Crimen de Asunta
La maldición de la casa en la que murió Asunta Basterra: sólo la quieren los ladrones
La vivienda, de 5.000 metros cuadrados de parcela, no encuentra comprador a pesar de haber rebajado el precio a menos de la mitad
El chalet de Rosario Porto en Teo está maldito. Nadie lo quiere., Allí, con la ayuda de su ex marido Alfonso Basterra, acabó con la vida de la pequeña Asunta y ambos cumplen condena por ello.
El chalet de Rosario Porto en Teo está maldito. Nadie lo quiere., Allí, con la ayuda de su ex marido Alfonso Basterra, acabó con la vida de la pequeña Asunta y ambos cumplen condena por ello. La vivienda, situada en un entorno idílico, a unos 20 minutos de Santiago de Compostela, cuenta con piscina y pista de tenis en los 5.000 metros de parcela que tiene pero no le interesa a nadie. Lo que ocurrió en ella hace seis años la ha convertido en una casa maldita para el mercado inmobiliario. Además, tampoco ayuda la falta de manutención de la misma, que hace complicado ver la finca desde fuera por la maleza que además, ha comenzado a invadir la pista de tenis. La piscina tampoco está en condiciones y acumula basura de todo tipo, según informa "La voz de Galicia".
Rosario Porto decidió sacar a la venta varias de sus propiedades para hacer frente a los gastos e impuestos que generan las propiedades heredadas de sus padres y sólo ha logrado vender el piso de Santiago que utilizó como despacho de abogados. El chalet de Teo también está a la venta. Primero empezó pidiendo 900.000 euros y, a pesar de que el precio de la vivienda se ha disparado en los últimos años, Porto ha tenido que ir rebajando sus pretensiones. En la actualidad pide 400.000 euros, pero tampoco logra venderla.
Los únicos interesados en ella han sido los ladrones, que la han visitado en varias ocasiones y que se han llevado las pocas cosas que había de valor.
Alfonso Basterra y Rosario Porto acabaron con la vida de su hija adoptiva Asunta, de 13 años, y dejaron su cuerpo abandonado en una pista forestal el 21 de septiembre de 2013. La sentencia indicó que Rosario Porto tenía un plan preconcebido para acabar con la vida de la niña de origen chino y la asfixió. La autopsia determinó que el día de la muerte, la menor había consumido una gran cantidad de Orfidal, equivalente a 27 pastillas, pero la investigación determinó que la menor había estado consumiendo la sustancia durante meses para anularle la voluntad. El Orfidal le fue suministrado por Alfonso Basterra durante la comida y al no lograr su objetivo, Porto la trasladó al chalet de Teo y acabó con su vida asfixiándola. Después de abandonar cuidadosamente el cuerpo en una pista forestal, tanto POrto como Basterra acudieron a la comisaría a denunciar la desaparición de la menor.
Pero las incongruencias e inconsistencias de su relato pronto les pusieron en el foco de los investigadores. Porto dijo que había salido y que la había dejado en casa estudiando, pero las grabaciones de las cámras de seguridad de varias entidades bancarias y de una gasolinera lo desmentían. Porto cambió de versión y dijo que había ido con ella a la casa de Teo y que a la vuelta la dejó en la calle, cerca de su casa.
Por su parte, Basterra dijo que había estado en casa toda la tarde cocinando y leyendo, pero una compañera de Asunta declaró que lo había visto con su hija en la calle. Además, durante el registro, los investigadores no encontraron cominda preparada en casa, a pesar de que el periodista dijo que esperaba a Asunta y a Rosario para cenar.
Con el transcurso de la investigación se fueron aclarando las cosas. Así, el ADN de Basterra fue encontrado en un cojín situado en el maletero del coche de Porto, en el que también encontraron fluidos de la niña en la parte trasera, probablemente de un vómito provocado por la fuerte medicación que le sumistraron. Además, en el pelo de la niña detectaron un consumo continuado de Orfidal en los meses previos a su muerte. de hecho, varios profesores manifestaron qe la niña muchos días presentaba síntomas de estar drogada. Tanto Basterra como Porto atribuyeron este estado de somnolencia al consumo de antihistamínicos por la alergia, pero su historial médico no lo reflejaba.
Además, el hallazgo de unas cuerdas naranjas junto al cuerpo sin vida de Asunta, que coincidían con una cuerdas encontradas en una papelera del chalé de Teo, en la que también había varios papeles con ADN de Asunta y una mascarilla permitieron establecer un vínculo y probar que sí estuvieron en la casa.
Finalmente, ambos fueron condenados a 18 años de prisión por asesinato con agravante de parentesco y abuso de superioridad.
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