los suelos. Además, el coordinador de comercio de Madrid Foro Empresarial, José Manuel Fernández, apunta como otra de las ventajas el derecho de desistimiento, por el que «las compras en la red permiten devolver sin motivo y en plazos más amplios porque no has visto el producto físicamente».
Las rebajas están siendo de víctimas de la comodidad y del «todo vale» que se ha extendido en Internet, donde los límites se difuminan, también los del comercio. En 2012, con el objetivo de reactivar el consumo, se reformó la ley del comercio minorista, liberalizando los horarios y los periodos de descuentos, así cada uno podría aplicarlos a su convenciencia. Aunque en principio se respetó el calendario habitual. Eso hasta que se produjo el fuerte brote que ha experimentado el «e-commerce». En 2013, primer año en que la reforma de la ley estuvo vigente, esta actividad ingresó 12.731 millones de euros, según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia. En 2017 ya se había duplicado con creces, superando los 30.000 millones. Este aumento ha provocado que las tiendas físicas apliquen la normativa para competir con las ventas por Internet, saltándose las reglas que habían imperado en el comercio.
Estas mismas Navidades lo hemos visto. Los descuentos se encontraban durante todo el mes de diciembre con una finalidad: incentivar la compra después de un día de consumo masivo, el Black Friday. José Manuel Fernández afirma que esta jornada importada de Estados Unidos ha influido bastante sobre la campaña de Navidad y las rebajas posteriores. Las empresas las adelantan a la fecha «oficial» para «competir contra alguien que nos ha dado un zarpazo y se celebró el pasado 23 de noviembre, el Black Friday».
Durante ese viernes se realiza una compra reflexiva, estudiando bien las ofertas para aprovecharlas de cara a las fiestas. Y ese nuevo espíritu navideño de consumo está sustituyendo al anterior, en que se hacían «compras impulsivas, porque en todo lo sentimental, como estas fechas, la gente se gasta más el dinero sin mirar el bolsillo». Los comercios encontraban en las Navidades un buen «agosto» y las rebajas eran el complemento perfecto para afrontar el nuevo año con margen de beneficio, pudiendo representar el 40% de las ventas en un ejercicio entero. Sin embargo, los datos no son muy halagüeños en 2019, pues sólo se venderá un 3% más que en el pasado 2018.
Las rebajas han perdido su objetivo principal, «ayudar a los comerciantes a dar salida al stock acumulado al final de cada temporada», según el secretario general de la Confederación Española de Comercio (CEC), José Guerrero. De hecho, ese concepto de «temporada» ya no tiene tanto sentido en el sector que más relevancia tiene en rebajas, la moda, pues la irregularidad del clima provoca que las prendas se adapten a distintas épocas del año. Por lo tanto, resulta más fácil acumular un stock que pueda encontrar salida en cualquier momento. Además, las grandes superficies cuentan con un plus que les hace incentivar las ventas a través de descuentos. Firman con los fabricantes que si en un rango de tiempo los consumidores compran un número determinado de unidades de un producto, obtienen un incentivo económico. Y cuando se observa que quizá no se cumpla con la cifra y aún se logre margen de beneficio reduciendo los precios, no se duda en ponel el cartel de rebajas.
Y ver esos descuentos con frecuencia a lo largo del año confunde a los consumidores, afirma Fernández. Antes se ahorraba para el 7 de enero y el 1 de julio, ahora se incentiva el gasto antes de esas fechas, y las familias consumen de forma más repartida en un todo un año. El comercio minorista es el principal afectado y desde la CEC han pedido que se controle y se vuelva a poner límites a las rebajas para que vuelvan a tener sentido.
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