Opinión

Los Jefes

Todos los responsables de la Casa del Rey se han hecho inolvidables

Fotografía de archivo de Camilo Villarino Marzo, que ha sido nombrado por el rey Felipe VI como Jefe de Su Casa, para relevar a Jaime Alfonsín Alfonso. Camilo Villarino Marzo es en la actualidad Director de Gabinete del Alto Representante de la UE para los Asuntos Exteriores y la Política de Seguridad. EFE/ Ángeles Visdómine
Fotografía de archivo de Camilo Villarino Marzo, que ha sido nombrado por el rey Felipe VI como Jefe de Su Casa, para relevar a Jaime Alfonsín Alfonso. Camilo Villarino Marzo es en la actualidad Director de Gabinete del Alto Representante de la UE para los Asuntos Exteriores y la Política de Seguridad. EFE/ Ángeles VisdómineÁngeles VisdómineAgencia EFE

A lo largo de los años de la democracia, instaurada en España a partir de la restauración de la Monarquía, se han ido sucediendo como cuestión lógica una serie de personajes convertidos en la sombra del Rey. Me estoy refiriendo a los Jefes de la Casa del Rey –algunos ignorantes dicen de la Casa Real sin saber que ése lo es el propio Rey–, que hemos tenido, desde el recordado Nicolás Cotoner, marqués de Mondéjar, hasta el actual y recién nombrado Camilo Villarino. Todos se han hecho inolvidables, desde el propio Mondéjar, sobre cuyos hombros caía la responsabilidad de iniciar una etapa histórica en la Institución y, anteriormente, la formación desde niño de un nuevo Rey; Sabino Fernández Campo, con un larguísimo recorrido en la Casa y con frases que quedaron para la historia tales como “ni está ni se le espera”, refiriéndose al general Armada en aquella noche del 23 de febrero de 1981, cuando el golpe de Estado de Tejero. O el “valgo más por lo que callo que por lo que pueda contar”, y es que Sabino era insustituible por su dilatada experiencia, su espíritu militar duro como el pedernal y hasta por su causticidad. Luego vino Almansa, de la misma pasta irónica pero sin la entrega abnegada del anterior, a mi modesto entender, pero con el peso de dos bodas reales, las de las Infantas Elena y Cristina, que fueron tan históricas como fracasadas en los años subsiguientes. Alberto Aza tuvo la del Príncipe con Letizia Ortiz y Rafa Spottorno la abdicación de Juan Carlos I, que no era poca cosa sino lo contrario. Todos ellos con un alto sentido del humor. No es de extrañar: es una cualidad que forma parte de la inteligencia, condición indispensable para semejante puesto. Ahora acaba de irse Jaime Alfonsín, con Felipe VI desde su etapa de Príncipe de Asturias, lidiando con las distintas opciones para reina consorte y dirigiendo su formación desde hace casi treinta años. Mucho tiempo de sacrificio y entrega. No se verá compensado con título porque en este reinado parece que no se estila: no se ha concedido ni uno. No va con la política actual. Una pena.